Paradojas del detino han querido que hoy, 3 de julio, diferentes acontecimientos hayan coincidido en el tiempo.
Al séptimo aniversario del trágico accidente del metro de Valencia, que le costó la vida a 43 personas y del que, 7 años después, sigue habiendo cero responsables; los diferentes medios de comunicación han destacado hoy, las alabanzas a la reforma laboral realizadas por el presidente Rajoy y otros dirigentes populares, ante los datos, buenos datos, de empleo del mes de junio. Ya saben, si los parados bajan, el éxito es del Gobierno, si, por el contrario, éste sube, la culpa hay que buscarla de pirineos para arriba. Aunque, sin duda, esta “alegría” tiene matices, no es el motivo de este escrito.
Al mismo tiempo que la prensa llegaba a los kioscos, 4 autobuses repletos de trabajadores y trabajadoras de GALMED, salían rumbo a Madrid para defender sus puestos de trabajo y evitar, con ello, engrosar esas terribles listas de desempleados a las que, por la incomprensible decisión de una multinacional alemana, pueden estar abocados.
A esa misma hora, minuto arriba, minuto abajo, el “feliz” Presidente, volaba raudo y veloz hacia Berlín atendiendo la llamada de la Sra. Merkel para, supuestamente, hablar del desempleo juvenil.
¿Habrá hablado Mariano o Rajoy, si el primero no se atreve, con la Sra. Merkel del problema real, actual, que supone al cierre caprichoso e injusto de la empresa GALMED?, ¿le habrá explicado que más de 160 familias de manera directa y otras tantas de manera indirecta, van a ver como sus proyectos personales y colectivos se desmoronan?. ¿Le habrá, en definitiva, “plantado cara” a la canciller alemana?. Me temo que no, de hecho, tenía mucha prisa para volar a Laussane para acompañar a la Botella, en la defensa de sus “juegos olímpicos”.
La felicidad de quienes han encontrado un empleo en el mes de junio, aunque sea precario y en cualquier condición (consecuencias de la crisis, nos conformamos con cualquier cosa), contrasta con la lucha desgarradora de quienes, sin saber porqué, se encuentran de frente con el paro y sus consecuencias.
No pienso, tan ingenuo no soy, que el Gobierno de España pueda revertir fácilmente esta situación pero, lo mínimo que se puede exigir a nuestros gobernantes, a esos que se les llena la boca de hablar de España, a esos que dicen defender nuestros intereses, es que lo intenten. Que lo intenten y que lo vuelvan a intentar.
Acompañen a los trabajadores, defiendan con “uñas y dientes” el empleo, sean ustedes quienes esgriman con valentía y rotundidad los argumentos que avalan la continuidad de la empresa en Sagunto y que hacen de esta decisión una canallada. Ellos, lo tienen claro. Se reagrupan en Alemania, donde su Gobierno les promete fondos económicos para que, seguir trayendo su material a España (“manda cojones”) no les sea gravoso. Desvisten un “santo”, la planta de Sagunto, con beneficios y competitiva, para vestir otro, la matriz alemana, con pérdidas. Pero eso sí, ”de vender nada, no vamos a crearnos nuestra propia competencia, los clientes son nuestros”, se repiten unos a otros.
Queda la pelea, queda la razón, queda “la política”, en España y en la Unión Europea, queda, en definitiva, luchar por lo que se quiere. Ojala nuestros gobiernos, el valenciano y el español, sepan defender nuestros intereses, porque, esto no sólo afecta a los trabajadores (que por supuesto), afecta a todo un pueblo, a toda una comarca; por eso, éste también es MI PROBLEMA, por eso también es MI LUCHA, la de TODOS y que a nadie le quepa duda, la daremos.
