Los medios informativos lanzaron, el pasado 19 de marzo, un mensaje de esperanza. Se hicieron eco del discurso del presidente del Consejo Empresarial para la Competitividad, César Alierta, a su vez, presidente de Telefónica, una de las principales compañías españolas que apenas paga a Hacienda o, si lo prefieren, no lo hace en la misma proporción que el resto de los españolitos, aunque no es la única, todas las del selectivo IBEX 35 tributan con parámetros parecidos, es decir, muy bajos. Así nos va. Volviendo a lo que se difundió el día de San José, el señor Alierta, con motivo de la presentación del documento: 'España, un país de oportunidades', vino a decir que «a España sólo le queda un trimestre negativo», llegando a asegurar que el PIB español caerá un 0,3% en el segundo trimestre, registrará un crecimiento cero en el tercero, y en el cuarto crecerá un 0,3%, iniciando, a partir de aquí, ya en 2014, la senda de la recuperación. Por aquellas fechas, la agencia de calificación Standard & Poor's advirtió del peligro de un «estallido social» en España, por tanto, no pudieron ser más oportunos los buenos presagios del primer ejecutivo de Telefónica, en funciones de bombero, que, sin duda ninguna, le echó un buen capotazo al Gobierno de España.
Aunque todavía no ha pasado un mes desde la comparecencia de Alierta, el Comisario de Economía y Competitividad, el finlandés Olli Rehn, ya ha echado por tierra tan optimistas pronósticos del Consejo Empresarial para la Competitividad, el 'lobby' formado por las 17 empresas nacionales más importantes, al anunciar que España seguirá en recesión durante el próximo año. Dice Rehn que los esfuerzos que están haciendo los españoles son importantes, pero no suficientes. Exige más. Es por este motivo por el que nuestro Gobierno, con su carismático líder a la cabeza, don Mariano Rajoy, prepara un paquete de medidas para el Consejo de Ministros del 26 de abril. Vayan preparándose.
A cambio de esta nueva vuelta de tuerca que ultima el ejecutivo del Partido Popular, Rajoy tendrá más tiempo para alcanzar el objetivo de déficit. Se trata de relajar el castigo que se infringe, por lo menos, hasta que se superen las elecciones europeas, previstas para mediados de 2014, y todas las demás, que se celebrarán en 2015, es decir, las locales, autonómicas y generales. Téngase en cuenta que si España cerró 2012 con un déficit del 10% del PIB, es decir, un 7%, más el 3% por el rescate de los bancos quebrados, para alcanzar el objetivo de déficit del 3% que exige Bruselas hay que recortar 7 puntos. Esto, que parece cuestión de poca importancia, supone 1.000 millones de euros por cada 0,1%, es decir, 70.000 millones de euros, que, traducidos a pesetas, son 11,6 billones. Lo aclaro para aquellos que hayan perdido la referencia monetaria por el cambio de moneda.
En definitiva, que lo que queda por recortar no es moco de pavo, por lo que no hay que dejarse engañar por los espejismos, los oasis en medio del desierto y los cantos de sirena. España tiene que alcanzar un objetivo de déficit más pronto o más tarde, que es del 3%, lo cual implica recortar, a más o menos velocidad, un 7%, que equivale a los mencionados 70.000 millones de euros, o sea, que la escabechina que nos aguarda va a ser espectacular y extremadamente dolorosa, aunque se haga a fuego lento. No tengo ninguna duda de que este Gobierno sí habría sido capaz de acometer los recortes necesarios para llegar a la meta en el plazo exigido por Europa, pero el temor a una revuelta social y, sobre todo, a perder las consultas electorales a la vista, le ha llevado a levantar el pie del acelerador. En síntesis, se trata de llegar a los comicios de 2015 con una situación económica estabilizada y sin destrucción de empleo, aunque el número de parados se estanque muy por encima de los 6 millones. Y después, sin elecciones a las que enfrentarse, a seguir podando tan ricamente.
