A 30.000 millones de euros, en números redondos, es a lo que asciende el dinero de los ahorradores españoles que se ha invertido en las participaciones preferentes, un producto de gran complejidad para la mayoría de los afectados y, sobre todo, de riesgo alto. Con la entrada del euro, muchos ciudadanos han perdido la referencia monetaria, por lo que 30.000 millones de euros puede parecer poca cosa, pero si realizamos la conversión a las desaparecidas pesetas, veremos que estamos hablando de 5 billones, sí, 5 billones de pesetas. Un dineral.
Mucho se ha hablado de este asunto en los últimos meses, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que, probablemente, nos encontramos ante la estafa de mayores proporciones, por volumen económico, de la historia de España. Es verdad que habrá personas que, cuando confiaron su dinero a esta clase de instrumento financiero, sí sabían lo que estaban haciendo, pero no así la inmensa mayoría de los afectados, que no son más que modestos ahorradores y, por lo general, gente mayor. Por tanto, se puede concluir que fueron estafados aquellos que con engaños, medias verdades o sin disponer de toda la información de manera comprensible, suscribieron las participaciones preferentes.
También es cierto que el director o el empleado de la oficina bancaria, tentaban a los clientes con el señuelo de un interés mayor que el de un simple plazo fijo, y claro, como la gente se fiaba, todos picaban y se iban a sus casas tan contentos, pensando que habían hecho el negocio de su vida. Si se les hubiese informado con claridad y en un lenguaje totalmente comprensible, que es lo profesional, estoy seguro que no habrían mordido el anzuelo. Si les hubiesen aclarado que esos magníficos réditos los obtendrían por su dinero a cambio de comprometerse a mantener la inversión a perpetuidad, es decir, sin poder disponer de esos fondos, seguro que los impositores no habrían aceptado. Por tanto, en esos miles de casos concretos, esto es una estafa en toda regla, que como bien define el Diccionario de la Real Academia Española es un "delito consistente en provocar un perjuicio patrimonial a alguien mediante engaño y con ánimo de lucro".
A la vista está que se ha producido un perjuicio patrimonial; como también es obvio que se ha hecho mediante el engaño, dado que no se le dijo toda la verdad a los que adquirieron este producto. El tercer elemento, el ánimo de lucro, es, seguramente, el más evidente, pues la entidad bancaria se ha quedado con el capital y el empleado de turno habrá cobrado una buena comisión por 'colocar' las preferentes. Al hilo de esto último, los ciudadanos deberían de asumir que el personal de cualquier sucursal bancaria ha sido bien entrenado para defender los intereses de la empresa, que es, a fin de cuentas, la que les paga. Por tanto, es conveniente no perder nunca de vista que detrás de esa sonrisa de quita y pon, de ese trato amable, no hay más que una mente fría y analítica que intenta, por todos los medios, vendernos el instrumento financiero del momento. Ese es su trabajo, pero, como en todos los oficios, hay profesionales honestos, con escrúpulos, y otros que no lo son.
Los estafados por las participaciones preferentes se van a cansar de hacer manifestaciones y de perseguir políticos, pero, de ahí a que les devuelvan sus ahorros, hay un trecho que a primera vista parece infranqueable. Ya hemos visto la respuesta que dio el Gobierno en el Consejo de Ministros del pasado viernes, tan decepcionante para los afectados como ventajosa para la banca. Lo llamativo del caso es que, en este país, si te pillan robando un jamón en Mercadona les falta tiempo para enchiquerarte y, sin embargo, todo este latrocinio de miles de millones queda impune. Lo mejor de todo es que muchos de estos presuntos delincuentes se pasean con escolta y en coche oficial. Digo presuntos porque, como nunca serán juzgados, no podremos saber si, por sentencia judicial, son o no son unos chorizos. Aunque aquí, cada cual, ya tiene su opinión muy bien formada al respecto.
Por cierto, me sorprende que, por estas prácticas que han llevado a miles de ciudadanos a la ruina, no se escandalicen aquellos que muestran tanta indignación por el escrache.
