Si usted tuviera la posibilidad de pedir al Banco Central Europeo dinero a crédito, un suponer, 5.000 millones de euros; el BCE se lo prestaría a un interés del 0.75%, que es, a día de hoy, el precio oficial del dinero. Si con esos 5.000 millones usted hubiese acudido a comprar deuda española, por ejemplo, el pasado 21 de marzo, se habría percatado de que la rentabilidad del bono a 10 años se situó en el 4,919%. Seguimos, si el BCE le presta al 0,75% y usted compra deuda soberana al 4,919% la diferencia a su favor es de un 4,169%, por lo que la rentabilidad anual de esos 5.000 millones de euros, antes de impuestos, sería de 208,45 millones. No está nada mal, ¿verdad? Evidentemente, a usted no le va a prestar ni un euro el BCE, pero la banca privada sí tiene barra libre. ¿Se da cuenta de qué forma tan sencilla ganan dinero a espuertas los banqueros? Solo hay que ir al BCE a pedir dinero y después acudir a comprar deuda soberana. Sin salir del despacho, claro, por internet.
Si España se financiara directamente del BCE, al 0,75% de interés, pagaría anualmente de réditos, por los mismos 5.000 millones, 37,5 millones euros, que sigue siendo un dineral, pero no la animalada de 208,45 millones, pues, como hemos perdido la referencia monetaria por el cambio de moneda, parece poco dinero. A esto es a lo que me refiero cuando digo que España paga intereses elevadísimos que se han generado de forma fraudulenta. Porque esto es un fraude, legal, pero fraude, ¿o no? A partir de aquí es lógico preguntarse: ¿por qué el BCE no compra la deuda soberana directamente a los países de la Unión Europea? ¿Por qué los gobiernos de los países miembros aceptan estas reglas del juego tan perjudiciales para sus ciudadanos? ¿Por qué las instituciones europeas son cómplices necesarios de este saqueo a gran escala? Además, dado que los ciudadanos de la Unión sólo elegimos al Parlamento Europeo, cabría preguntarse ¿por qué no dice ni pío ante un expolio de semejantes proporciones? No encontrará respuestas convincentes, no las hay. Mientras la banca tiene montado este tinglado, pidiendo dinero allí y comprando deuda soberana aquí, el negocio va tan bien que, poco a poco, han abandonado su actividad tradicional, que es la de prestar dinero a las empresas y particulares. En definitiva, que la economía financiera ha arruinado la actividad productiva. Así nos va.
Si España se hubiese financiado directamente del BCE desde que existe esta institución, como ocurre en Japón o EE.UU., la deuda pública nacional sería inferior al 20% del Producto Interior Bruto español, pero como se hinchan artificial y fraudulentamente los intereses, tal y como ya hemos visto, el endeudamiento de España a 31 de diciembre de 2012 alcanzaba el 84,1% del PIB, según el Banco de España. Si la deuda pública de nuestra nación se moviera en parámetros inferiores al 20% del PIB, es evidente que ya habríamos iniciado la senda de la recuperación económica, puesto que no habría hecho falta recortar nada ni subir impuestos, el consumo no se habría caído, la administración podría mantener sus inversiones y habría mucho menos paro. Pero como hay que pagarle tantos intereses a los bancos, el nivel de endeudamiento crece y crece y vuelve a crecer. Así, por medio de la deuda, colonizarán España, desmantelarán el estado del bienestar, se adueñarán a precio de ganga de las empresas rentables de propiedad pública: AENA, Puertos del Estado, Adif, Renfe, AVE, Loterías. Sin despreciar que van a crear nuevos nichos de negocio para las compañías privadas en sanidad, educación y pensiones. Todo esto con la excusa de que no se puede mantener porque no hay dinero. ¿Cómo se va a poder sostener, si con el consentimiento de los partidos políticos están saqueando la nación? En definitiva, nos han llevado al precipicio un poder financiero sin escrúpulos, amoral e insaciable y unos políticos que, a cambio de repartirse las migajas, se han convertido en los cómplices necesarios de este latrocinio. Luego, para que nos sintamos culpables, nos dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. ¡Tendrán cara!
