En la época de vacas gordas, cuando se construían aeropuertos sin aviones y tramos de AVE sin viajeros, también se desató una fiebre por crear nuevas autopistas, que, con el paso del tiempo, cuando han entrado en servicio, se ha demostrado que no hacían ninguna falta. En Madrid hay unas cuantas de esas. Ni que decir tiene que, de todas estas obras innecesarias pero de coste multimillonario, se habrán repartido, seguramente, excelentes comisiones los mandamases de turno. Las empresas concesionarias de las nuevas autopistas se han dado cuenta de que lo que parecía rentable no lo es, aunque estoy seguro que lo sabían desde el principio. Lo que realmente les interesaba era hacer el negocio de su construcción. Ahora, como estas concesiones son una auténtica ruina, va a tener que rescatarlas el Estado, o sea, los españoles nos tendremos que rascar otra vez el bolsillo para sufragar todos estos excesos. En pocas palabras, que se privatizan los beneficios, cuando los hay, y siempre que el negocio produce pérdidas se procede a su inmediata socialización. Y luego dicen que son liberales, lo que son es otra cosa muy distinta. Dejémoslo, por ahora, en gente lista. Por cierto, el rescate de las autopistas, aunque nos digan que no, también aumentará el déficit del Estado, igual que lo ha incrementado el de la banca.
Como consecuencia de todos estos desmanes, despilfarro a tutiplén y corrupción a mansalva, a los españoles, de momento, no nos han chuleado una parte de los ahorros que tenemos en el banco, como les termina de pasar a los chipriotas, aunque todo se andará. Por si acaso, vayan pensando en sacar el dinero. Sin embargo, el adelgazamiento del estado del bienestar, hasta dejarlo en mantillas, es otra forma de sustraerle a los ciudadanos lo que por derecho les corresponde, que eso también es salario en especie. Aquí, las empresas del IBEX 35, que son las grandes compañías del país, apenas tributan a Hacienda, pero a los demás nos están crujiendo con el IVA, el IRPF, el IBI, los impuestos especiales y los recortes.
El Gobierno del señor Rajoy está aplicando políticas, ex profeso, que empobrecen a la mayoría de la población y enriquecer todavía más a la banca y las grandes empresas. Para que los grandes no paguen lo que corresponde, han de acribillar a impuestos a los pequeños. La última acción del Gobierno en contra de los españoles ha sido dificultar que los mayores de 55 años puedan acceder a las ayudas por desempleo, y endurecer las condiciones para que los trabajadores se puedan jubilar anticipadamente, eso sí, después de arreglarles el traje, con perdón, a Iberia y al sector bancario, como ya comenté en otro artículo: Liberales de boquilla, que, gracias a esta indulgencia de nuestro amado Gobierno, podrán ahorrarse una millonada en los costes de la reducción de sus plantillas.
Como también he comentado en alguna ocasión, lo que está sucediendo no se arregla votando del partido 1 al partido 2 y viceversa, que es al juego que nos han dicho que tenemos que jugar. Ya saben, las otras opciones políticas son estrafalarias, según don Mariano. Si Alemania va a colonizar el sur de Europa por medio del fuerte endeudamiento, debido al pago de elevados intereses que se generan de manera fraudulenta, ¿cuántos años hace que por esta misma vía, la de los préstamos, los bancos tienen sometidos a los grandes partidos políticos de la nación? No olviden que ha tenido que ser el Tribunal de la Unión Europea, el que, ante una demanda por el clamoroso abuso de los desahucios, ha dictado una sentencia para bochorno de populares y socialistas, pues, como es público y notorio, no se han atrevido a modificar la Ley Hipotecaria por si importunaban al poder financiero. Acuérdense, también, que al PP y al PSOE, en agosto de 2011, le bastaron 15 días para incluir en nuestra Constitución el equilibrio presupuestario, lo cual es absolutamente incompatible con el ideario de la socialdemocracia. Por cierto, ahí, en esa modificación de la Carta Magna, es donde empiezan los recortes.
