Dentro de pocos días, el 12 de febrero, se cumplirá un año de la entrada en vigor de la Reforma Laboral, aprobada por el Gobierno de Rajoy. El balance no puede ser más desalentador: Más de 6 millones de parados, un 70% más de EREs entre enero y octubre de 2012 y reducción generalizada de los salarios de los empleados (un 5,4% de media según datos del INE), frente a un aumento de un 3,16% de media del de los directivos (según datos del ICSA - Investigación, Consultoría, Sistemas y Aplicaciones en Recursos Humanos). En definitiva, más paro, más despidos y salarios más bajos.
Rajoy y el PP se escudan siempre en que están haciendo lo que están haciendo, porque no se puede hacer otra cosa. Es obvio, que otras cosas se pueden hacer, que otra política es posible, como demuestra lo que se conoce estos días respecto a la Reforma Laboral que prepara Francia. Una reforma muy distinta de la que ha hecho Rajoy. Una reforma que está naciendo del acuerdo social entre empresarios y sindicatos, a diferencia de lo que Rajoy nos ha impuesto a los españoles, a golpe de mayoría absoluta; una reforma cuyo objetivo es mantener los puestos de trabajo, aunque sea a costa de reducir salarios; aquí, sin embargo, el objetivo ha sido y es abaratar el despido, facilitar los ERE y reducir los salarios.
Hoy, está más que comprobado que anteponer la lucha contra el déficit, a la lucha contra el desempleo ha sido un monumental error. No incidir en políticas de crecimiento ha hecho que se desbocara el número de parados. Los recortes y ajustes al servicio de la reducción del déficit y, una reforma laboral al servicio de un modelo de salida de la crisis basado en la reducción de salarios y de derechos laborales no ha funcionado, nos ha conducido a una situación insostenible que ha empeorado notablemente en 2012. Más de 6 millones de parados, la pérdida de más 800.000 cotizantes a la S.S., el incremento de la tasa de paro juvenil al 55%, el aumento de los despidos, el deterioro de la negociación colectiva, el aumento de la conflictividad laboral, la desaparición del dialogo social, la reducción del grado de cobertura de trabajadores protegidos por desempleo … este es el triste bagage del primer año Mariano.
Sin duda, estamos ante una gravísima emergencia social que requiere un gran pacto social y político que nos permita alcanzar un gran pacto por el empleo. Pacto entre Gobierno y Agentes Sociales, también con la participación de los Partidos Políticos… un pacto de todos. El trabajo dignifica a las personas, su ausencia provoca una gran inestabilidad que afecta tanto a nivel personal, como al entorno en el que se convive. El empleo, por tanto, es la máxima prioridad, Para crearlo, es necesario un cambio en la política económica que se desarrolla tanto en España, como en Europa. El objetivo debe ser el crecimiento y el empleo. El líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba y el PSOE, lo han propuesto, ¿estará Rajoy a la altura de lo que España necesita?. El tiempo nos lo dirá, aunque, lo peor de todo, es que no tenemos tiempo.
