“Sabemos perfectamente lo que hay que hacer para mejorar la reputación de España, crecer y crear empleo. Y lo vamos a hacer” (Mariano Rajoy)
Se cumplen por estas fechas un año desde que el Partido Popular y su líder, Mariano Rajoy, dirigen los destinos de España. Un año inolvidable, inigualable, extremadamente largo y profundamente triste; un año de desengaños, mentiras y mucho, mucho cabreo … cabreo en la sanidad, en la educación, en la justicia, en los parados, en la función pública, en los dependientes y sus familias, en los discapacitados, en los trabajadores … hoy podemos afirmar con absoluta rotundidad que, un año después, TODO ESTA PEOR.
Nos hemos dado cuenta que Rajoy y los personajes que le rodean no tienen ni idea de qué hacer con este país. Hoy, un año después, España es más pobre, millones de ciudadanos viven hoy mucho peor que hace doce meses, nunca ha habido tantas personas en paro -cerca de seis millones- y jamás la economía española ha estado tan mal considerada y al borde del temido rescate.
Lo que estaba mal, como la economía y el paro, ahora están peor; y, lo que estaba bien, como la sanidad, ahora está muy mal y se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de los ciudadanos. Es cierto que el testigo que pasó el Gobierno Socialista era el de un país con muy serias dificultades –alto déficit, alta tasa de paro-, pero también era un país con el mayor nivel de Estado del Bienestar jamás alcanzado, con la mejor y más moderna red de infraestructuras de Europa y el mayor desarrollo tecnológico y científico de toda su historia. Hoy, todo está en franco peligro y en evidente retroceso.
El Partido Popular ha aplicado una política ineficaz e injusta socialmente que sólo trae sufrimientos inútiles, porque no sirve ni para sacarnos de la crisis, ni para crear empleo. Rajoy ha hecho todo lo contrario de lo que dijo. Ha metido las tijeras a la sanidad, a la educación, a la dependencia, a los derechos de los trabajadores, a las prestaciones por desempleo y ahora … también a sus intocables pensiones. Están desmantelando, no por la crisis sino por su rancia ideología de derechas, todo lo que hemos construido a lo largo de los últimos 30 años, logros de la sociedad en su conjunto y pivotados sobre las políticas que los diferentes gobiernos socialistas aplicaron.
No es cierto que la culpa sea de la herencia recibida, no es verdad que no haya otras formas de hacer las cosas y, por supuesto, no da lo mismo quien nos gobierne. Si las cosas están peor es por las políticas que ha aplicado este Gobierno que ha empeorado lo que estaba mal y también lo que estaba bien; para conseguir más ingresos no es lo mismo hacer una amnistía fiscal a lo defraudadores -que además no ha dado resultado- que poner un impuesto a las grandes fortunas como ha hecho Francia; y claro que no es lo mismo quien nos gobierne porque, mientras unos construyen servicios públicos y reconocen derechos universales, otros los desmantelan y los reducen; si alguna vez ha sido evidente que el PP y el PSOE hacen cosas muy diferentes es ahora y, por eso, decenas de miles de ciudadanos se manifiestan diariamente en defensa de lo público.
No todo vale para salir de la crisis, antes que nada están los ciudadanos y, los primeros, los que peor lo están pasando; hoy, más que nunca necesitamos dirigentes que velen por los intereses de la mayoría, de los más necesitados, que hagan de la solidaridad y la justicia social su principal argumento, porque, como dijo el líder socialista portugués, Antonio José Seguro, “los ajustes tienen un límite, la dignidad de las personas”.
