La sabiduría

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Viernes, 04 Septiembre 2009 02:00

Según su definición académica, la  sabiduría es una disposición de orden intelectual que presupone los conocimientos y elementos de juicio necesarios  para tomar una decisión acertada. Sin embargo, hay políticos que una vez entronizados en el poder, en lugar de ejercer el gobierno con prudencia y equidad, se guían por intereses políticos que es la forma más perversa de confundir a la gente, crear una situación de gresca permanente y con ello, no dar opción a la reflexión y al dialogo. Un ejemplo de esto, lo podemos apreciar en el comportamiento del Delegado del Gobierno,  quien con una actitud coactiva y utilizando el poder como única razón, se opone a la celebración de plenos municipales en el Puerto; sin tener en cuenta que, hoy por hoy, vivimos en una ciudad dual con dos núcleos de población totalmente diferenciados. Por esta razón, anular el acuerdo municipal de alternar la celebración de los plenos en ambos núcleos, atenta contra los principios del derecho natural e institucional del ciudadano y a su voluntad de participar y contribuir al bienestar público de la comunidad. Así mismo, supone una fragante vulneración de la autonomía municipal que es reconocida por la Constitución Española, la Ley reguladora de Bases del Régimen Local y la Carta Europea de la Autonomía  Local y defendida, por la reiterada doctrina del Tribunal Constitucional. Sabemos que las normas jurídicas se nutren de reglas y principios que los tribunales van interpretando y desarrollando; sin embargo el señor Peralta, no es partidario de la justicia objetiva y prefiere acomodarse en el formalismo, para obtener el mayor rédito político posible y de paso, erosionar el crédito del equipo de gobierno municipal.

Sería una irresponsabilidad hacer juicios de valor sobre la actuación de una persona que no se conoce o que no se tenga motivos para ello, cosa que en este caso no ocurre. Pues como dicen los filósofos, todo tiene una causa, y si tiene una causa estaba predestinada a existir desde el momento que la causa surgió. Esto viene a liza porque tras la experiencia de un proceso en  Magistratura de Trabajo, en el que el señor Peralta actuaba en defensa de los despedidos de Menera, recayó sentencia favorable a la demanda; pero no se pudo cobrar, porque la  Empresa  había sido disuelta dos años antes. Este  hecho provocó que nuestro defensor se desentendiera del  problema, bien  por indolencia o tal vez, por una insuficiente  visión jurídica,  que le impidió  encontrar el resquicio legal que hubiera  permitido a   los trabajadores cobrar  los más de  veinticinco millones de pesetas  que se les debía y que, por desgracia,  se perdieron en la maraña burocrática del Estado.  

Hecha esta salvedad justificativa, lo que ahora ocurre es que el «hado inevitable» ha dispuesto que el Delegado de Gobierno y la responsable de Costas, vengan en plan inquisitivo a presentarnos el proyecto del deslinde de la playa y sin rubor alguno, nos advierten: «o se hace lo que decimos, o no se hace nada y nos vamos a otra parte». La playa es una de las señas de identidad porteña. Es la historia viva que nos ha acompañado desde la niñez hasta nuestros días y en su arena, están los recuerdos de momentos esplendidos y el recuerdo de aquellos que nos acompañaron y ya no están co nosotros. Sin embargo, por razones que desconocemos, el Delegado de Gobierno, en lugar de actuar como tal, ha emprendido una ofensiva para encizañar la convivencia vecinal, con  juicios de valor sobre las playas del norte o del sur y, a su vez, ha iniciado  una ronda de reuniones a espaldas de Corporación municipal, con sindicatos y asociaciones que, si bien un día fueron representativas y respetadas, hoy están desvalorizadas a causa de su sometimiento al poder gubernamental. A nadie se le puede escapar que estas  reuniones,  no respetan las reglas democráticas y no tienen más objeto que parodiar un acto informativo, para buscar  el apoyo a un proyecto que no reúne   las  condiciones necesarias para ser tomado en serio. Tal circunstancia,  hace  pensar que hay motivos no confesables que aconsejan que la extracción de arena se realice a la mayor brevedad posible, aunque no exista la evaluación técnica que lo justifique. No obstante, como este proyecto y el de la restauración del espacio público son independientes, lo lógico sería iniciar los trabajos por este último y dejar a los expertos que hagan las valoraciones técnicas necesarias. Apoyar lo contrario, sería un acto de insensatez y maldad que  podrá satisfacer interese personales; pero es perjudicial para   la sociedad en general.  

    La utilización del engaño puede ser eficaz en algún momento, pero dura poco y te puede dejar en ridículo. Por esta razón va ha ser difícil poder explicar el motivo de que ahora se asuma la defensa  de un dudoso proyecto, cuyo trasfondo tiene trazas de estar encaminado a la especulación urbanística en aquella zona; cuando en ocasiones  anteriores se han opuestos  con radicalidad a proyectos similares,  tal como el mismo Puerto Siles que no pudo ubicarse en el lugar donde se fundó  o el apartotel con sus galerías comerciales y otras dotaciones deportivas y de ocio. Pero como oportunidad única: «La Marina de Puerto Corinto». Esta marina con canales navegables, puntos de amarre y un importante complejo urbanístico, con hoteles y escuela, hubiese convertido la zona en una referencia internacional y contaba, además, con garantías suficientes para  no perjudicar la costa, ni los terrenos colindantes. En su ejecución, al contrario de lo que ahora se pretende,  se iniciaba con la construcción de la dotación urbanística. Sin embargo, pese a la bondad del proyecto y la positiva repercusión económica que hubiera supuesto para ciudad y para la generación de  empleo, el Gobierno socialista dijo ¡NO! Y se rechazó. Aunque siempre quedará la duda: ¿Se habría rechazado si  el PSOE hubiera estado gobernando en el Ayuntamiento?  Ver ahora a los que se opusieron a este proyecto, defender y sobrevalorar la propuesta actual, resulta un sarcasmo y denota la falta de coherencia de aquellos que anteponen los intereses del partido a los de la sociedad.

No sé por qué razón,  esta propuesta me recuerda el hecho histórico que ocurrió en el año 219 a.C., cuando un noble llamado Alorco, aliado de Aníbal y en nombre de éste, propuso a los saguntinos salvarles la vida si abandonan la ciudad y la reconstruían en otro lugar. La respuesta fue tajante: antes de rendirse y disfrutar de sus riquezas en otro sitio, decidieron lanzarse a la hoguera con todos sus bienes. Los que no lo hicieron fueron pasados a cuchillo o vendidos como esclavos. Por el contrario, los habitantes de los pueblos limítrofes que combatieron con Aníbal, se dedicaron a un saqueo despiadado de la ciudad.  Tras evocar este relato y salvando la distancia, uno se permite la libertad de mezclar contenidos imaginarios del pasado con el presente y ante la propuesta oficialista sobre la playa, se pregunta: ¿No estaremos ante la reencarnación de Alorco, que nos ofrece lo que todos deseamos a cambio de destruir lo que más queremos? Está visto que nuestro sino, es el estar permanentemente en alerta para rechazar los ataques de «tiros y troyanos» que pretenden quitarnos hasta el carnet de identidad,

    José Mª Piró Rodríguez   

   

 
Modificado por última vez en Viernes, 04 Septiembre 2009 02:00

 

 

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