Como el agua

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 09 Febrero 2024 21:01

Hay quien no lo entiende, pero se llama solidaridad. Y, a veces, hasta podemos verla de cerca. Valga como ejemplo la actuación convencida del presidente Mazón, ofreciendo a Cataluña el agua desalada en Sagunto, la cual merece una valoración tan positiva como plausible.

No hace muchos años que, por una cuestión meramente ideológica, se nos negó el agua del Ebro que, desde Cataluña, iba a permitir regar los cultivos de la Comunidad Valenciana, Murcia y parte de Andalucía. Las convicciones ilógicas e ideológicas de Zapatero llevaron a que una de las primeras decisiones de su Gobierno fuese derogar el Trasvase del Ebro, incluido en el Plan Hidrológico Nacional. Esa agua, con la que se pretendía paliar parte de los problemas de nuestra agricultura, se ha estado vertiendo al mar durante estos años y quien sabe si, paradójicamente, las corrientes la han llevado hasta las costas de nuestra comarca para que sea desalada aquí y devuelta, ahora en barcos, a la necesitada Cataluña.

Lamentablemente, son contadas las ocasiones en que puede verse una solidaridad interterritorial entre comunidades autónomas, y menos aún en materia de agua. No hay que remontarse demasiado atrás para encontrar constantes enfrentamientos y concesiones, parciales y siempre condicionadas, con el trasvase del Tajo al Segura que permite la supervivencia de la huerta murciana.

Pero no deja de ser curioso que Cataluña pase sed. Desde bien pequeños, en la escuela, se nos explica la España seca y la España húmeda. Y es una línea ecuatorial a nuestra Península la que separa una y la otra entre norte y sur. Si añadimos a esto que la cuenca del Ebro se encuentra, esta misma semana, al 63,67%, cuesta entender que, salvo una deficiente gestión de cuenca, haya problemas de abastecimiento. Lo triste es pensar que, pese a todo, y valga la reiteración, esa agua acabará en el mar, llegando, por el efecto de las corrientes, a Sagunto para ser desalada y devuelta a nuestros vecinos del norte. La frase es repetida. La historia también.

Pero hasta eso podemos pensar que es lo de menos. La cuestión cierta e innegable radica en que la Comunidad Valenciana es solidaria incluso con quienes no lo son con nosotros y, más aún, que Cataluña sigue queriendo ser española cuando la necesidad aprieta. Sus ansias independentistas se acaban dónde empieza la sed, igual que acabarían si llegasen a ser conscientes de la insuficiencia de recursos internos para abastecer sus necesidades. Es ese el límite de sus aspiraciones independentistas, aunque, en ese mundo paralelo en que se desarrollan sus sueños, pretendan seguir siendo españoles cuando les pueda interesar.

Habrá quien opine de mil y una formas sobre esta iniciativa del presidente Mazón. No pasa nada. Hay tantas opiniones como colores y ahí radica la grandeza de un sistema libre y democrático como el que nos dimos los españoles y que, quienes ahora van a beneficiarse de la solidaridad interterritorial, empezaron a cuestionar hace unos años. Estoy totalmente convencido de la conveniencia prestar ayuda a quien lo necesite y, más aún, en temas tan esenciales como es el agua.

Volviendo al tema principal, la solución de Zapatero a la falta de solidaridad de la cuenca del Ebro fue la instalación de desaladoras en las comunidades de cuencas deficitarias. Pero la paradoja ha querido que constituyan la alternativa para quienes generaron la falta de solución a ese problema. Pero, ¿alguien se ha parado a pensar en el coste de esa agua? ¿Alguien ha calculado el coste de la desalación y el transporte desde Sagunto hasta Barcelona? Quiero pensar que sí, pero tengo muchas dudas. Y, lo peor, me da que no va a ser Cataluña quien se haga cargo de ese sobrecoste, sino que la solidaridad interterritorial, esa de la que tan poco entienden los gobernantes de esa Comunidad, hará que la paguemos entre todos o, peor aún, entre todos menos ellos.

En cualquier caso, puede ser un buen momento para que, quien corresponda, se tome en serio el problema del agua y la necesidad de una redistribución equitativa a las necesidades de cada territorio. En una semana en que las reivindicaciones de los agricultores han tenido tanto protagonismo, es necesario pensar una solución a uno de los recursos más necesarios y escasos para nuestro campo y la base de nuestra cadena alimentaria. Si, al menos, conseguimos esto, quedará por bien pagado el coste de esta iniciativa y quedará claro que hay asuntos con los que no se puede hacer ideología. Claro como el agua.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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