¡¡Planeador abajo!!

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 01 Diciembre 2023 21:04

Aquellos que ya tenemos cierta edad, seguro que aun encontramos, en algún lugar de nuestra memoria, aquella serie de dibujos que nos contaba, cada mediodía de sábado, las hazañas de Mazinger Z. Pese a ello, nunca pudimos pensar que, en 2023 y vestido de ministro, encontraríamos una réplica de aquel autómata, aparentemente todopoderoso, pero que, en realidad, se limitaba a cumplir las órdenes de Koji Kabuto metido, con su planeador, dentro de su cabeza.

Si había alguien capaz de idear un personaje a la altura no podía ser otro que Pedro Sánchez, y su invento de ministro plenipotenciario se llama Félix Bolaños. El recién investido presidente ha decidido premiar al ministro más polémico del tramo final de la anterior legislatura convirtiéndolo en el ejecutor de ese modelo de Estado en que él y su ego quieren convertir a España.

Aquella frase de Alfonso Guerra, en 1985, referida al fallecimiento de Montesquieu ha cobrado todo su sentido, casi cuarenta años después, con la fusión de los tres poderes del Estado en un solo ministro. Desde hace unos días, en el colchón de Bolaños duermen el ejecutivo, el legislativo y el judicial, como si de un solo poder se tratara, creando una amalgama de sensaciones que resultan, cuanto menos, inquietantes para nuestro modelo de Estado.

La referencia a Mazinger Z cobra todo su sentido cuando la cabeza del ministro acoge todos los principios del Sanchismo. Es obvio. Si no, no estaría donde está. El presidente, con su planeador, ha instruido a Bolaños en la necesidad de un Estado, con todos sus componentes, a disposición de su causa y sin interferencias para llevar a cabo su misión.

Pero flaco favor se le hace a la democracia alineando los tres poderes en un mismo ministerio y evitando así la labor de fiscalización que cada uno de ellos debía hacer sobre los demás. El objetivo es evidente: evitar, o cuanto menos complicar, el necesario control que la arquitectura constitucional había diseñado entre ellos. Sin ese control, el ejecutivo alcanza unos poderes plenipotenciarios sin posibilidad alguna de que las Cortes Generales o el Poder Judicial puedan poner, a tiempo, cortapisas a su gestión.

Con esto, se allana el camino a cuantas tropelías quieran llevarse a cabo para contentar al siempre amenazante Puigdemont que ni deja, ni va a dejar, pasar un solo día sin recordar, al Gobierno de Sánchez, su fragilidad y su extrema dependencia de su voraz apetito.

Pero, por si algo faltaba para que la referencia fuese completa, Sánchez decidió, este verano, proponer a Afrodita A (con A de Armengol) como presidenta del Congreso. Con ello, lejos quedan aquellos tiempos en que la presidencia moderaba los debates y rebajaba la tensión entre bancadas. Armengol ha venido justo a lo contrario y, ni la presencia de los Reyes en la apertura solemne de la legislatura, le ha generado problema alguno para hacer un discurso sectario, partidista y partidario destacando las que ella considera “grandes bondades” del socialismo de Sánchez. Ni era el lugar ni era el momento de hacer mítines. Las Cortes Generales son una institución bastante más seria de lo que esta señora parece creer. Desde inventarse votos nulos donde no los hay hasta prolongar o no (siempre deliberadamente) el tiempo de las intervenciones, su neutralidad presidencial se ve francamente comprometida en cada ocasión en que se pone a prueba.

Por cierto, una vez más (y no sé cuántas van ya en tres meses), aprovechó su discurso para mostrar el desprecio que tiene al valenciano como lengua oficial de nuestra Comunitat al que, en el mejor de los casos, equipara al catalán como si de la misma cosa se tratara. Grave es que la tercera autoridad del Estado desconozca los idiomas co-oficiales reconocidos en los estatutos de autonomía, pero más aún lo es que ignore la sensibilidad de los cinco millones de personas que vivimos en la Comunitat Valenciana.

No obviemos que, por supuesto, ese ninguneo no es gratuito ni casual. Es, además de complaciente con Puigdemont, un paso más en su ensoñación de esos “Països Catalans” que tanto anhela y defiende. Y, para ese objetivo, la Comunitat Valenciana es tan necesaria como incómoda por su identidad, por su historia y por la capacidad de resistencia de un pueblo que pretende seguir teniendo nombre propio.

No podemos dejar de recordar a Armengol, a Bolaños, a Sánchez y a quien corresponda que, cada vez que ignore nuestra lengua o nuestra tierra, vamos a reivindicar nuestra valencianía inclusiva con y en España. Siempre que sea necesario, vamos a exigir que el Congreso conozca y reconozca las señas de identidad que siempre nos han identificado como valencianos y españoles y las necesidades y derechos que tiene nuestra Comunitat y las gentes que en ella vivimos.

Tanto Mazinger como Afrodita han venido a cumplir su misión, la que su “Koji Sánchez” les ha impuesto a cambio de alcanzar los puestos que ocupan, pero, del mismo modo que enfrente están encontrando a una sociedad activa contra la barbarie legislativa que supone el proyecto de ley de amnistía, deben encontrar también a una sociedad valenciana que, de ninguna manera, permita el ninguneo de sus derechos y de sus señas de identidad. Las cesiones de hoy serán los lamentos de mañana, así que toca armarse de fuerza, valor y personalidad. ¡¡Planeador abajo!!

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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