Las cuentas no salen, los votos no dan

Escrito por Ángel Olmos Gauses y José María López Barquero
Viernes, 01 Septiembre 2023 21:00

Núñez Feijóo, ni en sus peores pesadillas se imaginaba el calvario que iba a sufrir desde la noche electoral del 23 de Julio. Su forzada sonrisa en el balcón de Génova 13 era la expresión inequívoca de saber que, siendo el PP la fuerza más votada, los números no le darían para ser elegido presidente del Gobierno de España. Está claro que la ‘fórmula gallega’, cuando se exporta al conjunto del país, no funciona igual, como tampoco lo hará, llegado el caso, la ‘solución Ayuso’. La elección de la socialista Francina Armengol como presidenta de la mesa del Congreso, con mayoría absoluta, así como su composición, marcan tendencia para la futura investidura del presidente del Gobierno.

La expresión facial de Núñez Feijóo en el Congreso, reflejaba su derrota en una elección clave para el funcionamiento de la cámara baja y, al mismo tiempo, acreditaba su debilidad, poniendo en entredicho hasta su propio liderazgo al frente del PP. Aun así, Felipe VI lo ha propuesto candidato por «costumbre». Núñez Feijóo le dijo al monarca que contaba con 172 votos: 137 del PP, 33 de Vox, uno de Coalición Canaria y otro de UPN, quedando, por tanto, a solo cuatro votos de la mayoría absoluta. Aunque Núñez Feijóo evitó decirle al jefe del Estado que tenía 178 votos en contra, que son los que obtuvo Francina Armengol.

¿Cómo se atreve Núñez Feijóo a decir que ha ganado las elecciones, cuando pierde en la primera votación importante? Y no será, desde luego, porque no ha intentado obtener los votos del PNV, llegando a insinuar la cesión de un puesto en la mesa del Congreso y, aun así, no han querido hablar con el PP por su vinculación con Vox. Con el mismo propósito, también lo han pretendido con los independentistas de Junts, el partido que Carles Puigdemont dirige desde el exilio, en Waterloo, pero sin ningún resultado. Incluso dirigentes del PP y sus terminales mediáticas dicen que el centro derecha tuvo 184 personas diputadas electas el 23-J, al meter en el mismo saco del centro derecha a: PP, Vox, CC, UPN, PNV y Junts. Calificar a la alianza PP-Vox de centro derecha es, además de falso, tratar a la ciudadanía de gilipollas. Lo que define a una fuerza política no es lo que dice ser, sino su posición ideológica, sus políticas y, sobre todo, su acción de gobierno. Recordemos aquella frase bíblica que viene como anillo al dedo: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis».

Estas organizaciones, PP-Vox, siguen legitimando la sublevación fascista de 1936 contra el gobierno democrático y legítimo de la II República y los crímenes de la dictadura, por eso quieren eliminar la memoria democrática. Sin olvidar el apoyo de Vox a los altos mandos militares, ya retirados, que hablaban, en un foro de WhatsApp, de fusilar a 26 millones de españoles. ¿Acaso no dijo Macarena Olona, en referencia a estos militares, «son de los nuestros»?

Qué decir de su posición regresiva en políticas de igualdad y violencia de género o de los ataques al colectivo LGTBI. Precisamente, este recién acabado mes de agosto se ha cumplido el 87 aniversario del asesinato, a manos de los fascictas, de García Lorca, lo mataron por «rojo y maricón», como lo llamaban. Estos planteamientos políticos tramontanos evidencian claramente su ideario, más que conservador, ultraderechista, confirmando su total distanciamiento de un centro derecha europeo y civilizado.

El PP está demostrando tal desesperación por intentar llegar al poder, que no le importa arrastrarse ante quien haga falta y pedirle sus votos, con tal de aupar a Núñez Feijóo hasta la Moncloa. Pretenden dialogar con el PNV, que ira al encuentro por «cortesía», y con ERC, que les ha dado con la puerta en las narices. Más humillante todavía es su intención de reunirse con Junts, a los que sitúan en la actualidad dentro de la Constitución por mero interés político, mientras llevan años llamándoles golpistas, acusándoles de querer romper España y tratando a Puigdemont como delincuente y prófugo de la justicia. ¿No obstante, rechazarían los votos de estas organizaciones si decidieran apoyarles?

El PP demuestra no tener escrúpulos, cuando marcan su línea roja con BILDU, y, al mismo tiempo, acuerdan o votan con ellos la mitad de los proyectos de ley, incluso los presupuestos en el parlamento vasco. ¿Acaso no es cierto que el PP pactó con BILDU repartirse las comisiones en el Ayuntamiento de Vitoria/Gasteiz, aunque, al hacerse público, rectificaron? Mucha cara.

El PP está en su derecho de buscar votos entre estas fuerzas políticas, pero la actitud de Vox demuestra que, con su silencio, lo está consintiendo. Si el PP encontrara los cuatro votos que le faltan entre los nacionalistas o independentistas, ¿Vox mantendría el apoyo con los 33 votos de su grupo parlamentario? Seguro que sí. ¿Acaso no fue José María Aznar quien dijo, en el IX Congreso del PP catalán, que «es legítimo defender la independencia siempre que sea por métodos pacíficos», y, al mismo tiempo, reconoció que no había nada que impidiera decir que España es un «Estado plurinacional»?

El propio Núñez Feijóo, al hablar de su tierra natal, ha llegado a decir «Nadie puede negarnos nuestro idioma. Galicia es una nación sin Estado». Se refería a esa Galicia que tanto debe añorar políticamente Núñez Feijoo, ya que su estancia en la capital de España no le está resultando nada edificante, pues solamente acumula derrotas.

Ángel Olmos Gauses
José María López Barquero

 

 

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