Cuando calienta el sol

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 09 Junio 2023 21:05

Unos días antes de las elecciones locales del pasado 28 de mayo, soñé que estábamos ya en el recuento. El resultado de aquel sueño no viene a cuento, pero despertar y darme cuenta de los días que aún quedaban para las votaciones me devolvió súbitamente a la realidad de que la campaña continuaba.

El 29 de mayo, tras una jornada electoral larga y agotadora, más aún después de tantos meses de campaña, la noticia de una nueva convocatoria electoral me hizo pensar que aquel sueño no había terminado y que no era posible que tanto despropósito junto pudiese estar dándose en un país que pretende ser normal, como es el caso de España.

Pero no, no era un sueño. Era una realidad, disfrazada de pesadilla, que nuestro presidente del Gobierno había decidido que esa época que todos los españoles esperamos para descansar era la perfecta para convocar elecciones generales.

Lejos estuve de pensar que el resultado de las elecciones autonómicas y municipales le habían hecho ver el agotamiento real de su proyecto político. Más bien, consideré una estrategia a la desesperada para provocar una elevada abstención y evitar el rearme de las otras opciones que aparecen por la izquierda del espectro político, acumulando así sus votos para mantener el billete permanente del Falcon.

Si poco se ha visto de nuestra trabajada democracia desde que este señor llegó al poder, menos aún se vislumbra con este último movimiento de trileros. Si Pedro Sánchez consideraba que no podía aguardar hasta final de año para una convocatoria de elecciones, bien podría haber aprovechado el proceso electoral autonómico para llamar a los españoles a las urnas. Si no era así, bien podría esperar unos meses, al menos dejar pasar el verano, para jugar otra vez sus cartas y evitar, si es que le queda alguna oportunidad, tener que dejar su renovado colchón en Moncloa.

Una vez más, intenta engañar la voluntad de los electores, camuflando votos, evitando participación y potenciando el voto por correo, que ya sabemos cómo trataron en las pasadas elecciones hasta que la policía destapó el entramado.

Nunca he sido de creerme las conspiraciones antidemocráticas, pero, de verdad, con este presidente ya estoy por creérmelo todo. Cualquier maniobra que haga hay que mirarla desde diversas perspectivas para poder ver sus tres vertientes: la que vemos, la que quiere aparentar y la que realmente es.

Convocar elecciones a finales del mes de julio es todo menos normal. No es que anula el efecto de la campaña electoral. Es que anula la seguridad que debe tener cualquier proceso electoral, por cuanto afecta a algo tan estimado como son las vacaciones que tantos meses pasamos deseando.

La primera conclusión es que pretende que no sea normal ni el final de su mandato. Ya no lo fue al principio, cuando ese abrazo con Pablo Iglesias (ese mismo que reconoció que le quitaría el sueño si tuviera que pactar con él) y su fusión con independentistas, pro-etarras y demás extremos, hicieron ver la ambición que tenía, él y su espejo, de dormir en Moncloa.

A partir de ahí, la cesión de la iniciativa de la gestión de gobierno a Podemos, el abanico de leyes que se ha sacado de la manga para alterar la normal convivencia de los españoles y la crisis económica que viene camuflando desde hace ya meses, nos han venido mostrando un camino errático que, como tal, nadie sabe dónde ni cómo puede acabar.

Confiemos que el calor no afecte a la voluntad de cambio. Confiemos que los deseos de playa, buen tiempo y vacaciones no dejen en casa ni un solo voto (ni para unos, ni para otros) y que el proceso electoral se desarrolle dentro de unos parámetros democráticos y de neutralidad como corresponde que sea.

A partir de ahí, será la voluntad de los españoles la que decida si quieren seguir con un Gobierno que nadie entiende o apuestan por una vuelta a la normalidad que nunca debió desaparecer de nuestro país. De momento, la oscura maniobra de la convocatoria electoral, tan sorpresiva como concienzudamente preparada, ya puede dar a entender las ocultas intenciones de quien presume de no dar puntada sin hilo. Confiemos que la estrategia no maquille la voluntad del pueblo español y que, como mínimo, el 24 de julio podamos celebrar que la democracia no ha querido quedarse callada ni siquiera cuando calienta el sol.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

Modificado por última vez en Viernes, 09 Junio 2023 13:29

 

 

SUCESOS

SALUD