Aquí no hay playa

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 26 Mayo 2023 21:02

En todos los procesos electorales, especialmente cuando coinciden con el buen tiempo, ha habido miedo a la playa. Esto de que los electores opten por arena y sol en vez de por urnas y escrutinios intranquiliza a quienes llevan semanas y semanas intentando captar el voto.
Sin embargo, en esta ocasión, en nuestra comarca, la playa ha tenido un papel muy destacado en la campaña. De la misma forma que, hace unos años, fue la España vaciada quien protagonizó debates y programas electorales, esta vez es la playa, o lo que va quedando de ella, quien ha adquirido ese protagonismo.

Esperemos, eso sí, que las soluciones propuestas se vayan haciendo realidad a partir de las próximas semanas, una vez constituidos los nuevos gobiernos locales. Si se nos vuelve a olvidar la comprometida situación en que se encuentran las playas del Camp de Morvedre, igual que se olvidaron las soluciones a la España vaciada, las playas verán exponencialmente incrementada su degradación a cada año que pase.

No es menos precaria la situación de poblados marineros, muchos ellos con más años que nuestra democracia, que el dedo acusador de no se sabe muy bien quien, ha demonizado como causantes de todos los males marítimo-terrestres.

No tengo dudas de la nula afección sobre la costa que tienen las Casas de Queralt ni el Grau Vell ni ninguna otra urbanización de esta índole. No tengo dudas de que no afectan en nada a la estabilidad del litoral ni al buen estado de las playas, pero menos aún cuando el Ayuntamiento las considera como zona urbana y, por eso, figuran (como no puede ser de otra forma) como contribuyentes a todos los efectos y se les prestan servicios de recogida de basuras, alumbrado público y alcantarillado, entre otros, que podrían demostrar, si aún fuese necesario, la legalidad de su situación.

No hay motivo alguno para que los delirios de ningún gobernante tengan en vilo otra vez a los propietarios de estas viviendas. No hay motivo para tener que demostrar una vez más la concesión o propiedad de los terrenos en que se ubican, y tampoco lo hay para seguir considerando que son una amenaza para nuestro litoral.

Vistas las obras que se han venido desarrollando en la costa, pensar que la existencia de unas viviendas que llevan más de sesenta años ocupando ese espacio, puede ser la causante de perjuicio alguno, no es más que un deseo trasnochado de quienes consideran que todo aquello que no les pertenece es malo.

Volviendo al tema original, nuestras playas merecen una dedicación especial, no solo en las últimas semanas previas a las elecciones, sino durante todos los meses de cada año. Precisan de gobernantes que realmente se preocupen de ellas, de la calidad de vida de quienes las habitan, permanente o estacionalmente, y del buen estado de los servicios públicos que se les prestan.

No es el caso. Acabamos una legislatura que ha sido verdaderamente dañina para las playas de Sagunto y de Canet. Hemos visto proteger la costa de Almenara mientras se dejaba desatendido y a su suerte, el litoral de nuestra comarca. Nuestras playas son lugar de ocio para muchos, pero también fuente de vida para otros. Es el medio de subsistencia fundamental para quienes están, ya a estas horas, deseando que llegue el verano y que la campaña sea buena para “hacer su agosto”. La degradación del litoral es, en paralelo, la degradación de las expectativas de negocio de estas familias y, como consecuencia, de su capacidad de supervivencia en una comarca que ve reducidas sus oportunidades turísticas.

Y una tierra sin oportunidades es un espacio tendente al vacío. No nos pasará como a la España vaciada que, tras aquella campaña que la hizo protagonista, fue la gran olvidada por el Gobierno de España y hoy está más vacía que entonces. No nos pasará porque el litoral, y la acumulación de población en torno a él, nos concede oportunidades que otros no pudieron tener. Pero eso no quita para saber que, quien no cuida sus recursos, está condenado a fracasar una y otra vez.

No es tema de campañas, no es cuestión de defender cada cuatro años aquello que se va degradando día a día. Ha habido tiempo para prevenir el desastre tanto desde los ayuntamientos como desde la Generalitat o desde la Delegación del Gobierno (cuya titularidad no hay que olvidar que ostentó, durante años una saguntina). Nada se hizo hasta que las elecciones se plantaron a la vuelta de la esquina y, entonces, ni con prisas se pudo arreglar lo que tanto tiempo se venía avisando.

O nos lo tomamos en serio o llegaremos tarde. La protección de nuestro litoral debe ser una prioridad demostrada por todos y, por tanto, una exigencia hacia los candidatos y los programas de gobierno. De no ser así, en pocos años podrán venir a cantarnos que, aquí, no hay playa.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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