A puro dolor

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 30 Diciembre 2022 21:01

Como si de un juego de trileros se tratara, el Gobierno de Pedro Sánchez vuelve a intentar engañar a los españoles con una bajada del IVA de los alimentos básicos, mostrando así un supuesto ajuste de las arcas públicas en pro de las economías familiares.

Nada más lejos de la realidad. Es cierto que el Gobierno ingresará menos con un IVA del 5% que con el anterior tipo del 10%, pero absolutamente irreal que, quien se ajuste el cinturón, sea el presupuesto público y no la economía familiar.

A lo largo de este 2022 que está a punto de acabar, los precios de los alimentos básicos han subido en torno a un 18%. Si a este porcentaje de aumento, le aplicamos el 21% de IVA, obtenemos, por una simple regla de tres, que la recaudación de IVA ha aumentado un 3,78%. Por tanto, si el Gobierno se decide a reducir ahora ese tipo impositivo en cinco puntos, realmente, la bajada respecto a hace un año es tan solo del 1,2%.

No voy a entrar a valorar si esa bajada de tipos es interesante o no para las familias. Por supuesto, cualquier ventaja fiscal o tributaria lo es, pero queda aún muy lejos de ser efectiva para la reactivación del consumo y la sostenibilidad económica de muchos hogares.

Hace pocas semanas, escribía, en este mismo medio, que el Gobierno del Estado había aumentado la recaudación tributaria en más de dos mil millones de euros, solo en la Comunidad Valenciana. Esto implica que esa impresionante cifra pasa a estar a disposición del Gobierno del Estado y no de las economías domésticas que, queramos o no, son las que sustentan los sectores productivos y comerciales de este país.

Al estilo “hermano del ministro Garzón”, esta bajada tributaria, aun poniendo todo el interés de verle una buena intención, no resulta más que un engaño propagandístico a la ciudadanía española. Ni va a servir para que las familias puedan aumentar la cantidad, ni la calidad, de su cesta de la compra, ni va a servir para que el comercio se reactive ante lo que quiere aparentar ser una rebaja tributaria.

Yendo un poco más allá, el pulmón que supone el ahorro familiar se va quedando poco a poco sin aire. Esa pequeña bolsa de ahorros que algunas familias habían podido reunir con el esfuerzo y el trabajo de muchos años, se va vaciando comprando, mes a mes, productos de primera necesidad. Puede parecer anecdótico o, incluso, coyuntural a una situación pasajera, pero no lo es. La hiperinflación o, dicho en castellano de la calle, eso de que cada semana esté todo un poco más caro, está haciendo mella continuada en las reservas. Y el riesgo, ante esta situación es doble.

Por un lado, descapitalizamos nuestras huchas. Si los ahorros se acaban, no queda más remedio que vivir con lo que se gane cada mes y, cuando los precios suben y los salarios no, la única solución pasa por apretarnos el cinturón, no solo por tener que comprar menos sino porque, cuando no haya para poder comer, los pantalones se nos irán cayendo.

Pero, además, cuando la situación se estabilice en la falta endémica de recursos, todo aquello que destinamos, o destinábamos, a la inversión, va a desaparecer. Pocos serán los que se atrevan a comprar un piso (y al precio que está el mercado del alquiler tampoco parece ser una alternativa más económica), pero solo los más osados querrán cambiar de coche o permitirse unas vacaciones. Y esto no solo es peligroso para el consumidor sino también para el sector económico de la construcción, la automoción o el turismo que verán una reducción en sus ventas, con la consecuente merma de ingresos, y tendrán, sí o sí, que reducir sus plantillas para intentar equilibrar su cuenta de resultados.

Y cuando pensábamos que nada podría ir peor, falta añadir a este guiso incomestible la subida exponencial de tipos de interés, que comenzó hace apenas unos meses pero que amenaza con estabilizarse en los próximos años. Si, como ya he dicho, es difícil que alguien pueda embarcarse en la compra de una vivienda, también lo va a ser que, quienes ya disponen de ella, aunque hipotecada, encuentren de donde sacar recursos para pagar la derrama mensual.

Todo un panorama. Y el Gobierno sin querer verlo y sin querer reconocer, una vez más que, como siempre que los socialistas han estado en el Gobierno, vuelven los tiempos de vacas flacas. Aún así, Pedro Sánchez ha preferido ejercer de Rey Mago y hacernos creer que nos regalaba una rebaja fiscal con la que aliviar nuestras cuentas. Tampoco es de extrañar, si un día, en una audiencia real, Pedro Sánchez pretendió situarse en el lugar de los Reyes de España, ¿por qué no iba a intentarlo ahora con sus majestades de Oriente? El único problema es que, una vez más, su carta a los Magos es mentira y los españoles tendremos que sufrirlo a puro dolor.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

Modificado por última vez en Martes, 03 Enero 2023 10:54

 

 

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