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El baúl de los recuerdos

Escrito por Luis Ballester Moreno
Miércoles, 20 Julio 2022 18:18

¿Quién no tiene uno en casa? Si no físicamente, en la memoria de las generaciones que van de paso. Hay quienes sí guardan cosas y se las han enseñado a los hijos antes y, ahora, si tienen suerte, también a los nietos; pero muy excepcionalmente porque ya no se le da valor ni importancia a los recuerdos de nuestros antepasados.

Para las nuevas generaciones lo de menos es cómo fueron, qué hacían o cómo vivían sus abuelos o tatarabuelos. Si quieren o necesitan saber algo de etapas pasadas, bien por estudios o curiosidad, se lo preguntan a Wikipedia y listo. ¡Qué suerte!. antes nos teníamos que machacar los sesos y consultar cuarenta libros para encontrar lo que buscábamos. Y es que ya ni los libros valen, o al menos ciertos libros. Enciclopedias ¿para qué? Ni las bibliotecas te las cogen, aunque lo que tienes fuera un tesoro en otros tiempos. Libros de Historia, Naturaleza, Fauna Marina, Monumentos del Mundo, Atlas, Mitología, etc. etc. etc. y así, hasta Don Quijote creo, no valen ya.

Lo escrito pierde valor a medida que pasa el tiempo y parece que será sustituido por la inteligencia artificial en casi todos los campos. Digo “casi” porque para algunas cosas seguiremos contando, ¿o no? Es bueno, no cabe duda, que avancemos en el saber y que la ciencia descubra cada día más del mundo en que vivimos; para eso estamos y así viene siendo desde los inicios de la vida en este planeta, y así se supone que seguirán haciendo las generaciones venideras. Quizás, incluso, vayamos demasiado lentos con arreglo a lo que se supone y dicen de que el hombre emplea solo el diez por ciento de su capacidad mental, lo que diría si es así, que aún estamos tomando el biberón en cuanto a lo que nos quedaría por saber.

Lo celebro pero… ya lo digo: si hemos llegado hasta aquí será porque cada etapa de la vida anterior ha aportado algo al saber de hoy, ¿no? Por tanto lo que hicieron o soñaron los abuelos y tatarabuelos de los niños de hoy, se les debería explicar de una manera que no solo les importara si no que pudiera gustarles al hacerles saber por qué están aquí ellos y gozan de una forma de vivir mucho mejor que lo hicieron sus “yayos”.

El devenir de los días sigue casi lo mismo, si exceptuamos a una minoría de la raza humana que tiene una voracidad y una ambición de poder que no les importa el mal de muchos si su forma de actuar hace que sus bolsillos estén llenos y su ego por las nubes. Esa actitud está llevando a que la vida normal de las gentes normales resulte cada día más difícil tanto a nivel económico como ambiental y llene de hambruna y miseria medio mundo. Nunca he podido comprender que unos pocos dominen a tantos muchos. En algo serán superiores a la mayoría, pero también algo debe fallar en ellos, para no darse cuenta que de que sería mejor emplearlo en hacer bien que no mal. Se les recordaría mejor en el futuro.

De todas formas, esto no hay quien lo pare. Cada día sabemos más pero entendemos menos. Tengo un nieto de seis años que casi me da lecciones de cómo se maneja un ordenador, pero al mismo tiempo no admite que yo le explique el porqué de ciertas cosas y ni se para a escucharlas. Seguramente piensa que es perder el tiempo en oír lo que pueda contarle, ¿eso es saber o lo que dije antes?

Espero (bueno, poco espero yo ya) que tanto la generación de mi nieto como las venideras después de ellos, tengan la suerte de vivir una vida plena de igualdad y libertad, y ojalá sean capaces de planificar su futuro porque si no, tendrán que bailar al son que le toquen las circunstancias; y esas circunstancias no auguran nada bueno.

En fin, seguro que cualquiera puede entender lo que digo. Así que me limitaré a trasladar aquí algo que recuerdo haber leído hace mucho tiempo:

Para los males del mundo
Puede haber o no remedios,
Si los hay, ponte a buscarlos,
Y si no, no seas necio.

Luis Ballester Moreno