¿Parar o seguir avanzando?

Escrito por José Navarro García y José María López Barquero
Viernes, 22 Abril 2022 21:00

Han pasado poco más de dos años desde que, el 7 de enero 2020, Pedro Sánchez fuera investido presidente del Gobierno y se constituyera en nuestro reciente periodo democrático el primer gobierno de coalición entre el PSOE y UP. No hay precedentes en nuestra historia de que, en tan poco espacio de tiempo, un gobierno haya tenido que afrontar una sucesión de problemas con dramáticas consecuencias en el terreno económico, social, político y, sobre todo, en vidas humanas. Veníamos de una etapa de recortes en servicios públicos por parte del PP, sobre todo en el sector sociosanitario, salarios, pensiones o derechos laborales.

Un gobierno de coalición que está gestionando la mayor crisis sanitaria, económica y política de la historia de España, calificada por la OMS como «la crisis global más difícil desde la Segunda Guerra Mundial»; la guerra en Ucrania y sus consecuencias, entre otras, además del drama humanitario, el alza del precio de la energía y del coste de la vida, generando malestar en buena parte de la ciudadanía. EE.UU., Gran Bretaña, Países Bajos, República Checa o Alemania, también tienen altas tasas de inflación, similares a la nuestra. Problemas, por tanto, que desbordan con creces los contextos de cada país y, por tanto, su autonomía política y económica. En ese sentido hay que resaltar el papel de la UE con los fondos europeos, 140.000 millones de euros para nuestro país; la compra unitaria y centralizada de vacunas, la intervención conjunta Europa en la guerra de Ucrania, con alguna excepción en medidas, o el trato especial para que, España y Portugal puedan actuar sobre el coste de la energía, con el objetivo de abaratar los precios que pagan las familias y las empresas.

También ha tenido que hacer frente a sectores que lo están pasando mal y se han movilizado, como agricultores, ganaderos, pescadores o parte de los transportistas. Movilizaciones jaleadas y apoyadas por las derechas, que nos recuerda aquella frase del exministro franquista y fundador del PP, Manuel Fraga, «la calle es mía» y que han contado con la simpatía y apoyo de la mayoría de los medios de comunicación; sobre todo conservadores y de tertulianos bien pagados que siempre encuentran motivos para apoyar todo aquello que vaya en contra de un gobierno que no sea de los suyos. ¿Serán tan comprensivos con los sindicatos de clase, dándoles el mismo trato y acogida, cuando convoquen movilización o huelgas y no volverán a criminalizarlos como nos tienen acostumbrados?

Un gobierno que, antes incluso de su constitución, se enfrentaba a una campaña desestabilizadora por parte de una derecha política, económica, mediática y judicial, ávida de poder y que nunca tiene bastante. Lanzan eslógans retóricos bien estudiados, aprovechándose del dolor de la gente en los momentos más dramáticos, con la intención de ganar votos. Cuando, además, califican a este Gobierno de ilegitimo o social comunista etc., no insultan al gobierno, sino están faltando al más elemental derecho y respeto a los millones de personas que libre y democráticamente les hemos otorgado nuestro voto y confianza.

Como dice Cuca Gamarra, nueva secretaria general del PP, hay maneras de gobernar y hacer política. Algunos ejemplos: Mientas la ciudadanía aplaudía al personal sanitario por su labor y esfuerzo, a pesar de la falta de medios y recursos, Isabel Díaz Ayuso cargaba contra ellos «no todos quieren trabajar y arrimar el hombro». A tenor de las noticias, no tiene intención de acudir al juzgado como consecuencia de la demanda que le ha puesto CCOO de Madrid por esas acusaciones.

Mientras las derechas critican la mala labor por parte del gobierno en relación con la pandemia, la Organización Mundial de la Salud ponía como ejemplo a España por la gestión de la pandemia y la campaña de vacunación.

Mientras el PP denunciaba en Europa la gestión del gobierno en relación con los fondos europeos, la Comisión Europea y la propia presidenta de la Comisión, aun perteneciendo a la misma familia política del PP, felicitaba al gobierno por la transparencia y rendición de cuentas que está llevando a cabo con sus reformas, incluida la laboral y en el reparto de los fondos.

Mientras el PP pacta con Vox el gobierno en Castilla y León, el jefe del Partido Popular Europeo, Donald Tusk, criticaba y rechazaba dicho acuerdo. Qué ejemplo dio Angela Merkel cuando manifestó «la alianza regional con la extrema derecha es imperdonable», en relación con el Estado Federado de Turingia y mantuvo inflexible el veto a los ultraderechistas alemanes. Tenemos también el ejemplo de Francia.

¿Por qué denuncia ahora el líder del PP, Núñez Feijoo, que el Gobierno se forra con los impuestos de los hidrocarburos, de la energía, del IVA etc., cuando después de años gobernando Galicia, conoce perfectamente que la mayoría de esos impuestos que recauda el Estado son transferidos por el Gobierno a las comunidades autónomas, entre ellas, además de Galicia, Madrid, Andalucía, Murcia y Castilla y León, gobernadas por el PP? ¿Se ha estado forrando también el Sr. Feijoo y estas comunidades? ¿Está haciendo ese populismo que dice rechazar?

Para desacreditar a Irene Montero y al movimiento feminista, las derechas agitan el bulo de los 20.000 millones de euros que va a gastarse en cuestiones ‘feministas’, cuando conocen de sobra que el Gobierno destina más de un 90% de esos fondos a proyectos que ejecutan otros ministerios, como Trabajo y Economía Social o Seguridad Social, y que van a parar al bolsillo de las familias con ayudas a la maternidad, paternidad, a la ampliación de plazas en escuelas infantiles, a la lucha contra la violencia de género, a reforzar el servicio de atención a la dependencia, incentivos a la contratación y al empleo o pensiones, etc.

La única propuesta del PP y Vox es bajar impuestos que intentan relacionar con mayor poder adquisitivo de la ciudadanía. Si a la ciudadanía nos preguntan únicamente si queremos que nos rebajen los impuestos o incluso no pagarlos, respondemos que sí; pero, a continuación, demandamos al gobierno más protección social y Estado del Bienestar con mejores pensiones, sanidad, educación, ayudas a la dependencia, seguridad etc. ¿Cómo y quién paga todo esto? Bajar impuestos es debilitar y reducir el sistema público y su capacidad redistribuidora. Otra cuestión es cómo se recauda y como se gasta. Para ello, es necesario hacer una auténtica reforma fiscal justa y equilibrada que nos homologue a los países europeos más avanzados.

En este contexto y con lo que está cayendo, el Gobierno está teniendo un cierto desgaste, aunque no muy diferente al de otros gobiernos de nuestro entorno. No obstante, a pesar de lo que digan las derechas, el gobierno ni esta, ni ha estado parado, ni llevará España al colapso económico y a la ruina. En ese sentido, es innegable la política de consolidación y ampliación de nuevos derechos, así como medidas económicas y sociales que benefician a la mayoría de la ciudadanía. Récords en la vacunación. Cincuenta leyes laborales y socioeconómicas aprobadas, que sería largo detallar. PGE apostando por la recuperación económica y el fortalecimiento del Estado del Bienestar y la calidad de los servicios públicos. El diálogo social entre sindicatos y empresarios ha dado frutos como nunca habíamos conocido. El plan nacional de respuesta a las consecuencias de la guerra de Ucrania que permita hacer frente y doblegar la inflación, bajando el coste de la electricidad y la cesta de la compra, con ayudas especiales a agricultores, ganaderos, pescadores y transportistas, a las familias y al tejido empresarial.

Los datos históricos de creación de empleo, con 20 millones de afiliados a la Seguridad Social, el aumento histórico también de los contratos indefinidos tras la reforma laboral, la reducción del número de personas protegidas por Ertes, el mecanismo RED para seguir salvando empleo y empresas etc. Es otra manera de gobernar con políticas públicas, económicas y sociales, que implican cambios sustanciales en relación con la aplicada por el PP en la anterior crisis.

Vivimos tiempos difíciles donde la desafección hacia la política, los bulos y la ignorancia son un valor político en el que las derechas, con apoyos mediáticos, tienen mucho que ganar. La clase trabajadora en particular y la mayoría social en general, no podemos ni debemos permitir que se pueda poner en riesgo la continuidad de un gobierno progresista y de izquierdas que continue implementando el escudo social, para dar respuesta a los anhelos y necesidades de la gente. En ese sentido, es necesario un proyecto político como el que está pretendiendo Yolanda Díaz, que, desde la generosidad y amplitud de miras, pueda sumar voluntades de organizaciones políticas, colectivos y entidades cívicas y sociales, etc., para recuperar la confianza e ilusión en un electorado que se encuentra apático y desmovilizado.

Los derechos se tienen porque se han conquistado durante muchos años y se mantienen si se defienden. O tomamos conciencia de la fuerza y avance de las ideas de la derecha o después no valdrán las quejas y lamentos ni el pedir a los demás que se pongan a la cabeza para oponerse cuando nos los quieran arrebatar. Y eso puede pasar, que nadie lo olvide.

José Navarro García y José María López Barquero

 

 

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