El miedo a seguir perdiendo

Escrito por José María López Barquero
Viernes, 25 Febrero 2022 19:04

Pablo Casado ha sido abandonado y defenestrado por los suyos, incluido su círculo más íntimo. Los miles de personas que de forma orquestada se movilizaron, frente a la sede de Génova, sin que ningún miembro como Feijóo o Ayuso dijeran nada, unido a ciertos titulares o editoriales de medios de comunicación conservadores pidiendo su dimisión, es algo inaudito en nuestro país y no creo que sea un buen precedente del que seguramente muchos y muchas habrán tomado nota.

En todo este relato hay interrogantes que se irán resolviendo con el tiempo y existe certidumbre en situaciones y hechos objetivos acaecidos. En el fondo del asunto, que es mucho más que la guerra Casado-Ayuso, hay una estrategia, cuyo objetivo último, además de pretender desviar la atención sobre conductas supuestamente corruptas, es alcanzar el palacio de la Moncloa. ¿Qué pasará con la Fiscalía y la totalidad de los contratos que han sido denunciados? ¿Será imputada Isabel Díaz Ayuso y lo que ello, llegado el caso, pueda implicar?

Estoy seguro de que el señor Feijóo será elegido presidente del partido, pero ¿será candidato a la Moncloa cuando llegue el momento o será Díaz Ayuso, aunque no presida el partido?, en el supuesto, claro está, de no ser imputada judicialmente, y con el apoyo del mismo Feijóo, Esperanza Aguirre y, por encima de todos, también por el señor Aznar. Convendría recordar que el PNV tiene una bicefalia política, ya que las personas que presiden el partido, Andoni Ortuzar, y el Gobierno Vasco, Iñigo Urkullu, son distintas y a tenor de los resultados es evidente que no les va nada mal.

Pablo Casado elevó a los altares a Díaz Ayuso y a Cayetana Álvarez de Toledo, como casos más significativos, pero fueron muchos más. Feijóo. Mañueco y Díaz Ayuso tuvieron más de un serio enfrentamiento en momentos duros de la pandemia. Incluso el pulso entre ellos puso en aprietos en más de una ocasión a Casado. Y ahora todos conjurados contra Casado porqué en política, en función de intereses y las ambiciones, puede pasar de todo y cambiar de bando rápidamente.

Tampoco tienen vuelta atrás los dimes y diretes que se han venido produciendo en los últimos días. Que la Isabel Díaz Ayuso insista en decir que su intención no es saltar a la política nacional y, por tanto, su sitio está en Madrid, es tomarnos por tontos. El palacio de la Moncloa también se localiza en la capital de España. Su permanente oposición a Pedro Sánchez y al Gobierno de coalición, eclipsando el papel de oposición de su presidente Casado, y no atendiendo debidamente su cometido en la comunidad de Madrid, a tenor de los datos de la pandemia y los fallecidos en las residencias de mayores, demuestra todo lo contrario.

Dice también la Díaz Ayuso que su hermano le confirmó la relación comercial con la empresa y que todo era absolutamente legal. Solo faltaría que su hermano le contara o reconociera que había cometido alguna ilegalidad o corruptela. Lo cierto es que ha cobrado una ingente cantidad de dinero. Me recuerda a la infanta Cristina cuando decía no saber nada de lo que hacia su marido Urdangarin o cuando Ana Mato, ministra del PP, desconocía los coches de lujo de su marido o no recordaba quien había pagado la comunión de su hija.

Del cobro de comisión habla Pablo Casado cuando dice «la cuestión es saber si el 1 de abril de 2020 cuando morían en nuestro país 700 personas al día, se puede contratar a un hermano para vender mascarillas». No es ejemplar. Es más, Casado manifiesta que «cuando sea presidente del Gobierno no permitiré que un hermano cobre 300.000 euros por un contrato aprobado por mi consejo de ministros». Como colofón, el secretario general del PP Teodoro García Egea, con tono solemne, manifestó «la verdad siempre se abre paso y la justicia prevalecerá».

La situación de lucha interna del PP es una mala noticia para nuestra democracia. Es evidente el daño que el Partido Popular está haciendo, aumentando el descrédito en los partidos políticos y en las instituciones, como elementos básicos del sistema democrático, profundizando en la desafección ciudadana y el descrédito en la política, lo que ahonda en el tópico: todos los políticos son iguales. En esa línea, dirigentes del PP y sus acólitos mediáticos pretenden equiparar la situación que se produjo entre Pedro Sánchez y Susana Días o de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, con el enfrentamiento interno del PP. Solo les ha faltado culpar de su crisis a Pablo Iglesias.

Su única intención es desviar su verdadero conflicto interno, que se agudiza como consecuencia del batacazo en las elecciones de Castilla y León y el riesgo de que se repita en Andalucía y que el paseo triunfal hacia la Moncloa no sea tal. Los poderes fácticos económicos, políticos, mediáticos etc., que no se eligen democráticamente, no pueden permitir que en las próximas elecciones generales continue un gobierno de coalición como el actual y emplean toda su artillería, con munición de todo tipo, y es mucha la que tienen, para desgastar al PSOE-UP, como vienen haciendo antes, incluso, de su propia constitución, y, al mismo tiempo, preparar una alternativa de derechas solvente y con posibilidades.

No pueden soportar estar en la oposición, sobre todo en unos momentos que continúan llegando fondos europeos. No pueden seguir confiando en un Pablo Casado perdedor de elecciones, también las perdieron Rajoy y Aznar, pero entonces toda la derecha estaba en el PP y hoy, con Vox soplándole cerca del cogote, el nerviosismo se impone, aunque, dicho sea de paso, la existencia de Vox es solo responsabilidad del propio PP que además es de donde provienen.

Ese es el verdadero quid de la cuestión y para eso se prepara la operación, con la aquiescencia de José María Aznar, en el momento oportuno, después de las elecciones de Castilla León, y de forma maquiavélica. Miguel Ángel Rodríguez artífice de este movimiento, ya aupó a señor Aznar a la Moncloa. Hemos visto todo un cúmulo de situaciones, que van desde acusaciones de espionaje y detectives, contratos y cobro de comisiones etc., con Isabel Díaz Ayuso y su hermano como protagonistas, mientras que Casado y Egea han quedado como verdaderos pardillos, no dándose cuenta de la jugada. Miraban a Díaz Ayuso, cuando el peligro venía del noroeste. ¿Por qué algún periódico conservador, que ahora pide la dimisión de Casado, filtra o publica la investigación sobre los contratos sanitarios? ¿Por qué se publica ahora lo del hermano? Si el PP hubiera ganado por goleada en Castilla León y hubiera contenido a Vox, como era el objetivo de Casado al adelantar las elecciones y, de paso, con ese bajarle los humos a la presidenta madrileña, no estaríamos hablando de la situación interna del PP, no, al menos, como se está haciendo en los últimos días.

Mientras esto ocurre en el PP, el gobierno de coalición continua, con su programa de reformas y avances sociales, para mejorar la vida de la gente. Las últimas medidas: la subida oficial del SMI a 1.000 euros al mes, la prórroga de los ERTEs y la activación del mecanismo red para el sector del turismo o la aprobación de un paquete de becas que afectará a cerca de un millón de estudiantes, según los datos que se barajan.

Ahora bien, conviene no olvidar, como nos ha demostrado la historia, que los derechos sociales, laborales y civiles, no son permanentes y, por tanto, si no se defienden, en muchas ocasiones se pierden. En ese sentido es necesario salir de la apatía en la que mucha gente progresista y de izquierdas nos encontramos. Tenemos que volver a generar ilusión, compromiso, participación ciudadana. Hay que dar la batalla cultural e ideológica. Las derechas nos llevan ventaja. Por eso me parece una magnífica noticia que Yolanda Díaz inicie en primavera un plan de escucha para impulsar su proyecto. De ello hablaremos en otro artículo.

José María López Barquero

 

 

SUCESOS

SALUD