Quizás, quizás, quizás...

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 10 Diciembre 2021 21:00

Esta es una semana de esas extrañas que tanto nos gustan. Tener un festivo en lunes y otro en miércoles, unido a la posibilidad de enlazar un megapuente es algo que no nos importaría poder repetir más a menudo. En muchas ocasiones (nos pasará muy pronto con la Navidad) la parte lúdica hace que se nos olvide la verdadera razón de estos festivos. En este caso, sin ir más lejos, debíamos haber celebrado el aniversario de nuestra Constitución y la festividad de la Inmaculada, Patrona de España.

No voy a ponerme a reñir a quienes no han dedicado nada de su tiempo a pensar en esto, pero sí a reflexionar que, si hemos podido disfrutar de este puente ha sido porque España sigue siendo una nación unida y única, por mucho que a algunos les pese tener que recordarlo cada mañana.

Si hoy tenemos la solidez de Estado que tenemos es por el acierto de quienes se sentaron a redactar, con inmensa voluntad de consenso, aquella norma básica de nuestra unidad como Estado.

Pese a los ataques, muy localizados, pero también muy intensos, de quienes han querido repartir España en pequeños fragmentos insignificantes en un mundo globalizado, la fuerza de la Constitución nos ha permitido acabar este 2021 celebrando 43 años de vigencia de una Carta Magna que se mantiene aún muy joven.

Los españoles tenemos la suerte de poder presumir de una cultura diversa, una personalidad heterogénea y unas variadas costumbres y tradiciones sin salir de nuestras fronteras. Las comunidades autónomas nunca han supuesto un problema para quienes hemos querido disfrutar de nuestro país de norte a sur y de este a oeste. Nunca hemos visto diferencias limitantes entre valencianos y cántabros, extremeños y murcianos, vascos y catalanes o gallegos y andaluces. Cada uno es como es, pero a todos nos une la característica indisoluble de ser español.

Nuestra Constitución puso de manifiesto la realidad de acercar la gestión a los ciudadanos, de descentralizar la Administración y acercarla a la realidad del territorio. No siempre con aciertos, a mi juicio, porque justicia, educación y sanidad podían haberse quedado perfectamente como competencias estatales, visto que en nada han mejorado con su cesión a las comunidades autónomas, pero, realmente, ese fue el gran paso descentralizador que ahora quiere reclamar, como gran estandarte de su gestión, nuestro President Puig. Probablemente, lo necesario sea hacer una buena gestión de las competencias propias y dejar de reclamar lo que deben hacer terceros.

Dicho esto, por cierto, no deja de ser una suerte que la descentralización de competencias no llegó a materias relacionadas con la defensa. Visto como el Gobierno del Botànic está defendiendo el ataque que supone incluir a nuestra Comunidad en ese proyecto de Països Catalans, más nos vale que sean otros quienes se ocupen de nuestra seguridad y de nuestra integridad.

La Comunidad Valenciana, pese a Ximo Puig, nació de aquella Constitución y se consolidó como lo que hoy es: la casa de todos los que somos y nos sentimos valencianos, una casa de puertas abiertas que acoge a todos los que en ella quieran vivir y trabajar, pero que no está por permitir que nadie se apropie de su identidad. Y un gobierno que no defiende la identidad de su pueblo es, sin dudas ni paliativos, un mal gobierno.

No contentos con no respetar la unidad de un Estado, hay quien se entretiene en intentar anexionar tierras y personas que no tenemos interés alguno en dejar de ser españoles. Eso que Puig, con tremenda cobardía, llama Commonwealth, no es más que un ataque frontal al reconocimiento que la Constitución hace de España como nación indisoluble y a la que apostaría, sin temor a equivocarme, que nos oponemos una inmensa mayoría de ciudadanos.

Aquella Constitución tuvo el acierto de reconocer 17 identidades dentro de un mismo Estado. Aunque la gestión que, posteriormente, se haya hecho de ese reconocimiento haya tenido muchas sombras, no podemos dejar pasar por alto, en este 43 aniversario, el gran papel que ha jugado nuestra Carta Magna en la solidez de España.

Se podían haber hecho las cosas de otra forma, pero, a día de hoy, podemos ratificar que aquella fue una gran obra. Quizás ha habido episodios mejorables. Quizás, en muchos momentos, se dejó ir demasiado de la mano de la tolerancia. Quizás era necesario haber dejado más claro y con más contundencia que España es y va a seguir siendo una. Quizás hubiese sido mejor convencer a quienes pensaron en irse que en ningún sitio iban a estar mejor que en España. Quizás, quizás, quizás…

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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