Marcha atrás

Escrito por Carlos Gil Santiago
Viernes, 23 Julio 2021 21:04

Nos está ganando. El coronavirus nos está demostrando que es mucho más listo que nosotros y que su estrategia de expansión es mucho más inteligente que la que nosotros aplicamos para su contención.

Una vez más, el Consell ha tenido que rectificar su tendencia aperturista veraniega para decretar, aunque sea por fases, nuevos toques de queda nocturnos en un número ya importante de pueblos y ciudades de nuestra Comunidad.

No es malo tomar medidas, pero parece que ya va siendo hora de que se tomen con cierto criterio y acertada lógica. Cerrar la libre circulación durante cinco horas diarias y en un tercio, aproximadamente, de los municipios no parece que vaya a ser la solución definitiva a la lucha contra el coronavirus.

Para empezar, nos enfrentamos a un virus y no a un vampiro. Es decir, se propaga tanto por la noche como al mediodía. Carece, por tanto, de sentido autorizar que se pueda salir a la calle sin mascarilla a cualquier hora, excepto durante la noche, cuando no se puede salir. Probablemente, cuando a la una de la madrugada cerremos la puerta de casa (los que entren los últimos), el daño esté ya hecho y la COVID-19 siga su imparable rumbo por nuestras ciudades.

De la misma forma, que el toque de queda afecte solo a determinados territorios, colindantes con otros que no sufren esas limitaciones, no será nunca la solución definitiva, por cuanto quienes pretendan pasar la noche fuera de casa solo tienen que desplazarse unos kilómetros y volver un poco más tarde. Si a eso añadimos que se generará una mayor concentración de personas en espacios más reducidos, probablemente la medida esté generando el efecto contrario al deseado y, lejos de servir para nada, sea contraproducente.

Por último, por ser la ocurrencia más descabellada de cuantas se han dictado en las últimas semanas, que se prohíba vender alcohol después de las ocho de la tarde solo va a tener una consecuencia: que se compre antes. Tiene muy poco sentido pensar que, para alguien que está de vacaciones y tiene todo el día para organizar la fiesta de la noche, sea una limitación el horario de compra de bebidas alcohólicas. Eso sí, las consecuencias las pagarán quienes estén trabajando y quieran comprarse una cerveza para cenar al volver a casa y, sobre todo, el sector del ocio y de la distribución, por si algo les faltaba después de la que les está cayendo durante este último año y medio.

No es fácil compensar economía y salud, como se ha venido viendo en estos meses, pero no podemos estar igual que estábamos el primer día. Parece que toda la experiencia en la lucha contra el coronavirus no nos ha servido de nada y se sigue tomando medidas que aportan poco a su finalidad principal y, además, dañan sobremanera a sectores productivos muy sensibles y seriamente afectados ya a estas alturas.

La estrategia contra el virus no puede ser reactiva. Si las medidas se toman cuando las olas están ya bien asentadas, hemos llegado tarde. Ni era necesario dar a entender un mensaje de tranquilidad al inicio del verano, como si ya todo hubiese pasado, ni tampoco adoptar ahora medidas de restricción por fases. Ante las situaciones graves, hay que tomar decisiones adecuadas y contundentes. Si, la pasada semana, se decretaba el toque de queda en más de treinta municipios y esta semana se amplía hasta los setenta, ¿A qué esperamos para decretarlo en toda la Comunidad? ¿Una semana más? ¿Vamos a hacerlo cuando la incidencia del virus esté ya, otra vez, generalizada en todo el territorio?

Siempre me ha parecido que la Administración Pública debe abandonar las respuestas reactivas que tanto la caracterizan para anticiparse a los problemas con una elevada dosis de proactividad. Pero, si en algún momento ha hecho falta de verdad, es ahora, cuando la amenaza es importante y se puede llevar por delante la salud y la vida de muchos ciudadanos y también la supervivencia de muchas iniciativas empresariales.

Ponderemos. No es más peligroso quien se sienta a la una de la madrugada en una mesa de seis personas a tomar un refresco que quien hace un tardeo a la orilla del mar a las siete de la tarde. No limitemos tanto a unos sin tener en cuenta a los otros, porque no servirá de nada y fracasaremos en el objetivo perseguido, por mucho que, cuando sea ya tarde, queramos dar marcha atrás.

Carlos Gil Santiago
Alcalde de Benavites

 

 

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