Terrorismo de Estado

Escrito por Ramón García Ortín
Viernes, 02 Julio 2021 21:02

«Para las cuestas arriba necesito el burro, que las cuestas abajo yo solo me las subo», refrán que hace referencia a la necesidad de ayuda si las cosas se presentan duras.

Hoy, cuando la política actual de la derecha, la del imperialismo, consiste en el mayor asalto a derechos y libertades que conocemos en la historia. Cuando se ha sumido en el pánico, la histeria, en el miedo a un virus, a toda la población. Cuando se ha violentado lo más sagrado que tenemos las personas, la dignidad, haciéndonos pasar por situaciones esperpénticas, humillantes, ignominiosas e inhumanas. Cuando más se necesitaba de una dirección política que organizara la resistencia, a remontar la cuesta, esa dirección en la que confiábamos se ha alineado con la estrategia del enemigo: «la propagación del miedo a la pandemia».

Hoy toman especial relevancia las declaraciones de Cayo Lara en el relevo de la dirección de IU: «Me va a costar votar en estas elecciones», mostrando su malestar porque Pablo Iglesias fuera el cabeza de lista de la coalición Unidos Podemos. Lo que se interpretó en su momento como una manifestación de sectarismo, ahora se ha confirmado que lo decía con conocimiento de causa.

A estas alturas, después de año y medio de tortura mediática, por radio, prensa y televisión, explicar qué tiene de verdad o de falsedad lo de la pandemia es imposible, pues a la COVID lo han convertido en una cuestión de fe religiosa, que es de lo que se trataba, sin opción a un contraste de opiniones racionales, es como si intentáramos argumentar ante un creyente católico que los fenómenos paranormales, sobre los que se sustentan sus creencias, desde el punto de vista científico son una mamarrachada, que solo se sostienen por el miedo patológico a un infierno eterno que la iglesia se ha cuidado de presentar de forma tétrica y que perdura en el tiempo por el control absoluto, excluyente y reiterativo de lo que han sido hasta hace poco tiempo sus medios de propagación, los púlpitos y las escuelas. Estamos en similar escenario, solo que se ha sustituido el demonio por un virus.

No obstante, dejo algunos datos oficiales de los Servicios Epidemiológicos Autonómicos que son reveladores:

El Servicio Epidemiológico de Aragón en su boletín de la semana 23 del 2021 señala que desde el inicio de la pandemia el número de fallecidos en centros residenciales atribuidos a COVID ascendía a 1.572, mientras en los ámbitos laboral y escolar, incluidas guarderías, no se había registrado ninguno.

El Servicio Epidemiológico de Galicia, y de otras autonomías, informaban que tras las noticias de los primeros casos de COVID el número de ‘enfermos’ se disparó espectacularmente, sin que el incremento se correspondiera con los análisis microbiológicos realizados, lo que este servicio atribuía a la situación de ansiedad creada.

El Servicio Epidemiológico de Navarra durante el pasado mes de noviembre notificaba en la cresta de la ‘segunda ola’ 562 fallecidos por todas las causas, el mismo Servicio, en el mes de enero del 2017 notificó 692 fallecidos, 618 en enero del 2018, por la pandemia de gripe que nos visita todos los años, y cifras similares el resto de años, comparen el tratamiento informativo.

Todos los datos indican que la desorbitada mortalidad de las personas mayores residenciadas ha sido inducida por la crueldad del trato a la que se les ha sometido, no se ha necesitado ningún virus ambiental, los geriatras apuntan en este sentido. Estos especialistas junto a cardiólogos, neurólogos, psiquiatras… denuncian que el miedo patológico provocado por el gobierno está empujando a las personas más vulnerables a la tumba y deteriorando la salud de toda la población.

Sin las medidas ‘sanitarias’ adoptadas por el Gobierno, el año 2020 hubiera sido epidemiológicamente normal, como lo corroboran los países que en lugar de sancionar a quienes se saltaban las normas sancionaban a quienes difundían el pánico, por ellos la pandemia ha pasado de largo.

El porqué de esta especie de autogolpe de estado hay que buscarla en la reestructuración económica que estamos viviendo, Sergio Villalba recién elegido coordinador de CCOO en el Camp de Morvedre manifestaba a este periódico «con el vehículo eléctrico nueve de cada diez empleos, tal y como los entendemos ahora, se perderán. Por tanto, a nivel local tenemos un problema y una gran incertidumbre».

Al gobierno le interesa que el personal esté en estado catatónico, más pendiente de un invisible virus traicionero, que te puede asaltar a la vuelta de cualquier esquina, que de sus problemas reales. Mucho conocimiento, valor y apoyo va a necesitar Sergio ante la papeleta que se nos presenta.

Esta reestructuración que está afectando a todos los sectores ha tenido también su reflejo en el ámbito deportivo, la banca JP Morgan financió la creación de la Superliga Europea de Futbol, con Florentino Pérez de presidente, donde unos pocos y selectos clubs se quedaban con la parte del león del negocio y para el resto la calderilla, por no decir otra cosa. Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid eran los españoles. La operación evidencia el proceso de acaparamiento y concentración del capital al que estamos asistiendo. Resulta curioso que hayan sido los futboleros los que han parado los pies a esta operación, con Pep Guardiola contra el imperio en el papel de Espartaco.

Ramón García Ortín

 

 

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