Casas Baratas XIV

Escrito por Luis Ballester Moreno
Viernes, 18 Junio 2021 11:23

Poco después trasladaron a Lucas a Las Palmas para ampliar conocimientos de meteorología, y como era un chico listo, aprovechó bien la ocasión para subir el primer escalón de formarse como meteorólogo. Había terminado su compromiso con La Patria, ya era libre para tomar la decisión más adecuada a sus planes de futuro. Ahora debía saber si seguir con ésta profesión o por el contrario tomar otro rumbo. Por de pronto, decidió ir a pasar unos días a su tierra y ver a su familia y amistades, luego ya veríamos.

Una vez en el pueblo, su antiguo jefe le ofreció el puesto de trabajo que había dejado, y Lucas lo pensó y dijo que sí, así mientras se aclaraban sus idas, podía contar con un ingreso que le permitiera una cierta seguridad al tiempo que ayudaba a la familia.

Parecía que todo había vuelto a la rutina anterior. El trabajo, los amigos, los paseos y rondas, las chicas y, en fin, todo lo que en ese consabido “llano” solía ocurrir. Algo habían cambiado las cosas pero no mucho, en esencia era lo mismo. Pasaron varios meses y Lucas ni estaba ni dejaba de estar; aguantaba como quien espera que le llamen y esa llamada no llega, y esa indecisión se acabó cuando Rodríguez, Ledesma, Fermín y Lucas, decidieron ir a pasar unos días a Madrid. En principio era solo una escapada de poco, pero luego las cosas salieron de distinta forma.

Juan había vuelto a Madrid donde tenía la familia y se vieron allí. Estaba contento; las cosas no le iban mal en Toronto, tenía un buen trabajo y según contaba con posibilidades de mejorar. Pero… como suele pasar, la morriña y el amor a su tierra, le hacían que de tiempo en tiempo, necesitára recargar pilas junto a los suyos. Años atrás, los amigos, que de una forma u otra tuvimos que salir de nuestro pueblo por falta de oportunidades, nos habíamos prometido que si teníamos suerte y progresábamos adecuadamente, haríamos lo posible por hacer algo en el pueblo que mejorara la situación de otros jóvenes para que no tuvieran que emigrar si no querían.

Esa intención persistía en todos nosotros, decía Lucas, a pesar de las dificultades que ello suponía y cuando nos juntábamos, siempre salía a relucir. Era un sentimiento íntimo, casi una especie de “venganza” contra los o lo que hizo que pasáramos tantas calamidades. Nos dolía que otros que no eran mejores disfrutaran de oportunidades que a nosotros nos fueron negadas por que nuestros padres tuvieran la mala suerte de estar en el bando contrario. Nos negaron la escuela, entre tantas otras cosas, algo difícil de entender si, como es natural, teníamos que crecer y ser hombres el día de mañana y, por tanto, contribuir al esfuerzo común para mejorar la vida de la Nación. Una tremenda falta de visión de futuro propia de quien no le preocupa nada más que el suyo, su futuro y el de los suyos. Mentes raquíticas que no alcanzaban más allá de lo que le permitían sus pensamientos vengativos. Pero bueno, los tiempos estaban cambiando, el yugo estaba aflojándose y había movimientos que así lo demostraban. Era difícil, pero no imposible. Manteníamos la esperanza de que algún día se nos presentara una buena ocasión y poder cumplir nuestro sueño.

Fermín seguía en el pueblo; montó aquel bar que tanto le ilusionaba. Era un tío muy sociable y aquello le venía como anillo al dedo. Hizo buenas amistades y colaboraba cuanto podía siempre que fuera ayudar a los demás. Estaba metido en política junto a un corro de amigos que sin formar mucho ruido, trataban de mejorar algunas cosillas. Por supuesto que también acudió a la reunión de Madrid.

Seguirá.

Luis Ballester Moreno

Modificado por última vez en Viernes, 18 Junio 2021 11:28

 

 

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