El pez que se muerde la cola

Escrito por Fernando López-Egea López
Viernes, 24 Febrero 2017 19:42

Diariamente economistas y políticos hablan del PIB (Producto Interior Bruto). Se mide a partir de este dato macroeconómico el crecimiento de nuestra economía. Es como un dato de fe que refleja lo bien o mal que va la economía. Si aterrizamos, podemos observar como el crecimiento de este dogma para la derecha no va acompañado de una mejor situación de la clase trabajadora. El último dato de Bruselas, constata que a pesar del crecimiento del PIB, un 3,2% el año pasado, casi un 30% de los españoles/as vive en riesgo de exclusión social, siendo los niveles de pobreza y desigualdad uno de los más altos de la UE.
 
Bruselas también dice que durante los años de recesión económica la diferencia entre lo que cobra el 20 % más rico de la población y lo que recibe el 20% más pobre ha aumentado estos últimos años. Y es que tienen su miga que lo diga, quienes han practicado, conjuntamente con el gobierno español, las políticas de ajuste y recortes que nos han llevado a esta situación extrema.
 
Es como el pez que se muerde la cola. Aquellos que alertan de que el paro para 2017 permanecerá en el 17,7 % y que la mitad de los parados no han podido encontrar trabajo en un año, son los que recomiendan intensificar políticas coercitivas para seguir reduciendo el déficit y presionar a las Comunidades Autónomas para que gasten menos. Es decir políticas fracasadas para crear empleo y repartir la riqueza.
 
Por eso la izquierda no puede asumir el lenguaje de la derecha. Para ello conceptos como crecimiento del PIB, competitividad o libre mercado son conceptos a cuestionar. Primero porque como se puede demostrar el crecimiento del PIB, concepto que por cierto abarca hasta el gasto en defensa, no va aparejado de unas mejores condiciones de vida de los de abajo, de la clase trabajadora. A mí personalmente me gusta hablar de índices de Desarrollo Humano (IDH), donde la sanidad, el trabajo, la educación... nos dicen realmente donde esta una sociedad.
 
Por otro la lado la competitividad y el mercado nos está llevando a extremos insostenibles de darwinismo, de sálvese quien pueda y de reparto desigual de la riqueza que se traduce en valores profundamente insolidarios, egoístas, individualistas. Esta semana, he podido escuchar dos frases que me han estremecido profundamente. La primera en la Avd del Cid en Valencia. Dos mujeres mayores paseando, una le dice a la otra: “tantas libertades nos van a llevar al desastre”. La segunda anécdota más cerca, en nuestro pueblo, cuando en un círculo a las puertas de un bar el comentario era: “Todo para los extranjeros”.
 
Son dos expresiones que ojala fueran anécdotas, lo triste es que son algo más que anécdotas. Echarle la culpa al inmigrante que no al capital o la existencia de libertades, reproducen un pensamiento y unos valores más extendidos de lo que pensamos, producto de políticas que están generando condiciones de vida tremendas para mucha gente y donde en “río revuelto,ganancia de pescadores”, la extrema derecha y los valores que lo sustentan van tomando cuerpo.
 
Hay una canción de Víctor Manuel y Ana Belén titulada “Solo le pido a Dios”. Yo que no soy creyente, sí que pediría a las fuerzas políticas de izquierda, que lejos de los circos en los que se está convirtiendo la política, hablen de ideas, de propuestas, de soluciones. Traslademos el debate a la calle, a las fábricas, a los barrios, al Congreso de si es mejor o peor políticas de progresividad fiscal, de reparto del trabado, de dar cobertura a los refugiados, de recuperar sectores productivos desde lo público, de las pensiones, del SMI... Todo lo demás es un engañabobos que realmente tiene poco que ver con las preocupaciones reales de la gente trabajadora.
 
Fernando López-Egea López

 

 

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