The Raimon Tour

Escrito por Bernardo Bartolomé de la Plaza
Viernes, 03 Junio 2016 16:38

Esta semana iba a ponerme a escribir de buen rollito, lo prometo. Demasiados artículos seguidos arreando a la diestra y a la siniestra - también a la falsa centralidad, más siniestra si cabe-, pero la actualidad supera todo atisbo de redención espiritual que pueda invadir mi ser. Y ya que voy a ir de cabeza a las calderas de Pedro Botero por malhablado y vilipendiador de politicastros, pues eso, que me la gozo y me marco un artículo ciscándome en la madre de Paneque si hace falta. Show must go on, my friends.
 
La cosa hoy va de cantantes. O de personas que se hacen llamar cantantes. O de fulanos que han convencido a otros sujetos para que les consideren cantantes. La Generalitat Valenciana se gasta trescientos diez mil euros en dieciséis conciertos de Raimon, el conocido cantautor valenciano. Para redondear el asunto, el acuerdo se adjudica por procedimiento negociado sin publicidad. El que suscribe es de letras, pero a mí me sale a casi veinte mil mortadelos por sarao. Demasiado arroz para tan poco pollo. ¿Y saben cuál es el secreto? Ser afín al régimen. Al nuevo régimen si lo prefieren, pero régimen al fin y al cabo.
 
El Presidente de la Generalitat, Ximo Puig, comparecía ante los medios de comunicación para presentar la gira – The Raimon Tour, o como demonios se llame- y con mucha solemnidad anunciaba el quid de la cuestión: estamos en tiempo de reparación, de reconstrucción y de renacimiento. Hay que restituir la memoria de los que acabaron con el franquismo. ¡Acabáramos! Otro más que se apunta el tanto de terminar con la dictadura de un tirano que murió en la cama. Hay que ayudar a amigos y allegados, pero pongamos un velo de reivindicación. Ni un pelo de tonto tiene el President. Ni un solo pelo tiene.
 
Hemos pasado de criticar a los anteriores gobernantes por el derroche, por el gasto despreocupado del dinero público y volvemos a lo mismo. Nos han cambiado a Francisco, Bertín Osborne y Norma Duval por otros de su misma cuerda. Por lo menos la vedette salía a escena con un nutrido cuerpo de baile –de baile, no me sean rijosos- . Ni rondalla valenciana ni tan siquiera batukada que acompañe al cantautor. Solo cuatro músicos escoltando al gachó en el escenario – The Raimones, supongo- . Tal vez han querido reflejar con la sobriedad comedida de la puesta en escena estos tiempos difíciles de crisis económica.
 
O quizá es que así tocan a más en el reparto, vayan ustedes a saber. Me decía una señora que fue emocionante ver al cantante lagrimear mientras interpretaba el estribillo de Diguem no. Un nudo en la garganta que casi le hacía imposible entonar el Nosaltres no som d´eixe món. Normal. Solo de pensar en el incremento de mi cuenta corriente yo lloraría más que Boabdil y el profeta Jeremías juntos. Pragmatismo romántico o romanticismo pragmático, como prefieran.
 
Y termino con una reflexión: si son tan buenos, tan necesarios, tan reclamados por el respetable, ¿por qué necesitan de una subvención pública para montar sus espectáculos? ¿No funciona aquí la universal ley de la oferta y la demanda? Al final, otro que ha encontrado el pesebre lleno y ha pasado de cantar Al vent a llevarse casi “ventemil” lereles por concierto. Los gobiernos del cambio venían a rescatar personas, lo que no sabíamos es que esas personas estaban seleccionadas y tenían ya adjudicada la partida presupuestaria para contribuir a su fondo de pensiones. País.

Bernardo Bartolomé de la Plaza
@BernarBartolome

 

 

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