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La tiranía de las multinacionales en un mundo globalizado

Escrito por Begoña Cortijo Garnes
Viernes, 30 Enero 2015 15:23

El significado de multinacional se aplica a la empresa o sociedad mercantil que tiene negocios y actividades en varios países, es decir, a aquella que desarrolla su actividad en diferentes países. Estas sociedades surgen a mediados del siglo XX con las inversiones de EEUU en Europa y se asientan en procesos de concentración de capital y en la reducción de los costes de producción al implantarse en países con menor coste en salarios y en materias primas, así como con el ahorro de impuestos a través de complejos subterfugios financieros. Asimismo, existen muchas dificultades legales para acometer procesos judiciales o acciones contra las actuaciones de una multinacional en un determinado país, puesto que, las acciones legales se circunscriben al estado donde está ubicado el centro de trabajo y no dónde esta centralizada la matriz de la multinacional.

Pero, ¿cuál es la normativa legal que regula dichas actividades?

Las sociedades multinacionales rigen sus obligaciones por ordenamientos nacionales que en la mayoría de los casos están sometidos a la lógica neoliberal, a unos derechos humanos regulados a través de un, manifiestamente, frágil tratado internacional y a una responsabilidad social empresarial de carácter voluntario y no exigible jurídicamente. Frente a este débil marco de regulación legal, cuentan con un importante ordenamiento jurídico global basado en reglas de comercio e inversiones que se caracterizan por ser imperativas, coercitivas y ejecutivas.

Prueba de ello son las situaciones que recientemente han sufrido cientos de trabajadores de nuestro entorno, al ver como las empresas donde habían prestado sus servicios, con profesionalidad y rentabilidad, han decidido deslocalizar sus producciones trasladando las cargas de trabajo a factorías ubicadas en otros países y dejando sin empleo a los trabajadores/as que durante décadas les habían servido convenientemente para rentabilizar sus negocios.

José Luis Sampedro decía que “la tan celebrada globalización no era más que un proceso en el que se transfería el poder de los Estados a las multinacionales” y no le faltaba razón, ya que en la actualidad nos encontramos con empresas multinacionales económicamente más fuertes que algunos países y cuyo poder de decisión y de control de sectores estratégicos es tan importante que consiguen someter al poder político. Para muestra, lo que sucedió en febrero de 2013, donde se hizo pública la voluntad de la UE y del Gobierno de los EEUU en negociar un tratado de libre comercio e inversiones entre ambas partes.

Este Tratado de Libre Comercio (TLC), que se está negociando, no es más que un intento de abrir y desregular los mercado a los dos lados del Atlántico eliminando barreras arancelarias entre los socios y barreras reglamentarias – normativas básicas en materias sociales y medioambientales, etc.  

Uno de los aspectos más preocupantes del TLC es la pretensión de eliminar toda barrera que dificulte el libre comercio y la inversión. Para ello, se propone armonizar toda normativa, ya establecida, a la baja; es decir, si el control financiero es más estricto en uno de los socios que en el otro, se establecerá como nueva norma el que resulte más laxo; si la legislación laboral es más proteccionista en Europa se aplicarán las normas laborales de EEUU, con la desregulación de los derechos laborales que eso conlleve; y en cuanto a los derechos sociales se desregulará todo aquello que impida o ponga obstáculos a la apertura de los mercados. En definitiva, se trata de un acuerdo que conllevará una regulación a la baja de derechos laborales, sociales, medioambientales y de todo aquello que suponga un coste adicional para las grandes empresas transnacionales que son las únicas interesadas por los inmensos beneficios que podrán obtener.

Sin embargo, este TLC no conducirá a una UE más homogénea y justa, porque lo que se producirá es una brecha, aún mayor, entre el centro y la periferia de la UE. En las zonas con un menor desarrollo industrial, como es el caso de nuestro país, el riesgo de competir con potentes empresas norteamericanas podría suponer un fuerte golpe para la viabilidad de muchas de nuestras maltrechas industrias que han quedado en una situación muy frágil tras los duros años de recesión económica que hemos atravesado, además de a producirse una limitación enorme a la capacidad de desarrolla nueva industria propia y competitiva. En este nuevo y arduo escenario es muy probable que aquellas empresas que no puedan competir y ofrecer productos a la baja correrán el riesgo de desaparecer y junto a ellas desaparecerán también todos sus puestos de trabajo. No hay que olvidar que la concentración progresiva del capital en cada vez menos manos reduce significativamente el capital circulante disminuyendo el consumo y por tanto la demanda hasta que el sistema se colapsa.

Es necesario que no nos dejemos embaucar por los cantos de sirena que surgen de los intereses especulativos de las grandes multinacionales y, que por una vez, seamos capaces de aprender en cabeza ajena lo que nos espera sino somos capaces de frenar la avaricia de  unos pocos.

Modificado por última vez en Viernes, 30 Enero 2015 15:25