«Lo que faltaba para el duro» es un dicho popular que viene como anillo al dedo para retratar la situación del último trienio en el ámbito de las transacciones inmobiliarias. Efectivamente, la compraventa de viviendas experimentó un crecimiento mucho más lento a partir de 2018, debido a que se acercaba un nuevo cambio de ciclo, cuando esta actividad empezaba a conquistar niveles de cierta importancia, aunque muy lejos todavía de la época dorada de la burbuja inmobiliaria.
La guerra comercial entre EEUU y China y el Brexit ya dejaron sentir sus consecuencias en algunos países de la Unión Europea, entre ellos Alemania, que es la principal locomotora económica de la UE. Así las cosas, unos hablaban, directamente, de un enfriamiento de la economía, y otros, los más optimistas, de una desaceleración.
Sea como fuere, los datos sobre transacciones inmobiliarias de 2019 ya reflejaban, en el mejor de los casos, el estancamiento delas transacciones inmobiliarias. Sin embargo, el COVID-19, que ni estaba ni se le esperaba, vino a complicar la situación económica de manera extrema, incidiendo en unas peores cifras para 2020 en todos los sectores, salvo el de la alimentación, y, lógicamente, el de la transacción de viviendas.
2012 y 2013 años duros
En la gráfica, que recoge el número de operaciones realizadas en Sagunto entre 2004 y 2020, se aprecia claramente que fue en los años 2012 y 2013 cuando alcanzaron su nivel más bajo las transacciones de inmuebles. Ni que decir tiene que aquellos ejercicios fueron los más duros de la crisis económica anterior. Después de tocar fondo, a partir de 2014, se inició una moderada escalada que, poco a poco, permitió una recuperación de las transacciones inmobiliarias.
Si se sigue la evolución experimentada, se comprueba fácilmente que el verdadero tirón se produjo en 2018 con un total de 1.051 operaciones realizadas, cifra que, hasta la fecha, constituye el nuevo techo registrado después de la crisis de 2008. En 2019 se confirmó que la desaceleración económica había llegado, con un estancamiento a la baja en las inmatriculaciones de viviendas. No obstante, en 2020, con la declaración de la pandemia, las cifras han empezado a descender. Ante un presente económico complicado y un futuro más que incierto, no es un buen momento para que los ciudadanos se embarquen en este tipo de operaciones.
Por otro lado, los datos reflejan claramente que la inmensa mayoría de las operaciones realizadas corresponden a vivienda de segunda mano. Hay que tener en cuenta que, de acuerdo con el Censo de Vivienda y Población de 2011, elaborado por el INE, que es el más reciente del que dispone este Instituto, en el municipio de Sagunto había un total de 43.498 viviendas. Por otro lado, el propio INE estimaba que en la provincia de Valencia hay 1.473 viviendas vacías por cada 10.000 casas, lo que implica, para el caso de Sagunto, una estimación que se sitúa en un total de 6.406 viviendas desocupadas, lo que representa, en términos de porcentaje un 14,72%. Es decir, de cada 100 viviendas hay, en números redondos, 15 sin habitar. Estas cifras arrojan una idea de los motivos por los que la obra nueva apenas tiene salida en un contexto económico de gran precariedad laboral y pandemia, donde, además, resulta particularmente difícil encontrar financiación.
Las transacciones inmobiliarias son uno de los indicadores que, junto al desempleo o el consumo, permiten tomarle el pulso a la economía con bastante exactitud. Que en Sagunto se produjo una desaceleración a partir de 2018 es algo que acreditó un crecimiento del paro, una menor venta de coches y la ralentización en las operaciones inmobiliarias, pero en 2020, con la pandemia, todo ha ido a peor, a mucho peor.
