Imprimir esta página

nueva cabecera bg

Cuando en la planta regasificadora desciende hasta el 10% su capacidad de producción, se enciende la antorcha para quemar gas

La caída drástica del consumo de gas en las centrales de ciclo combinado es la causa de la baja producción en Saggas

 
Viernes, 09 Agosto 2013 03:51

S.-ALVAREZSantiago Álvarez director de Saggas
 
Los datos correspondientes al mes de junio de 2013, que sobre la demanda de gas en España ofrece el gestor técnico del sistema, Enagas, si se comparan con el mismo periodo de 2012, reflejan una bajada en el consumo de gas del 52% en lo que al sector de producción de electricidad se refiere. Mientras que la demanda convencional, donde no se incluyen las centrales de ciclo combinado, aumentó un 4% en ese mismo periodo. Así pues, el total nacional descendió el pasado junio un 12%, con respecto al mismo mes del año 2012.
 
La caída en el consumo de gas por parte de los ciclos combinados, que son los que se encargan de suministrar electricidad al sistema nacional, es consecuencia, fundamentalmente, del descenso de la actividad económica en el país y la consiguiente disminución de la demanda energética en España, aunque, en menor medida, también ha influido el aumento de la producción por las energías alternativas, principalmente la eólica.

Saggas, la planta regasificadora de Sagunto, no puede ser ajena a la actual coyuntura, que en la parte de producción de energía eléctrica se ve afectada de lleno por las oscilaciones de mercado nacional, al suministrar gas a la central de ciclo combinado de Gas Natural Fenosa. Este es el principal motivo por el que Saggas se ha visto obligada a encender la antorcha desde el pasado mes de marzo. Hay que destacar a este respecto que, desde que la planta arrancó, el 1 de abril de 2006, no se había producido este fenómeno.

El director general de Saggas, Santiago Álvarez Fernández, gran conocedor de todos los pormenores técnicos y comerciales de esta actividad, no tiene reparos en admitir que, efectivamente, se ha producido esa caída en la demanda: «nuestros principales clientes tenían unos grandes consumos de las centrales de ciclo combinado, pero la demanda de estas centrales cayó drásticamente». Hay que tener en cuenta que, por tratarse de una actividad regulada por el Estado, es Enagas el que controla todo el sistema y determina cuánto regasifica cada una de las plantas que hay en el país, con independencia de que sean de titularidad pública o privada.

Así explica el máximo responsable de Saggas cómo funciona el sistema: «El gas que llega a la planta no es nuestro, es de un tercero que al final es el que lo vende a las industrias, hogares, etc. Ese señor trae hasta aquí el gas para que nosotros se lo almacenemos y se lo regasifiquemos. No­sotros, por ese trabajo, cobramos un dinero que está estipulado en el Boletín Oficial del Estado. Comento esto porque la orden de tener más o menos producción no es voluntad nuestra. Hay dos que deciden cuánto tiene que regasificar Saggas, uno es el propietario del gas y otro es el gestor técnico del sistema, que es Enagas. Enagas es el que está viendo en todo momento la viabilidad del conjunto del sistema. Cuando los usuarios demandan poco, nosotros no podemos hacer nada. Cuando piden mucho es cuando el gestor autoriza para que se regasifique. Por eso decía que el hecho de regasificar más o menos en esta planta no es voluntad de Saggas y cuando a Saggas no le queda más remedio que quemar en la antorcha es porque no tiene producción suficiente».

Cuando Saggas se ve obligada a encender la antorcha, es porque su capacidad de regasificación está bajo mínimos. La llama se produce como una medida de seguridad, es decir, para evitar que aumente la presión en los tanques. El director general de Saggas explica las causas que dan lugar al encendido de la antorcha: «Técnicamente es muy sencillo, aquí recibimos barcos que traen el gas en fase líquida, a menos 160 grados y a la presión que más o menos tenemos aquí. Ese gas, en esas condiciones, lo almacenamos en los tanques. Después se conduce a los vaporizadores para regasificar y una vez que ya es gas, por el tubo se transporta y distribuye a los consumidores. Los tanques, al final, son termos, pero no son ideales porque siempre hay entradas de calor. Y dentro de los tanques hay una pequeña fracción de ese líquido que se evapora y que está en estado gaseoso, convive la fase líquida y la fase gas en el mismo tanque. Si no se hiciera nada, se iría generando más gas y aumentaría la presión. Al final se dispararían las válvulas de seguridad de los tanques».

Aclara el alto ejecutivo de Saggas que los diseños de este tipo de instalaciones tienen en cuenta estos fenómenos. Aunque en diseños más antiguos,  como la regasificadora de Barcelona que se construyó en 1969, se quema gas de manera permanente.  Los avances tecnológicos han posibilitado que ya no sea necesario mantener la llama encendida continuamente, según explica Álvarez: «Ahora, las plantas lo que hacen es coger ese gas, y cuando tiene producción la instalación, tanto el líquido que está en los tanques como el gas, lo pasa por un equipo que se denomina relicuador y es capaz de relicuarlo, con lo cual, lo que era gas se convierte en líquido y entra en el proceso nuevamente: va al regasificador y de ahí a la red de distribución, pero para eso hay que tener una producción mínima en planta, porque si no tienen el líquido suficiente para relicuar, el gas seguirá siendo gas», explica.

La producción mínima en planta para poder relicuar el gas en estado gaseoso que hay en el interior de los tanques es lo que se denomina el mínimo técnico de la planta, que, según relata el director general de Saggas, es la producción mínima que tiene que tener la instalación: «la cantidad de líquido que tienes que sacar del tanque para ser capaz de relicuar el gas que se  forma. Cuando se diseñó la planta ese mínimo era de un 20%, pero a día de hoy es de un 10%, pero no de forma permanente porque si estás muchos días al 10% la presión sigue aumentando y al final tienes que quemar.  El problema surge cuando estás por debajo de ese mínimo técnico, porque tal y como están diseñadas las plantas ahora ese gas hay que quemarlo».

Sin embargo, desde que entraron en funcionamiento las instalaciones de Saggas, en abril de 2006, no ha hecho falta recurrir a la quema de gas hasta el pasado marzo, es más, se espera que esta situación sea transitoria, adelanta Santiago Álvarez: «fue a partir de marzo de este año cuando empezamos a tener bajas producciones en planta. Se agudizó en abril, en mayo y junio tuvimos algunos días críticos. En julio no hemos tenido ninguno y agosto esperamos solventarlo relativamente bien. De todos estos años hemos tenido alrededor de 5 meses un poco delicados».
 
La llama y el CO2
La continua permanencia de la antorcha encendida, que se divisa desde varios kilómetros, ha desatado cierta alarma social entre la población del Puerto de Sagunto y la consiguiente reacción de los ecologistas, que están en contra de que, por la combustión del gas, se lance a la atmósfera CO2. No obstante, Álvarez, que dice compartir las críticas cuando son fundadas, no duda en resaltar que las alternativas son mucho peores: «El primero que está en contra de que esa llama esté encendida soy yo, porque nos gustaría que esta planta produjera más. Así nos evitaríamos tener que quemar en la antorcha. Cuando se quema gas natural se está produciendo agua y CO2, que es un gas de efecto invernadero que afecta a la capa de ozono, eso es cierto. Ese CO2 no es bueno emitirlo a la atmósfera, pero cuando oyes 'que se apague la antorcha', te da que pensar. Si apago la antorcha, aquí sólo hay dos opciones: o apago de verdad la antorcha y dejo que salga metano, que tiene un poder 20 veces peor en la capa de ozono, o están pidiendo que apague la planta».

A este respecto, Santiago Álvarez destaca que hay que ser más cuidadoso con determinadas manifestaciones y sopesar sus posibles repercusiones: «Hay que tener mucho cuidado con lo que se dice, sobre todo de cara a terceros. Ahora mismo estamos en una situación complicada en las plantas de regasificación en España. Un país que suministra  gas, cuando no tiene yacimientos propios, o bien, como aquí, trayendo barcos, o porque tienes un tubo que le conecta directamente a un país proveedor. En el caso de España hay dos tubos que la conectan con Argelia. Durante muchos años España atendió la demanda de gas en su mayor porcentaje por barco. Hasta hace muy poquito el peso del gas en fase líquido era del 70% y 30% gas. Con la puesta en marcha del segundo gasoducto que nos une con Argelia, el año pasado fue 60 líquido 40 gas y la idea es que tienda a compensar».

Álvarez llama a la prudencia y recuerda que el Ministerio, dada la actual coyuntura, se está planteando cerrar otra planta de regasificación: «Ahora mismo, el tubo está suministrando mucho gas, más que líquido, por eso las plantas estamos pasándolo un poco mal, porque estamos con mucha menos producción de la que históricamente teníamos. Pero esto puede ser un tema coyuntural, porque lo normal, en España, es que se siguiera abasteciendo por líquido, que es mucho más flexible y mucho más seguro en el suministro, incluso en su día fue más barato. Entonces, si aquí empezamos a hablar de que hay que parar no sé, ojito con lo que decimos porque el Ministerio está pensando que ya tiene una planta parada en Gijón y a lo mejor hay que parar otra, no creo que sea la nuestra porque es muy eficiente, pero hay que ser prudentes».

Pese a las dificultades por la caída de la demanda, la regasificadora de Sagunto ha resuelto el problema explorando otras líneas de negocio que ya explota satisfactoriamente, según relata su director general, Santiago Álvarez: «Saggas este año empezó a cargar barcos, cosa que no hacía y que menos mal que empezamos a hacer, porque veíamos que nuestro tráfico caía de forma brutal. Como no se veí­a una solución a corto plazo, propusimos a nuestro Consejo de Administración hacer una inversión para poder cargar barcos, porque es una demanda de nuestros usuarios y no los queremos perder. Decidimos gastarnos un dinero, al final fueron más de 3,5 millones de euros, en hacer una instalación para cargar barcos como tiene que ser: segura. Pues menos mal que lo decidimos, porque en el mes de junio cargamos más energía en barcos hacia fuera que gas por el tubo. Pues eso, aparte de que sea bueno para Saggas, porque sigue manteniendo su actividad, al puerto también le viene bien, porque son más ingresos por tasas, etc. Y si al puerto le viene bien, le viene bien a todos».

Si le ha interesado esta información, puede unirse a nuestro canal de Telegram y recibirá todas las noticias que publicamos para el Camp de Morvedre. Síganos en https://t.me/eleco1986

Modificado por última vez en Viernes, 09 Agosto 2013 04:34

Artículos relacionados (por etiqueta)