Álvaro Pradas, un vecino de Canet d’En Berenguer de tan sólo 18 años y estudiante de filología catalana, se ha convertido, a pesar de su corta edad en un gimnasta reconocido que hace tan sólo unos días se alzó con el bronce en Valladolid 2016.Una afición que se ha convertido en su gran pasión y que surgió cuando el joven sólo tenía 6 años. Por aquél entonces, recuerda «una compañera de clase me invitó a una exhibición en la que ella participaba. Fui a verla y me enamoré de este deporte», relata a El económico. Desde entonces no ha hecho más que crecer deportivamente.
«Sólo tenía seis años, edad más que suficiente para tener claro que yo quería aprender a hacer todo aquello que estaban haciendo esas niñas, sigue recordando. Así que, lo comentó con sus padres, y a pesar de que, como reconoce, «al principio fue raro que un chico practicara gimnasia, y siempre hay excepciones, pero en líneas generales, todo el mundo aceptó mi decisión como una decisión válida. Así que, después de mis primeros pasos en el colegio de Canet haciendo gimnasia como actividad extraescolar, mis entrenadoras vieron que tenía buen potencial y decidieron pasarme al Club Morvedre, del que sigo formando parte hoy en día y al que le debo todo».
«Sólo tenía seis años, edad más que suficiente para tener claro que yo quería aprender a hacer todo aquello que estaban haciendo esas niñas, sigue recordando. Así que, lo comentó con sus padres, y a pesar de que, como reconoce, «al principio fue raro que un chico practicara gimnasia, y siempre hay excepciones, pero en líneas generales, todo el mundo aceptó mi decisión como una decisión válida. Así que, después de mis primeros pasos en el colegio de Canet haciendo gimnasia como actividad extraescolar, mis entrenadoras vieron que tenía buen potencial y decidieron pasarme al Club Morvedre, del que sigo formando parte hoy en día y al que le debo todo».
¿Un deporte de niñas?
Álvaro explica que recuerdo aquellos primeros días de forma muy especial. «Recuerdo a todas las niñas observándome. Era una novedad bestial, pero me acogieron muy rápido y en seguida me hicieron sentir muy a gusto».
Con el tiempo, y tras competir en niveles de iniciación, el joven gimnasta fue mejorando y pasando así a competiciones de nivel autonómico y ya de forma individual. Su nombre fue haciéndose eco en el mundo de la gimnasia, y ya no hablaban de él como sel niño que hacía gimnasia entre las niñas, sino como el gran gimnasta, con nombre propio, en el que se estaba convirtiendo Álvaro Pradas. En 2009 Álvaro debutó por primera vez. con 11 años Pardas recuerda de una forma muy especial su primer debut en un nacional. «A pesar de que este 2009 empezó siendo un año duro, ya que la federación no admitía la modalidad masculina a nivel nacional, al final lo hicieron de manera paralela a la femenina, celebrando un nacional separado. Fue entonces cuando se celebró el primer nacional masculino y cuando no había cumplido aún los 11 años, gané aquel primer bronce que supuso un antes y un después en mi carrera deportiva», relata orgulloso.
Tras este nacional, Álvaro empezó a trabajar y a marcar objetivos fijados en los pódiums nacionales, objetivos que consiguieron gracias al gran esfuerzo, trabajo, constancia y pasión del gimnasta y su club. Así que el 2009 se convirtió al fin, a pesar de su mal comienzo, en un gran año. Un año en el que el joven y su club comenzaron a crear un estilo, un estilo muy especial que caracteriza al gimnasta canetero y que le ha hecho conseguir el respeto del público y de los jueces.
Fuerza, riesgo y agilidad
Un trabajo que ha sido, según él mismo explica «más que reconocido», ya que en estos años ha conseguido ganar cinco bronces nacionales (2009, 2011, 2013, 2014 y 2016) y la plata nacional de 2015. Éxitos que podrían ser aún más si la falta de participación en 2010 y 2012, no le hubieron jugado una mala pasada. Afortunadamente, en la actualidad la participación en el campeonato de España sigue creciendo.
La fuerza, el riesgo y la agilidad. Esto es, según él, lo que caracteriza su gimnasia, «una manera muy diferente de hacer gimnasia, lejos de la delicadeza, que va perfecta con aparatos como el aro, las mazas y la cuerda. No obstante, a todas las especialidades les tengo cierto cariño", declara. Un estilo de vida que le ha enseñado, como se sincera, a ser quien es hoy en día le ha hecho crecer de manera personal y profesional, con grandes valores.
Cuando preguntas a Álvaro cuáles son sus sueños profesionales, explica que «creo que todos los gimnastas tenemos los mismos sueños, pero por desgracia no están en nuestra mano, ya que a todos nos gustaría competir a nivel nacional, pero no tenemos esa opción. Siempre puedes soñar con un oro nacional, pero, yo soy una persona que compite por disfrutar. Eso no quita que me guste que el trabajo bien hecho sea reconocido, ya que creo que, como a todo el mundo, nos gusta que cuando conseguimos mostrar nuestro trabajo y éste está bien hecho, éste sea reconocido».
A pesar de su estilo, perfección y evolución, el deportista asegura que no son necesarias unas cualidades demasiado estrictas para ser un buen gimnasta. Eso sí, añade «todos cuidamos nuestra imagen y tenemos presentes los cánones predominantes de la delgadez en este deporte, pero no hace falta ser una persona delgada y larga para ser buen gimnasta. Yo, por ejemplo, soy bajo y bastante ancho, debido a mi musculatura y sin embargo, gracias a mi estilo y a mi forma de hacer gimnasia he conseguido luchar por estar arriba».
La dedicación es lo principal, finaliza. Una dedicación que le hizo hace unos días alzarse con el bronce en Valladolid. A pesar de los obstáculos iniciales (avería en el coche que casi le priva de realizar los entrenamientos el día anterior a la competición y la rotura de la cinta minutos antes de salir a competir), Álvaro disfrutó de un modo bestial de la misma, alzándose con el bronce. Un triunfo como explica con «sabor agridulce», que le sirven de motivación para plantearse nuevos objetivos. !A por todas, campeón!
