Cultura

 

Si hace tan solo un año el colectivo gitano pedía a la Rae que cambiara la definición que ofrecía de la palabra gitano, este año, hacen de nuevo un llamamiento, esta vez a la gran pantalla. Que dejen de ofrecer la imagen que dan sobre el pueblo gitano programas de televisión como Los Gipsy Kings, Mi Gran Boda Gitana o Palabra de Gitano. Y lo han hecho con  la campaña #TelebasuraNoEsRealidad, un vídeo en el que muestra varias generaciones de gitanos y gitanas criticando estos programas de Cuatro y la imagen generalizada que se da sobre el colectivo. Críticas a las que se han sumado los gitanos del Camp de Morvedre.

 «No a todas las gitanas nos gusta el brillo y el leopardo. No vivimos en mansiones ni estamos desempleados. No asistimos a bodas de cuatro días ni vivimos rodeados de lujo. Al contrario de lo que se muestra aquí, trabajamos, nuestros niños van al colegio, la mujer tiene un papel fundamental y vivimos de un modo muy normal».

Así se expresaba Carmen Jiménez, tablet en mano, después de ver dos minutos de un vídeo con imágenes del programa actual Los Gipsy Kings, y sus antecesores Palabra de Gitano y Mi gran boda gitana, programas emitidos por la Cuatro, que han conseguido  un gran índice de audiencia gracias a, como explica esta mujer gitana de 40 años, «tirar por el suelo la imagen de los gitanos».

 

Dolores Santiago, de 48 años, añade que «degradan nuestra imagen, sobre todo la de la mujer, que la muestran como sumisa. Inventan tradiciones que son pura mentira y nos dejan como maleantes preocupados solo por el oro, la fama, y el lujo. Parece que todos seamos así, como ellos,  y eso está lejos de la realidad».

Las mismas explican que «cuando llevamos a nuestros hijos al colegio, otras madres nos preguntan si lo que vieron anoche en la tele es verdad. ¿Son así las bodas? ¿Tanto la liáis en los bautizos?. Es una vergüenza, y lo peor es que mucha gente se lo cree», cuenta Carmen indignada.

¿Por qué no sacan a Juan de Dios, el abogado y periodista, o a otros gitanos que como la mayoría se ganan la vida dignamente? No, es mejor dejarnos mal, que la gente se ría de nosotros», cuenta a El Económico Emilio Ramírez, de 21 años. «Una amiga que no es gitana vino un día y me preguntó que si cuando nació mi hijo fui a la tumba de mis muertos a presentarles el bebé», relata indignado el joven, quien además explica que «yo eso no lo había visto en mi vida, hasta que lo emitieron allí». El joven relata indignado que «ya me han puesto la cara colorada en numerosas ocasiones por culpa de estos programas donde sus protagonistas solo siguen un guión y casi todo son mentiras», añade.

 

 

«Yo no hablo como ellos, me expreso correctamente. Es más, pienso que es más difícil hablar así de mal, como hacen ellos, que hablar bien», cuenta Israel Ramírez, un gitano de 25 años de Puerto de Sagunto. «Y en mi casa no hay dorado, ni nada de leopardo, es de lo más normal: roja, blanca y negra», se suma su mujer, María Moreno, a la conversación con El Económico.

Dolores explica que lo que más molesta al pueblo gitano de este tipo de programas es la tendencia a generalizar. «Habrá mujeres gitanas que les guste el brillo y lo dorado, pero otras a las que no. Yo cuando vi el carro del bebé de una de las protagonistas (se refiere al brillante carro color oro de Noemí) y la casa de otra mujer, con paredes, muebles, decoración y textil todo de leopardo, me horrorizó el espectáculo. Probablemente a otras les guste, pero no se puede generalizar», se lamenta.

«El peor de todos era Palabra de Gitano», sigue explicando la veterana del grupo. «En ese dejaban a la mujer a la altura del betún. Había una señora mayor que se refería a su marido ya fallecido como su amo. Era indignante. Muchas veces no he podido ni acabar de ver las emisiones de la rabia que sentía». Israel, entre la sofocada conversación añade que «deberían multarlos hombre, no hay derecho a que nos hagan esto».

Y no va muy desencaminado, ya que la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas de Andalucía (Fakali), por ejemplo, interpuso dos demandas a dos de estos programas, que fueron, sin embargo resueltas por la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia a favor de Mediaset.

Lo cierto es que, con razón o sin ella, Mediaset ha conseguido que Los Gipsy Kings se haya convertido en su programa más visto, consiguiendo las 4 emisiones más vistas de Cuatro en febrero, y llegando a superar el 10% de  cuota de pantalla con este docu-reality tan criticado por las asociaciones de gitanos y gitanas. «¿Qué harán en la siguiente temporada?» pregunta Israel. «Cada vez tienen que inventar más, porque como ven que hacen gracia y la gente los ve, se han de ir superando. Y para ello recurren a la falsedad, cada vez más exagerada».

 

 

«Somos de verdad, reales, normales, con vidas normales. Trabajamos para conseguir dinero. nuestras casas son normales. Lo que veis son historias inventadas». Así se expresa Dolores, quien además, relata a El Económico que «un familiar mío es de Plasencia y nos ha contado que esa no es la verdadera casa de Rebeca y sus padres. Osea que todo es invención, invención e invención para conseguir dar una imagen frívola y equivocada sobre Los gitanos».

María, quien reconoce que ve y se ríe cada domingo con las familias protagonistas de los Gipsy Kings, quita importancia al tema y argumenta que «es solo un programa más de diversión. Algunas cosas te hacen reír, y otras no tanto, pero la gente ha de saber que igual que no todos los payos son como los participantes de Gran Hermano, no todos los gitanos somos como los protagonistas de estos programas. Pero bueno, al menos te ríes un poco el domingo por la noche».

Y como no hay mejor forma de combatir contra la mala imagen que con buenas acciones, Carmen y Dolores, explican a El Económico que en breve nacerá la primera asociación de mujeres gitanas de la comarca, donde se realizarán numerosas actividades como cursos de nuevas tecnologías, cocina,peluquería, informática y charlas sobre temas sociales que preocupan a las mujeres. Una iniciativa que contará con la colaboración de la Asociación Gitana Pueblo Unido, que ya existe en Sagunto.