Cultura

 

Carmen tiene casi 15 meses. Su sonrisa ilumina hasta el más nublado de los días. Es feliz, muy feliz junto a sus padres y su hermano. Sin embargo la familia vive un infierno desde que la pequeña nació, en Tailandia, mediante un vientre de alquiler.  

 

Desde aquel día, siguen atrapados en Bangkok. En unos días, el próximo 26 de abril y tras meses de juicios, lucha y mucho sufrimiento, conocerán la sentencia del juez ante la negativa de la madre gestante (que no biológica), quien se negó a firmar el documento necesario para conseguir el pasaporte para que Carmen pudiera volver a Valencia, donde reside ­el matrimonio, al conocer, afirma la pareja, que se trataba de un matrimonio homosexual. A pesar de que el óvulo era de una segunda mujer y que el esperma es de Lake, por lo que es el padre biológico de la niña, la  ley tailandesa dice que la madre es la que da a luz. Por ello, mientras cuenten con la negativa de la madre,  y hasta que un juez diga lo conrario, Carmen no podrá abandonar Tailandia.

 

Manuel Santos, natural de Puerto de Sagunto y su marido, el estadounidense Gordon Lake, decidieron, tras la maravillosa experiencia que supuso tener a su primer hijo, Álvaro, de casi tres años, mediante un vientre de alquiler en la India, aumentar la familia. Lo que nunca pudieron imaginar entonces era que, aquella decisión se convertiría en la peor de sus pesadillas. A través de una agencia, esta vez en Bangkok, iniciaron el mismo proceso que con Álvaro, con un coste total de 40.00 euros, para darle una hermana al pequeño. Contactaron con la agencia, quien fue la responsable de buscar a las candidatas para inseminar el esperma de Bud. Tras un intento fallido en la primera mujer, el segundo se realizó con éxito en Patidta, una mujer tailandesa, quien en todo momento, como relatan en las redes sociales, se mostró dispuesta y amable a realizar el tratamiento, por el que recibiría, 20.000 euros.

 

Todo premeditado
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Sin embargo, su disposición era tan solo era una tapadera. Gordon y Manuel explican en redes sociales, que «lo tenía todo premeditado, ya que al final del embarazo, y a pesar de que todo durante el mismo había transcurrido con normalidad, la mujer colgó una foto en las redes sociales de una niña mestiza junto a un mensaje que decía: “Pronto estaremos juntas, mi ángel”». Esto les hizo sentirse incómodos, pero ya que todo había transcurrido dentro de la más estricta normalidad, (recibiendo informes médicos e incluso las ecografías de la pequeña Carmen), decidieron no darle mayor importancia.

 

En  enero, que era cuando la Patidta salía de cuentas, viajaron ilusionados los tres a Bangkok. Carmen nació el día 17. Todo transcurría con naturaliadd. Gordon y Manuel mandaron flores a la madre, estuvieron allí los tres días en el hospital, dando de comer a la pequeña, presentándole a su hermano mayor  e incluso, pagaron a la gestante el penúltimo pago. Días después, y tan sólo dos semanas antes de regresar a España, recibieron un mensaje en el que la madre les decía que no iba a firmar nada porque quería quedarse con la niña. La agencia se desentendió del tema, dejándolos desamparados en un país que no era el suyo, con una ley que soapechaban, podía favorecerla, y con el miedo constante de poder perder a su hija. Diferentes abogados, con tarifas que rozaban lo imposible, visitas a la embajada y una lucha incesante sacrificando  su familia, trabajos y dinero, no sirvieron de nada.

 

 

A parte de todo esto, desde entonces, la mujer ha intentando por todos los medios hacer aún más imposible la vida a esta familia, tanto que ha llegado a acusar al matrimonio de tráfico de humanos en distintos medios de comunicación, lo que ha llevado a que la pareja y su hija tengan que estar cambiando constantemente de residencia ante posibles consecuencias de cualquier persona que pueda llegar a creerla, explican.

 

Mientras tanto, la historia ha dado la vuelta al mundo. Todo ello gracias a la empresa de publicidad que gestiona Manuel en Valencia, desde donde desde el primer momento crearon el movimiento #BringCarmenHome, en el que trabajan cinco personas y donde existen miles de fans que apoyan a la familia y siguen la vida de la preciosa Carmen. La publicación de su historia y las fotos del día a día de la pequeña, han hecho que Carmen se haya convertido en una pequeña muy popular. Su historia hallegado lejos, muy lejos.  Y ahí es precisamente donde pretenden llegar sus padres, quienes están incluso dispuestos si la cosa no va bien, a mudarse a Tailandia y rehacer allí sus vidas, al lado de Carmen, la familia completa y unida.Miles de seguidores.

 

Ya han pasado 14 meses. Más de un año en el que Manuel, Gordon y Álvaro han estado yendo y viniendo de Tailandia a  Valencia, donde residen, y a Puerto de Sagunto, donde vive toda la familia de Manuel. Álvaro, también ajeno como Carmen a toda la tristeza de su familia, hace su vida también en Valencia, ya que sus padres lo quieren alejar de la popularidad que ha adquirido el caso, pero visita periódicamente a su hermana, a quien adora. Una popularidad que se ha traducido en un apoyo que está siendo esencial para estos padres, quienes agradecen las muestras de cariño, mensajes de ánimo y aportaciones económicas que están recibiendo en la cuenta que habilitaron, para poder costear las dos vidas paralelas que tienen que vivir en países tan alejados.

 

Una lejanía que hace que Carmen no pueda conocer al resto de su gran familia, (exceptuando el caso de algunos familiares que sí han tenido la oportunidad de viajar hasta allí y pasar unos días con la pequeña), y de tener una vida normal rodeada de todos los que ansían conocerla.

 

 

En muy pocos días, el 26 de abril, está previsto que el juez dicte sentencia, decidiendo así el futuro de Carmen y su familia, quien está esperanzada en el hecho de que lel matromonio inició el proceso antes de la entrada en vigor de la ley en la que se prohibió la subrogación para extrajeros en Tailandia debido a los múltiples escándolos que surgieron el pasado año. Además, confían en que triunfe el amor y el bienestar y felicidad de la pequeña.

 

La vida sigue, añaden, separados, entre aviones y abogados, alejados del resto de la familia, entre lágrimas y sufrimiento. Pero también felices, felices por estar estos 14 meses viendo crecer a Carmen, aunque sea en estas condiciones, y llenos de esperanza, una esperanza que les hace creer que al final, el amor ganará la batalla.