La página web de su pequeña productora domiciliada en Gilet, ‘La ceiba del patio’, cuantifica 12 largometrajes y 3.000 horas filmadas de realidad social

Pedro Rosado y el documental infinito

El cineasta Pedro Rosado, en una imagen de archivo El cineasta Pedro Rosado, en una imagen de archivo
Viernes, 19 Enero 2024 21:15

Por José Ángel Baños Bertolín & Antonio Ortiz López
Historiadores y profesores de Enseñanza Secundaria

El diccionario del audiovisual valenciano refiere a Pedro Rosado como un creador original y comprometido, un corredor de fondo capaz de plantear proyectos y llevarlos a cabo en constante pugna contra diferentes problemas y adversidades.

A medio camino del cine documental y de ficción, en audiovisuales producidos para la televisión pública estatal y autonómica, en las nuevas plataformas, así como en la publicidad, Rosado ha sido un profesional prolífico y polifacético.

La página web de su pequeña productora domiciliada en Gilet, ‘La ceiba del patio’, cuantifica 12 largometrajes y 3.000 horas filmadas de realidad social, colaborando con CNN+, con Canal Plus en documentales, con TV3 y en TVV-C9 en diferentes series sobre la mujer en Europa, emprendedores, artistas plásticos.

Gracias al encuentro personal que mantuvimos durante un par de horas y a un café, nos hacemos una idea de lo que puede significar ser un corredor de fondo en la industria audiovisual española. El resto de las informaciones aquí resumidas proceden de fuentes de hemeroteca que hemos consultado estos días.

Nuestro objeto, además de tratar a la persona y contextualizar su hacer con rigor, es conocer los pormenores que rodearon el desarrollo de ‘El mejor acero del mundo’ (1984), documental producido con medios materiales que el servicio territorial de TVE puso a disposición del técnico y creador original de la idea. Pedro Rosado y Gonzalo Moure fueron los guionistas de un trabajo para el que fueron contratados por el director del servicio territorial de TVE en Valencia, Eduardo Sancho. Como ya comentamos y explicamos en un artículo precedente, su emisión fue cancelada en mayo de 1984.

En un primer contacto personal, que tuvo lugar una tarde a finales del pasado otoño, descubrimos a un joven inquieto que abandonó una previsible y convencional evolución profesional ligada a la fábrica o incluso una vida cómoda, vinculada a diferentes negocios familiares, por el desarrollo de una vocación temprana como proyectista en las principales salas de la ciudad.

Su relación profesional con el universo cinematográfico se inicia en salas evocadoras de un cinema paradiso extinguido para siempre en los pliegues de la memoria y el tiempo. Porque hubo un instante en la historia sentimental de nuestra modesta población obrera en el que salas de cine como el Oma, el Avenida, el parque Victoria, el Begoña o el Olimpia, representaban una de las escasas opciones de ocio para la juventud. Rosado eligió dedicarse a la industria del cine, descartando otras alternativas profesionales a una edad muy temprana, prodigándose en la proyección de aquellas sesiones que comenzaban obligadamente con el NODO, el noticiero y documental producido por la propaganda del régimen franquista.

A finales de los años sesenta y comienzos de los setenta la emisión del noticiero era todavía obligatoria, lo fue hasta la muerte del dictador, en 1975. Entonces, además de los noticiarios, también se proyectaban documentales monográficos, denominados ‘Imágenes’. El régimen se servía del NODO para presentar una imagen oficial de España sin posibilidad de contraste u oposición por parte de los espectadores, pues contaba con el control monopolístico, autoritario y paternal del conjunto de las informaciones visuales.

Es lógico y comprensible en esta situación de privación de libertades, de palpable y manifiesta represión moral, que el cine y algunas asociaciones ligadas a la cultura popular, como la aventura del Nautilus Club, abrieran nuevos espacios de socialización y protesta, atrayendo y encauzando el empuje de una juventud que no había conocido directamente la guerra ni estaba por la perpetuación de un régimen político caduco e ingrato.

Rosado nada en estas y otras aguas, decide salir de casa, aprovechar el servicio militar, que acepta voluntariamente, para ganar el mundo y conocer otras realidades sociales, una primera oportunidad para viajar.

Apadrinado por Fernando Méndez Leite, pudo formarse como ayudante de dirección en la escuela de cine de la Universidad de Valladolid. Estuvo vinculado a la industria del cine, realizando todo tipo de tareas en diferentes áreas técnicas y de producción, hasta que pudo formalizar una auténtica profesión. Recuerda entre sus primeras experiencias el rodaje de ‘Vida conyugal sana’ (1974) y otras producciones de José Luis Dibildos. Acabará trabajando de ayudante para directores como, Carlos Saura, Eloy de la Iglesia, Roberto Bodegas, José Luis García Sánchez, Ricardo Franco o Manuel Summers, por lo que a finales de los años setenta ya había ganado por méritos propios una posición de prestigio profesional y de reconocimiento en la industria del audiovisual.

Afiliado al Partido Comunista de España y a la oposición al franquismo, militante en la capital de España, sería colaborador y coautor de varios documentales clandestinos que nunca firmaría. Son años de compromiso y anhelos de libertad. Atestigua que entonces la industria del cine era toda ella militante. El cine documental exigía un compromiso activo con la realidad social.

Muy pocos conocen la epopeya del ‘Colectivo de cine Madrid’. Es la historia de un reducido grupo de jóvenes idealistas sin el que hubiera sido literalmente imposible la captura de imágenes estremecedoras, como las del entierro de los abogados de Atocha o la matanza de Vitoria. Sin el recurso a este fondo de archivo, algunos de los episodios de ‘Así se hizo la transición’, de la periodista y redactora Victoria Prego, hubieran sido literalmente imposibles.

Protegidos únicamente con una falsa acreditación de prensa, tomada de una televisión alemana, se lanzaron a las manifestaciones. Para aquellos jóvenes militantes correr ante los ‘grises’ parecía no bastar, pues era necesario aguantar el tipo y la respiración para rodar, tratar de no ser detenidos y proteger el material resultante. Ya bien entrada la democracia, este fondo de archivo fue adquirido por TVE. La historia completa pueden leerla y entenderla directamente en la página del colectivo https://colectivodecinedemadrid.com/. No entramos ahora en otros detalles para no desbordar nuestros limitados objetivos.

A comienzo de los años ochenta Rosado vuelve a Valencia para colaborar con directores como Carles Mira y Toni Canet, interviniendo en Con el culo al aire (1980) y Que nos quiten lo bailao (1984), films con una línea humorística valenciana, satírica e irreverente.

Rosado realizó una de las primeras producciones de la televisión autonómica valenciana. Durante 30 minutos explicó el proceso que siguió el proyecto que fue Canal 9, así como su importancia para la sociedad valenciana en ‘Cap a la televisió autonómica’, estamos ya en 1988. Fue un programa de autopresentación en el que colaboraron personalidades como Alfons Cervera, Marisa Ortega, Rosita Amores, Ferran Torrent, Muñoz Suay y Josep Vicent Marqués.

Entonces, como gerente de la empresa Videquip, también realizó el documental ‘Equipo Crónica: imágenes de la transición’, una serie de entrevistas dedicadas a los participantes supervivientes del Congreso de Intelectuales y Artistas Antifascistas celebrado en Valencia en 1937, en plena Guerra Civil, y la postproducción de un programa musical sobre la VII Trobada de Música Mediterránea.

No debemos olvidar la serie de reportajes realizados para TVE ‘Pueblos’ (1986), en los que visitó algunas localizaciones de interior, rurales y pintorescas. Recuerda que el rodaje del episodio ‘Reflejos de la mujer en el espejo de Europa’ para TVV, dedicado a la mujer en el ámbito rural, le permitió reconocer y volver a la población de la que procedía su abuelo, El Pobo, próximo a los perfiles montañosos de la Sierra Menera.

Anécdotas aparte, todo o casi todo este material podría ser recuperado con relativa facilidad si existiera un interés justificado entre los fondos de archivo de TVE, la extinta TVV-C9 y el centro documental de la filmoteca valenciana. El investigador no encontraría ninguna traba ni obstáculo para estudiar todo este material. No podemos decir lo mismo de ‘El mejor acero del mundo’ (1984), como ya explicamos en un artículo precedente, pues además de haberse cancelado su emisión, no consta ninguna copia en los archivos centrales de TVE y los del servicio territorial de TVE están pendientes de digitalización. Es decir, de momento, la cinta no puede ser recuperada, perdida o destruida, aunque conste en las fuentes escritas que referencian el trabajo de Pedro Rosado, no existe una ficha catalográfica de la cual estirar.
1984 es un año fatídico para nuestra memoria colectiva. Un fantasma se asentó en las calles de nuestra población. Era el fantasma de la incertidumbre, provocada por el cierre inevitable, el fantasma que auguraba la muerte de un pueblo que, afortunadamente, no fue tal. Cuarenta años después podemos decirlo, pero independientemente a cuál fuera nuestra relación objetiva con la fábrica, la tristeza se instaló en el fondo de todos nuestros corazones, síntoma y evidencia de una depresión colectiva que los sociólogos de hoy deberían estudiar para prevenir problemas del mañana.

Un artículo publicado por Jaime Millas el 15 de mayo de aquel año en el diario El País, refiere directamente sobre el tema que aquí relatamos, aplazado un programa sobre la reconversión siderúrgica de Sagunto. Jaime Millás refiere el testimonio de Gonzalo Moure, redactor de la Cadena COPE contratado por Aitana, contrariado por la circunstancia de que «asuste Sagunto». Redactor, guionista, y en cierto modo también protagonista del documental, —junto a la saga García Peralta, Ángel Perales y el sociólogo valenciano Adrià Mollà—, al aparecer, en los planos de las entrevistas y resalta y defiende la actuación de Eduardo Sancho, entonces director del centro territorial, que ha sido totalmente valiente al llevar adelante este programa, sufriendo en silencio que los saguntinos,encerrados en el ayuntamiento los días de rodaje, acusaran a Televisión Española de no dar información sobre la opinión de los trabajadores.

El programa con una duración de 55 minutos, realizado por Pedro Rosado, requirió un presupuesto de 800.000 pesetas y fue rodado entre los meses de marzo y abril. Su título no se refería a la calidad del material que producía la siderurgia, sino a la resistencia del pueblo y los trabajadores que, a lo largo de varias generaciones, habían protagonizado el nacimiento, esplendor y cierre de un proyecto siderúrgico. El equipo viajó hasta Almería para recoger imágenes de los orígenes de la saga familiar García Peralta.

Hoy, en televisión, una pluralidad de cadenas generalistas compiten por acaparar las mayores audiencias en todas las franjas horarias, y sus gerentes suelen eliminar de las parrillas los programas menos afianzados. A nadie le escandaliza que los ‘shares’, es decir, la totalidad de televisores que estén encendidos en cada lugar y situados específicamente en el canal de cada programa, determinen la continuidad de un programa o serie. La cancelación se encuentra plenamente instalada en las televisiones. Si algo no va bien, suele suceder que se busque un horario alternativo o de manera más brusca un programa pueda desaparecer directamente de las parrilla.

Este fenómeno ocurre igualmente en todas las televisiones comerciales generalistas, ya sean públicas o privadas. Las cadenas quieren repuntar sus audiencias en diferentes franjas y con frecuencia toman la decisión de eliminar de sus parrillas los programas menos afianzados. La guerra de las audiencias es feroz en nuestro país, Televisión Española, Atresmedia y Mediaset, luchan por mejorar sus puntos de ‘share’ y unos pocos miles de espectadores en cada franja. Pero nuestro caso es diferente, lo ocurrido con ‘El mejor acero del mundo’ es otra circunstancia, otra realidad, la de 1984.

De entrada, en 1984 apenas existían dos cadenas de televisión. La televisión pública autonómica, excepto TV3 en Cataluña, que tuvo una primera emisión el 10 de septiembre de 1983, estaba todavía en fase de diseño y aprobación y la no emisión de un programa de televisión, después de haberse anunciado, solo podía significar una cosa: la intervención política. El ‘share’ no contaba, pues en un espacio monopolizado y reservado para TVE la audiencia existente no puede repartirse entre diferentes competidores.

El anuncio de la cancelación generó malestar en el equipo, al entender que habían existido razones de censura. El programa había sido anunciado en la parrilla para emisión la tarde del jueves 16 en la serie de reportajes producida por los diferentes centros territoriales, denominada ‘De aquí para allá’, que solía dar una imagen entre pintoresca y costumbrista de diferentes localizaciones españolas. Eduardo Sancho, director de Aitana, anunció la cancelación o demora para completar los datos finales sobre la creación de nuevos puestos de trabajo a raíz de las industrias que se acogen al régimen especial establecido por el Gobierno para la zona saguntina. Nuestra fuente de hemeroteca muestra, además de esta razón, otra que habla de la inoportunidad para volver sobre un conflicto, después de celebrarse el referendo entre los trabajadores por el que se aceptaba la nueva situación tras 14 meses de lucha continuada.

En la entrevista tuvimos ocasión de preguntar abiertamente a Pedro Rosado sobre las circunstancias que rodearon la polémica cancelación del documental y la calificó como una enorme torpeza, pues el programa para el que iba a ser emitido ocupaba la franja de las horas de siesta, que probablemente poca gente lo hubiera visto y que, incluso, hubiera reforzado la posición del gobierno.

¿Entonces, por qué la cancelación? Rosado respondió aludiendo a la idea de una España regional escasamente vertebrada. Los centros territoriales, como era el caso del valenciano, ofrecían una imagen costumbrista, pintoresca. Si hubiera planteado un documental sobre la naranja o los tópicos valencianos, no hubiera existido problema alguno, aunque con humor, Rosado dice que Gonzalo y él mismo ya se hubieran dedicado a complicar el tema.

El documental muestra un conflicto social abierto para con el gobierno y esta situación de conflicto para con la administración central del Estado podría ofrecer un precedente al resto de centros territoriales. Siguiendo esta misma línea discursiva, otros centros territoriales de TVE podrían ofrecer también una imagen conflictiva, y ello, por razones evidentes, no interesaba.

Rosado, que fue informado por teléfono de la cancelación, comenta que al equipo se le ofreció la posibilidad de reducir el metraje a veinte minutos y reformularlo como un reportaje para ‘Informe Semanal’, pero él y Gonzalo Moure, después de meditar esta propuesta, fueron fieles y honestos para con el proyecto original, decidieron preservar su trabajo. Comenta que años después, incluso el entonces presidente de la Generalitat Joan Lerma, le pidió disculpas por lo sucedido.

Como nosotros mismos, Rosado ha descubierto un trabajo realizado hace 40 años, los mismos que se han sucedido en el tiempo secuencial desde el comienzo de la reconversión industrial en 1984. Como realizador está acostumbrado a cerrar definitivamente sus trabajos por siempre y suele olvidarse de sus productos una vez concluidos. Interrogado, responde que la duración del metraje hoy le parece excesiva. No cambiaría ninguna escena, pero admite que sí reduciría algunos minutos en las entrevistas. Tal vez hoy midamos el tiempo de una forma más práctica y eficiente que entonces. Adjetivamos menos cuando escribimos.

No obstante, en la dilatada carrera profesional de Rosado ‘El mejor acero del mundo’ no es más que una gota de agua con sal en la inmensidad de un océano no siempre calmado.

En los años noventa Rosado se lanzaría a la realización cinematográfica en primera persona, hace publicidad y crea su propia productora. Sus trabajos son reconocidos en festivales internacionales. Se suceden con continuidad: ‘Chiapas: el dolor del sueño’ (1994), ‘Sahara un pueblo’ (1995), ‘Nicaragua: lejos de los focos’ (1997), ‘Socialmente peligrosos’ (1998), ‘Las cenizas del volcán’ (2000), este último tal vez sea su obra documental más conocida y premiada. Sus documentales más recientes son ‘7 leguas’ (2013) y ‘AIMRA Tierra de nadie’ (2021). Este último largometraje, que es una mirada a la mujer saharaui, se encuentra disponible en la plataforma FILMIN. Los refugiados saharauis de Tinduf han sido protagonistas también de dos largometrajes de ficción Saharaui: ‘Cuentos de una guerra’ (2004) y ‘Wilaya’ (2012).

Hubo un tiempo en el que los historiadores, antes de caer en la seducción de los modernos sistemas digitales de información, aprendíamos geografía política y social, gracias al testimonio de viajeros y atentos observadores. En los años noventa, cuando Pedro Rosado inició la presentación de sus principales trabajos documentales, el que escribe andaba todavía en la universidad, descubriendo a Eduardo Galeano y Ryszard Kapuscinski, a Alexis de Tocqueville y Herodoto. Todos juntos y mezclados sin orden ni posible concierto.

Rosado, en sus narraciones visuales, nos aproxima a naciones hermanas y distantes como México, Nicaragua, Colombia, Bosnia y su cruenta guerra, o el antiguo Sahara español por el que siente auténtico entusiasmo. Su cinematografía ha viajado por tres continentes, Europa, América y África. Desde estas líneas quisiéramos animar a Rosado a tomar la pluma, a que ponga sus memorias por escrito, a depositar su enorme experiencia visual y vital sobre el papel en beneficio de nosotros, modestos lectores de la historia contemporánea. Haga como los autores citados en el párrafo anterior, Ryszard Kapuscinski, y Herodoto, transcriba su experiencia de viaje, por favor.

Nosotros volveremos otro día para hablar de Lilian y de la filmografía de ficción, pero antes nos gustaría profundizar en la historia de personas como Gonzalo Moure Trenor, Damià Mollà, Ángel Perales, todos protagonistas y colaboradores necesarios en ‘El mejor acero del mundo’.


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