En la región de Salzkammergut, el paisaje, la cultura y el amor por la tradición se unen para crear un hermoso conjunto. La sal del interior de las montañas hizo próspera esta región, pero su verdadera riqueza está en los lagos. Escritores, artistas y emperadores pronto se sintieron atraídos a sus orillas, pero ahora todos somos viajeros en busca de lagos.
Lo mejor para describir esta región será empezar con un número, porque a veces los números dicen más sobre una región que muchas palabras bonitas: 76. Esta es la cantidad de lagos que hay en esta zona de Austria.
Los hay más pequeños y más grandes, los mundialmente famosos y los menos conocidos, y si se dice que uno es más bonito que el otro, seguro que hay algo de cierto en ello. Algunos incluso parecen un espejismo, un cuadro de un lago. Otros yacen como esmeraldas bajo el cielo azul, engastados como joyas entre las crestas irregulares de las montañas que los rodean.
¿Fueron estos paisajes los que antaño atrajeron a la gente a la región de Salzkammergut, los 76 lagos y los picos que los rodean, el Dachstein y el Traunstein y las montañas de Salzkammergut, conocidas también bajo el nombre de Osterhorn-Gruppe? Es posible.
Pero realmente fue una materia prima extraída de las profundidades de las montañas lo que hizo famosa a la región hace miles de años. La sal era increíblemente valiosa en aquella época; quienes la poseían se enriquecían comerciando con ella. Ya en los siglos VIII y V a. C. surgió una cultura floreciente única en Europa.
Hallstatt fue un famoso emporio comercial en una época en la que Roma ni siquiera se había construido. Hoy en día, por supuesto, esta localidad junto al lago de Hallstatt sigue siendo mundialmente famosa. A los chinos les gusta tanto que han construido una copia perfecta en su país.
¿Por qué la región de Salzkammergut se llama así?
El oro blanco era tan valioso que esta región en el extremo norte de los Alpes estaba subordinada a la Hofkammer de Viena (es decir, la administración que se ocupaba de las finanzas de la casa gobernante) y se consideraba una propiedad de la administración, de ahí el nombre Kammergut. Viena vigilaba la región de forma minuciosa. A sus habitantes solo se les permitía salir con un permiso escrito. Y solo dejaban entrar a los extranjeros de mala gana.
Una actitud que, por supuesto, tuvo consecuencias: mientras que otras partes del estado multiétnico de los Habsburgo fueron moldeadas por las influencias externas, la población de Salzkammergut se mantuvo al margen de dichas influencias durante mucho tiempo. Tradiciones como el uso de variaciones locales de los trajes Dirndl o el paschen (un aplauso rítmico muy complejo al son de la música) siguen conservándose hoy en día.
A veces parece como si, con el tiempo, se hubiera desarrollado una especie de ADN colectivo de Salzkammergut. Se dice que la gente de aquí tiene una sana confianza en sí misma y un fuerte espíritu comunitario. Y también cierta rebeldía contra muchas de las decisiones de Viena para su tierra natal.
Atracción para los escritores
Por supuesto, la belleza de la región de Salzkammergut siempre ha embelesado a todos los que necesitan paz y claridad para poder trabajar, los poetas, los filósofos, los pintores, los compositores y los escritores.
El lago Altausseer See ha sido fuente de inspiración para muchos escritores
Pronto, el lago Altausseer See empezó a conocerse como un enorme tintero en el que los autores sumergían sus plumas. Barbara Frischmuth y Klaus Maria Brandauer son testigos de ello: ambos nacieron aquí, viajaron por el mundo y hace tiempo que regresaron. A Gustav Mahler le gustó más el lago Attersee, donde el compositor creó dos sinfonías en su casa vacacional de Steinbach. Por supuesto, todos los visitantes de Attersee acuden al lago Attersee en busca de inspiración, como también lo hizo Gustav Klimt. Johannes Brahms vivió en Gmunden durante algunos años y Franz Schubert pasó allí sus vacaciones de verano.
De hecho, hubo una época en la que medio país peregrinaba en verano a la región de Salzkammergut, sobre todo a Bad Ischl. Robert Stolz, Franz Lehár, Johann Strauss, Theodor Herzl y Franz Werfel: ningún otro lugar de Europa llegó a congregar más celebridades en un espacio tan pequeño.
Y luego vino Su Majestad con la corte y Bad Ischl se convirtió en la capital del verano. Hasta el final de su larga vida, Francisco José pasó casi todos los veranos en la región de Salzkammergut.
Hace mucho que el emperador nos dejó y, con él, el imperio de los Habsburgo, y la sal ya solo se extrae en unos cuantos lugares de la región de Salzkammergut. Pero todo lo demás sigue ahí. Las montañas, la inmensidad, el aire cristalino y las mañanas inundadas de luz que dan ganas de salir fuera con un caballete o, por lo menos, con una cámara. Y, por supuesto, todos los lagos siguen allí. Los 76. Y si se dice que uno es más bonito que otro, seguro que hay algo de cierto en ello.
