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El periodista, poeta y escritor, recoge en su nuevo libro, La vida precària, una selección de sus actículos más vigentes, publicandos desde principios de este siglo en un diario valenciano

Antoni Gómez: «La implantación del castellano es avasalladora»

El saguntino Antoni Gómez, periodista, poeta y escritor (Fotos: Pilar Sampedro)    El saguntino Antoni Gómez, periodista, poeta y escritor (Fotos: Pilar Sampedro) Antoni Gómez: «La implantación del castellano es avasalladora»
Viernes, 19 Febrero 2021 21:28

En 2016 publicaba la novela ‘Maleïts Entrepans’, en 2017 el poemario ‘Elegía del pelegrí’ y ahora nos presenta ‘La vida precària’, una selección de los artículos más vigentes que ha publicado en un diario valenciano desde principios de siglo. Así es Antoni Gómez, periodista, poeta y escritor, amante de la buena literatura y hombre prolífico. Nació en un entorno tan emblemático como el teatro romano y el castillo, y se crio en el bar familiar. Antoni Gómez fue director de la revista de creación literaria 'Abalorio', publicada en Sagunto en la década de los 80. Entre sus obras destacan cinco poemarios y varios premios literarios, como 'Senyoriu Ausiàs March' o 'Ciutat d’Elx', además de cuentos infantiles, poemas, novelas, retratos periodísticos y, en los últimos años, también prosa. En ‘La vida precària’, el autor presenta sus artículos más vigentes, aunque alguno de ellos se publicara a hace veinte años, y es que hay asuntos que no pierden actualidad, como, por ejemplo: el racismo y la xenofobia, el ascenso de los populismos de extrema derecha, el problema de las migraciones y los refugiados, las grandes desigualdades sociales, el cambio climático, las nuevas tecnologías y las ‘fake news’, el terrorismo yihadista, la corrupción política, etc. De todo esto trata en su nuevo libro.

Su nuevo libro: ‘La vida precària’, es ¿una recopilación o una selección de los artículos que han publicado en el diario Levante?

Es más bien una selección, no una recopilación. Mi intención era recuperar aquellos artículos que por su interés y por su actualidad continuaran siendo vigentes, de alguna manera. Es decir, aquellos textos con un tono más ensayístico, más reflexivo, más profundo, dejando de lado los artículos que han perdido cualquier tipo de interés.

Los artículos que aparecen en su obra, algunos de ellos publicados hace más de 20 años, no han perdido actualidad, siguen siendo tan vigentes como si se hubiesen escrito ayer. Hay cosas que no cambian, ¿verdad?

Claro, por supuesto. Pero tengo que decir que la mayor parte de los artículos son de los últimos cinco años y son muy actuales por los temas que tratan: el coronavirus, el racismo y la xenofobia, el ascenso de los populismos de extrema derecha, el problema de las migraciones y los refugiados, las grandes desigualdades sociales, el cambio climático, las nuevas tecnologías y las “fake news”, el terrorismo yihadista, la corrupción política, etcétera….

En estos tiempos donde las desigualdades se acentúan y crecen a pasos agigantados, los ricos son impúdicamente más ricos y los pobres más menesterosos, el título elegido para este libro es de lo más oportuno y directo ¿no?

El título hace referencia a la lectura de la obra de uno de los sociólogos más lúcidos y relativamente conocidos de la postmodernidad: Zygmunt Bauman. En su obra se habla de sociedad líquida, de una sociedad donde todo es precario y líquido, se ha perdido la solidez del vínculo social; ni las relaciones afectivas, ni la familia, ni el trabajo, ni las ideologías, ni la vida misma, que también se ha vuelto precaria, aleatoria e inestable ahora con el coronavirus. Pero hay autores, como el caso del filósofo Daniel Innenarity, que afirma que ya hemos pasado de estado, ya ni tan sólo es líquida, ya está incluso en estado gaseoso.

«El genocida de Stalin decía que una persona muerta es un drama y un millón de personas muertas una estadística. Y en esto, por lo que parece, tenía razón».

En todo caso, la precariedad es mucho más amplia, las redes sociales, por ejemplo, te permiten tener cientos de amigos, estar más comunicado, pero, a la hora de la verdad, hay muchísima gente que está sola, no tiene a nadie que le traiga una aspirina. ¿Esta también es otra forma de precariedad?

Claro, así es. En la medida que estamos más comunicados virtualmente, digitalmente, estamos más solos, más aislados de nuestro entorno real. La postmodernidad ha traído consigo un proceso de individualización social que nos ha hecho más hedonistas y narcisistas, inevitablemente. De tal manera que habitamos un inexpugnable espacio de confort que nos hace más egoístas, aunque luego en las redes sociales nos convertimos en activistas de sofá. Dicho lo cual, es verdad que las redes tienen muchos elementos muy positivos y en muchos países han contribuido a la democratización y a la denuncia de la corrupción. Y en algunas redes, como el caso de Facebook, tiene un gran protagonismo la difusión cultural, lo cual está muy bien.

¿Es curioso que las relaciones también están en manos de grandes corporaciones que un día te cierran el grifo y te quedas aislado?

Bueno, es que el tema de las grandes corporaciones de la comunicación y de la industria cultural es de miedo. El control de mercado que ejercen sobre nosotros da auténtico terror. No somos conscientes y no hacemos caso, en principio, porque nos resulta cómodo. El problema surge cuando son utilizadas, como ha pasado con Donald Trump, de manera perversa, mentirosa y malintencionada, entonces tendremos un problema muy grave. Ya ha pasado, esta vez ha sido con el asalto al Capitolio en Estados Unidos, pero pasado mañana no sabemos qué pasará. De hecho, en el momento que Twitter decidió cortar las alas a los mensajes de Trump, fue el principio del final de la escalada de violencia.

Todo esto de la precariedad, si cabe, se ha visto con más nitidez desde que se declaró la pandemia. Ha quedado bien patente que occidente también es muy vulnerable al coronavirus, pero, aquí, los precarios vuelven a ser los que salen peor parados ¿no le parece?

Es que lo que nunca cambia es el poder y las estrategias del poder. Siempre es lo mismo. Aburre mucho, pero es muy peligroso sobre todo para los más perjudicados, o sea, los que no tienen poder o tienen poco poder. ¿Ahora que tenemos? ¿Vacunas?, pues haremos política con las vacunas. En vez de arsenal nuclear, armamento o petróleo, utilizaremos vacunas. Con este tema se está dando un espectáculo patético, como siempre: la Unión Europea a su interés, China y Rusia utilizándolas como arma geoestratégica para mejorar sus ámbitos de influencia y sus intereses políticos, Estados Unidos a la suya con un expresidente que hasta ahora había ignorado la pandemia…¿Y los países más pobres, y los refugiados y los migrantes, qué pasa con ellos? Veremos si la ONU les reparte migajas, o la Unión Europea y sus programas de solidaridad, pero bueno, migajas y a la cola del mundo rico o con más poder. Esto es lo que hay.

Desde que se declaró la pandemia en la Comunitat Valenciana y en España, por centrar el tema en el ámbito geográfico más próximo, se han producido miles de muertos, pero no han pasado de ser meras estadísticas. ¿Podría decirse que esta deshumanización, esta frialdad, también forma parte de esa precariedad?

Es que lo del recuento de personas muertas en los informativos es de nota. Yo soy periodista y en cierto modo lo entiendo, no haré falsa demagogia, pero me parece un espectáculo que causa auténtica vergüenza ajena. Por lo menos, se podría mejorar un poco el lenguaje, no sé ahora mismo cómo, o humanizar un poco las estadísticas. De lo que no cabe duda es que se presentan con una frialdad estadística que causa estupor, la verdad. El genocida de Stalin decía que una persona muerta es un drama y un millón de personas muertas una estadística. Y en esto, por lo que parece, tenía razón.

En su libro aparecen numerosas citas, pero, en uno de sus artículos más recientes, a propósito de la ceguera, menciona a José Saramago ¿Realmente estamos recuperando la vista?

Me parece una pregunta muy oportuna, sinceramente. Quiero pensar que sí, que sí que estamos recuperando la vista, aunque sea un poco utópico, o conscientemente utópico. Quiero pensar que en muchas cosas cambiaremos para mejor después de la lección de humildad, precariedad y dolor que nos está dando el coronavirus. Pero en el fondo tengo dudas, muchas dudas, el sapiens sapiens es como es para lo bueno y para lo malo. De todas formas, como decía Antonio Gramsci, me quedo con el optimismo de la voluntad, a pesar del escepticismo de la inteligencia.

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El periodismo se ha transformado en espectáculo, en banalidad y hasta en lo que se ha dado en llamar ‘Fake news’. Todo por la audiencia. En medio de esta vorágine, se agradecen artículos como los que se recogen en su libro, escritos desde la serenidad y la reflexión, donde también aporta vías de salida. ¿Así es más gratificante para el lector?

Yo siempre he tenido una gran pulsión moral, humanística, en todo lo que he hecho en mi carrera profesional como periodista. Esta es la verdad. Luego, claro, como escritor, mi gran pasión son los libros y la lectura, aprender y escuchar. Esto, junto a la curiosidad innata que tengo por todo, es el resumen de mi actitud como periodista que opina. Más que vías de salida lo que hago es dar toques de atención, sobre todo con temas como el discurso del odio y la violencia, que son temas que me preocupan mucho. Me gusta bucear un poco detrás de la noticia, un poco como un antídoto contra el periodismo superficial de la imagen, de lo concreto, de la espectacularidad. Ya casi no importan los referentes, ahora todo es espectáculo, imagen, entretenimiento.

Uno de los artículos que se incluyen en este recopilatorio, ‘la democràcia dels oportunistes’, recoge una problemática muy extendida, me refiero a que casi todo, a la hora de tomar decisiones, está presidido por el marketing político. Estamos ante un problema realmente grave, ¿verdad?

Sí, sí, muy grave. Lo dice un gran intelectual y un gran filósofo político como es Daniel Innerarity y yo lo recojo en el artículo porque me parece muy acertado. Se gestiona la política a golpe mediático, buscando siempre lo políticamente correcto, nunca mejor dicho, a corto y demagógico plazo, y se huye de la política a medio y largo plazo porque es más incómoda y no da resultados inmediatos. Todos los partidos actúan exactamente igual. De tal manera, que no hay respiro alguno para los grandes consensos en temas claves y poder realizar una gestión política que, verdaderamente, haga avanzar a un país. Es un drama, un auténtico drama porque el resultado de este escenario es que la resolución de los grandes temas que afectan a la ciudadanía se encallan y no hay manera de avanzar seriamente en cuestiones que deberían de estar resueltas hace mucho tiempo.

Se fichan a personajes para una lista porque son mediáticos y pueden aportar votos, se modifican leyes ante la presión de la opinión pública, se cambian los cargos en función de intereses mediáticos y electorales. Todo es muy cortoplacista. ¿Estamos también ante la banalización de la política?

Exacto, así es. Estoy totalmente de acuerdo con su apreciación. Este es un problema muy grave: la banalización de la política.

Estamos viendo también como el insulto, y la descalificación es moneda de cambio habitual en el debate político ¿Esta dinámica parece que va a peor?

Bueno, esto es realmente patético. Se ha visto claramente con la gestión de la crisis sanitaria del coronavirus. Hemos asistido a espectáculos denigrantes en este sentido. Cuando más unido debería estar un país, más desavenencia han mostrado sus políticos. El debate y la crítica me parece perfecto, la oposición permanente, etcétera, incluso hasta cierto punto la insidia. Pero el insulto y la descalificación me producen mucha grima. Hay que tener en cuenta que la clase política tiene que dar ejemplo al país, tienen la obligación de dar ejemplo, sobre todo para los más jóvenes.

«Todos los partidos actúan exactamente igual. De tal manera, que no hay respiro alguno para los grandes consensos en temas claves y poder realizar una gestión política que, verdaderamente, haga avanzar a un país».

¿Estas nuevas formas de hacer política, son las que están llevando a los partidos tradicionales al descrédito y dando vida a opciones populistas que cada vez tienen más presencia en las instituciones?

Exactamente, esto es lo que pasa cuando los partidos tradicionales caen en el descrédito y la mala praxis política, pringados con la corrupción o cuando engañan a la ciudadanía. Está claro que son personas, desde luego, pero lo que no puede ser es que, como pasa en muchas ocasiones, ellos mismos incumplan las normas de las que son responsables y se comporten como auténticos hipócritas.

En el último artículo de su obra, titulado: ‘Una llengua politicament correcta’ le toma el pulso a la implantación del valenciano en la Comunitat. Para usted, que piensa, escribe y habla en valenciano, ¿es muy decepcionante que se trate, precisamente, una lengua políticamente correcta?

Justamente este artículo es el más antiguo y lo rescaté porque no ha perdido vigencia, para nada. Todo el mundo habla del valenciano, sea para quejarse, lo cual ya es de nota porque la implantación del castellano es avasalladora en todos los niveles sociales, o para impulsarlo, pretendidamente, por parte de la Generalitat, pero a la hora de la verdad muy poca gente lo habla, y mucha menos lo lee o lo escribe. Se reconoce en el estatuto de autonomía y y se promulga una ley de uso que no se cumple, ni una cosa, ni la otra, y encima los que sí que lo hablamos todavía tenemos que hacer valer nuestros derechos constitucionales porque hay gente que lo desprecia. Sólo hay que ver la actitud de las fuerzas de seguridad del estado o, incluso, en la administración pública en algunos casos. Y mientras tanto, los niveles de uso sociales se van estrechando, cuando no desapareciendo, porque el castellano es la lengua que lo cubre todo, absolutamente todo. En otras palabras, todo el mundo, a excepción de los más intolerantes o la extrema derecha, pretende quedar bien con la lengua, pero a fin de cuentas cada vez somos menos los que la hablamos en nuestras casas, la leemos y, por supuesto, la escribimos.


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Modificado por última vez en Miércoles, 03 Marzo 2021 12:36

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