La sillas para personas con movilidad reducida de la piscina Almudafer de Puerto de Sagunto son objeto de numerosas críticas por los usuarios de la misma.
«Para poder sacar del agua a las personas con movilidad reducida que están disfrutando del baño, los monitores o las personas que le acompañen se han de subir de pie encima de la silla para poder bajarla hasta el agua, ya que si no le aplicas peso la misma no baja. Cuando estás a punto de mojarte los pies, entonces has de bajarte corriendo», relata Miriam Pluma, una monitora voluntaria de Discamp, Asociación de Discapacitados del Camp de Morvedre que acude tres horas semanales con 12 asociados a dicha piscina. Además, por la tarde, también existe otro grupo de 5 personas de Discamp, que también acude otras tres horas semanales.
Lenta y a trompicones
«Para meter a las personas con movilidad reducida al agua en la piscina grande si que es verdad que los sientas y al darle a la palanca con la silla bajan, pero tampoco funciona correctamente. A veces va muy lenta, otras muy rápida, otras a trompicones...por lo que tampoco da mucha seguridad a los usuarios. Como norma general va lentísima, y para bajar a 12 personas que llevo en el grupo, imagínate cuanto tiempo perdemos», sigue relatando la misma fuente.
Y así, en estas condiciones de poca seguridad, comodidad y utilidad para los usuarios lleva la silla. Desde Discamp, y por parte de los trabajadores de la piscina, afirman, «se ha comunicado muchas veces al Ayuntamiento de Sagunto, que son los responsables de arreglar o cambiar dicha silla, pero nada, ahí sigue la misma, funcionando igual de mal», comenta un trabajador de la piscina.
Silla manual y pesada
Pero la cosa no acaba aquí. La piscina pequeña de dichas instalaciones también posee una silla para personas con movilidad reducida, una silla que, como explican desde Discamp, «nadie usa ya que es poco práctica y muy poco segura». La razón, explican es que «la silla es muy vieja y además es portátil, por lo que no funciona de un modo eléctrico. Posee unos contrapesos a los lados t unas ruedas muy pequeñas que al mover la silla por la piscina, puesto que esta tiene ranuras para que el agua circule y no se quede estancada, las mini ruedas se atascan en las mismas y es imposible sacarla. Es incómoda, pesada e insegura. De hecho, no la utilizamos porque tenemos miedo a que ese amasijo de hierros que pesa más que nosotros se nos caiga encima», relata Miriam de Discamp. Los voluntarios, explican, ven más seguro adentrar y sacar a las personas del agua a pulso, con su fuerza y sus cuerpos, que utilizar esta silla.
Barandilla sin uso
En la piscina pequeña además, como relatan fuentes de Discamp, existe una barandilla que «es tan baja que no puede ser utilizada por las personas con movilidad reducida. Está ahí de adorno, ya que no ayuda a nadie a bajar», comentan indignados.
Según la asociación, «esta piscina no cumple con los requisitos que debería cumplir para considerarse una piscina adaptada a las necesidades de las personas con movilidad reducida. si hubiera una inspección dudo que la pasara», relatan desde el colectivo.
Algo que es considerado como «injusto» por el mismo, por sus asociados y por usuarios de la piscina y dichas sillas, quienes afirman que «se trata de una piscina relativamente nueva, que debería estar adaptada a todo el mundo. Somos un colectivo muy amplio y que ninguna de las dos sillas existentes esté en condiciones es vergonzoso. Acudir a la piscina es muy beneficioso para nosotros, y para personas mayores a quienes también les gustaría usarlas sin la necesidad de tener que ir acompañadas, por lo que exigimos o rogamos, que se haga algo al respecto».
Sin embargo, y a pesar de que se ha pedido al Ayuntamiento de sagunto, como explican desde el colectivo, que se reparen o sustituyan estas sillas, las mismas llevan en estas condiciones muchos años.
«No tiene demasiado sentido que se destinen 6 horas semanales al uso de estas instalaciones para grupos con movilidad reducida, cosa que agradecemos, y que luego vengan y no puedan disfrutar de un baño en condiciones y de los servicios que por ley deberían poder disfrutar. Casi una veintena de nuestros socios acuden aquí dos veces por semana, más personas mayores, gente con lesiones temporales....Y esto es lo que encuentran», comenta otro voluntarios de Discamp señalando la silla mientras Miriam intenta hacerla bajar para subir a un usuario.
Actuación Ayuntamiento
Incómodas, poco prácticas e inseguras. Así describe una usuaria las sillas que debe utilizar para poder meterse y salir del agua de la piscina. «Es por ello, añade la misma fuente, «que muchos preferimos irnos a Valencia o a otras piscinas más cercanas donde se ofrezca este servicio en condiciones. Tal vez por eso, porque nos vamos a otras piscinas y no nos quejamos en condiciones, no se nos hace caso y ahí siguen las mismas sillas estos 3 años que llevo yo intentándolas utilizar sin éxito si no me acompaña alguien. No sé si recoger firmas o ir al pleno a exigir nuestros derechos sería la solución, pero es algo que deberíamos plantearnos», finaliza indignada D. O, vecina de Puerto y usuaria de las sillas para personas con movilidad reducida.
Desde
exigen al Ayuntamiento que se arregle o cambie la silla de la piscina grande, que sustituyan la de la piscina pequeña por una que pueda ser usada y garantice la seguridad, y que adapten a todo el mundo las barandillas e instalaciones.
