Ciudad

Así comienza la conversación con Maruja Hernández, una vecina de la Avenida Camp de Morvedre que se queja del uso que dan algunos vecinos a la parte de atrás de su edificio, que colinda con el Instituto María Moliner. Y es que esta zona, al igual que muchas otras de Puerto de Sagunto, al quedar fuera de la vista de las zonas principales de paso de los ciudadanos, son objeto de irresponsabilidades de muchos otros vecinos, quienes lograr afear zonas comunes y molestar a los vecinos que viven en las inmediaciones.

«La parte de atrás de este bloque de viviendas, continúa relatando el vecino de la misma zona,Quique Fernández, es un asco. Antiguamente era porque había aquí unos recreativos y todos los jóvenes usaban esta parte, fuera de la vista de quien pasaba por la avenida para fumar, pelearse, charlar, etcétera. Sin embargo, ahora ya no está este centro recreativo, y la cosa poco ha cambiando», dice señalando las paredes pintadas y las botellas de alcohol rotas que se pueden ver.

 

«Si pasas por aquí para atajar, lo que puedes encontrarte es esto: suciedad, cristales, cacas de perro, orina de perro y personas. Por no hablar de todo lo que oímos y vemos los vecinos cuyos balcones dan a esta zona, sobre todo, de noche».

Responsabilidad, civismo y saber convivir. Esto es lo que demandan también vecinos de la calle Barcelona de Puerto de Sagunto, cuya parte trasera de los edificios donde viven dan a parar a la EPA (Escuela para Adultos). Pintadas, suciedad, jóvenes fumando y chillando y excrementos de perros son , entre otros, algunos de los adornos añadidos a la zona, que ya han pasado a convertirse en «lo habitual, lo normal», como explica Javi Sánchez.

 

«Traigo a mis hijos a este colegio (Parvulario Vilamar) y si llegamos antes de que la conserje abra la puerta los niños suelen jugar aquí. Sobre todo los lunes, esto está lleno de colillas, preservativos, botellas, pajitas y las paredes llenas de meado. La gente es una irresponsable. Se esconden aquí porque no es una calle muy frecuentada, y con los porches se sienten más protegidos y menos vigilados. Yo vivo arriba, y se oye de todo. El resultado es éste», explica F. J., señalando un pilar repleto de meados, y más de 10 colillas, al lado de un trozo de ladrillo que se ha caído de la pared. «Esto, junto a las vallas blancas estas que ponen aquí no sé con qué uso, es un peligro para los niños. están rotas y oxidadas», finaliza la misma fuente.

 

También una de las plazas de la zona de las 500 viviendas, alejada de la avenida principal de la zona, suele convertirse en punto de reunión, sobre todo los fines de semana, de la juventud. Así lo cuenta Gregorio Martín, quien en numerosas ocasiones ha llamado la atención a  personas que se encontraban tanto en la plaza como en las zonas porchadas fumando, chillando e incluso, peleándose.

En la misma zona, cerca del barrio Padre Jaime, u colindando con el cauce del Río, hay una plaza donde, según explican las vecinas «no suele estar muy frecuentada, ya que queda lejos del colegio Vilamar y por aquí no vive mucha gente. es un barrio más de personas mayores y cuando empieza el frío, aquí al lado del río hace bastante frío. Pues hace ya más de un año que viene gente joven y se ponen a fumar porros  por las tardes y beber los sábados por la noche. Cuando yo llego con mi hija tras el colegio, la niña tiene que sortearlos para poder subir al tobogán. Además, dejan las motos encima de la misma plaza y aunque tú vayas, no las quitan. Las colillas, como no, en el suelo de la plaza. A veces mi marido les ha dicho algo y encima aún se ponen «gallitos» y quieren tener razón». Paquita Torres demanda mayor presencia policial para acabar con el irresponsable comportamiento de estas personas.

Por su parte, en la zona de Wichita, más de lo mismo. Paredes orinadas, suciedad por todas partes, pintadas (algunas no recomendadas para menores), mensajes con insultos, y un sinfín de ornamentos que afean la imagen y molestan a vecinos.

«La gente se medio esconde en las zonas porchadas y  ahí, se cree que pueden hacer cualquier cosa».  Después vas tu paseando por la zona y da asco y vergüenza. Mi hijo que ya lee va leyendo los mensajes que escriben en la pared y la verdad, yo ya no sé qué decirle cuando me pregunta qué significa las obscenidades que lee», se lamenta una vecina.

 

Y la historia se repite con los vecinos de la Avenida Camp de Morvedre cuyos edificios dan a la plaza que colinda con el nuevo Centro de salud. Las quejas, también la mismas: pintadas, excrementos, suciedad de todo tipo, peleas, reuniones por las noches e incuso, se queja Juan Botía, «cajas y cajas de fruta y verdura que los dueños de un establecimiento de la zona dejan en la calle, debajo de los porches. A veces son tantas que  tienes que ir esquivándolas. Muchas veces están ahí por las noches y como hay fruta en mal estado, acuden las ratas, las cucarachas y todo tipo de insectos. Es bastante asqueroso, por no hablar del olor que durante el día, y cuando le da el sol, hace al pasar por al lado». Distintas zonas, las mismas quejas.

 

Unos vecinos que levantan la voz para que, como ellos mismos piden a través de este rotativo, «zonas que son para todos, que todo el mundo puede disfrutar y que están a la vista de todos, no presenten la imagen tan detestable que presentan en la actualidad. Con un poco de responsabilidad y sentido común, exigen, todos viviríamos mejor y la imagen de nuestro municipio no sería la que es, ya que al pasar por algunas zonas del mismo,  la verdad es que da bastante pena y vergüenza vivir aquí», finalizan.