El joven socorrista de Canet que participó  el lunes en el rescate de los dos bañistas en la playa de Puerto de Sagunto relata a El Económico su angustiosa experiencia.

«Veía sus caras mirándome y cuando estaba a punto de alcanzarlos venía una ola y los alejaba de nuevo 5 metros»

 
Miércoles, 13 Julio 2016 17:27

fotojoseviJosé Vicente Bosque Uviedo
 
José Vicente Bosque Uviedo nunca imaginó la noche del lunes, al salir de trabajar, que lo que en principio era una cena con su novia se convertiría en una agitada noche de nervios, esfuerzo y valentía. Características éstas que hicieron que con tan sólo 20 años se convirtiera en uno de los héroes de la semana al ayudar en el rescate de dos jóvenes que se estaban ahogando en la playa de Puerto de Sagunto.

«Salí a las 9 de la noche de trabajar en la piscina de la Urbanización El Faro de Canet, e iba camino a cenar con mi novia al paseo marítimo de Puerto. Al llegar a la zona del espigón, vi muchas luces y movimiento de personas. algo había pasado en la playa. Dejé el coche en segunda fila y bajamos a ver qué pasaba», explica este experimentado socorrista.

«Al llegar, un policía  (Latorre) en calzoncillos dispuesto a tirarse al agua, forcejeaba en la posta de socorrismo junto a otras personas y 4 ó 5 policías locales más. Su intención era hacerse con el aro salvavidas y entrar a por las víctimas. Finalmente conseguimos hacerlo con una navaja y nos tiramos al agua a por ellos».

A 300 metros de la orilla luchaban contra el fuerte oleaje dos jóvenes de 20 años (uno de Valencia y otro de un municipio de Salamanca), vecinos de la capital del Túria que habían decidido ir a pasar el día a la playa de Puerto de Sagunto. Según relató uno de ellos tras el rescate se habían metido al agua a las 20.30, por la cintura, y poco a poco, el oleaje y las grandes corrientes los habían adentrado de tal manera en el mar que, a pesar de sus esfuerzos no conseguían salir.
 
Destellos del aro salvavidas

«Había mucha corriente. Latorre y yo nadábamos 4 metros y ellos se alejaban 3. Era muy difícil alcanzarlos. De repente, estaba tan cerca que veía sus caras mirándome y cuando estaba a punto de alcanzarlo, venía otra ola y los alejaba de nuevo 5 metros más. Era horrible».

De pronto apareció el helicóptero Helimer 211 de salvamento marítimo y gracias, según ha relatado Bosque a los reflejos luminosos del aro salvavidas y al gran trabajo que realizaron sus buzos, los localizaron.
«El aro hizo que desde el helicóptero nos pudieran localizar, ya que era de noche y había muchísimas olas. Las víctimas ada vez tenían menos fuerzas y ya casi no se veían sus cabezas. Los ocupantes del helicóptero pensó que éramos el policía y yo quienes necesitábamos ayuda, ya que a ellos ni los veía. Entonces Latorre les hizo señales y cogieron a uno de los chicos».

El joven valenciano, que aún tenía fuerzas para resistir, les indicó que primero cogieran a su compañero, que se encontraba en una situación crítica. De hecho, el mismo ha relatado que segundos antes de que aparecieran Bosque y Latorre estaba apunto de tirar la toalla. «No puedo más, voy a dejar que se me lleve la corriente. No puedo más», gritaba a su compañero. Al ver que llegaban el socorrista y el policía, un halo de esperanza dio las fuerzas al joven para poder resistir.
 
Conscientes y agotados

Mientras tanto, decenas de curiosos esperaban en la orilla a ver cómo finalmente acababa la historia. Dos bomberos del parque de Sagunto (Samuel rodríguez y Antonio Berná), otro policía local y un socorrista (Juan Carlos Lacomba) que también se encontraba por la zona, también se habían tirado al agua para ayudar a las víctimas.

Los buzos también cogieron a Bosque y Latorre, a pesar de que, como ellos mismos han relatado a este periódico «podríamos haber llegado hasta la orilla  solos, pero debido a las características del mar en ese momento, habríamos tardado al menos 45 minutos más», explican.
 
webrescate
Parte del dispositivo desplegado para salvar a las víctimas

 Todos se dirigieron en el helicóptero a la base de éste, en Manises, hospital al que trasladaron a los jóvenes, debido a que el vehículo no podía aterrizar en Sagunto por las condiciones lumínicas. Los dos fueron atendidos y el joven de Salamanca quedó ingresado, siendo dado de alta pocas horas después.
 
Hasta la cintura

«Por el camino, el joven que podía hablar nos contaba que solo se habían metido hasta la cintura, porque estaba la amarilla, y que poco a poco, sin darse cuenta, la corriente los había engullido y llevado a la peligrosa zona del espigón. Cuando se quisieron dar cuenta ya era muy tarde y no consiguieron salir», relata aún angustiado José Vicente.

«La verdad es que era lo peor. En alguna ocasión los tuve tan cerca que podía ver sus ojos pidiéndome ayuda. Estaban conscientes y los tenía ya y la fuerza de las olas los alejaban de nuevo de mi en menos de un segundo.»

A pesar de la frustración de no poderlos alcanzar, su sola presencia hizo que los jóvenes se mantuvieses con vida. «El valenciano nos decía camino a Manises que su compañero estaba ya muy débil y que ni física ni sicológicamente aguantaba más. Al oírnos llegar se relajaron porque ya sabían que al menos alguien los había visto en apuros e iban en su búsqueda. Ellos tenían miedo a desaparecer sin que ni siquiera alguien se diera cuenta de lo sucedido».
 
«Nos veíamos muertos»

«La víctima que mejor se encontraba, sigue relatando el joven socorrista, no paraba de darnos las gracias. «Ya nos veíamos muertos. Gracias, gracias, gracias. Decía una y otra vez a José Vicente y Latorre».
 
A pesar de que, como ha reconocido Bosque «fue horroroso y en mis 5 años de experiencia como socorrista de playas y piscinas nunca me he visto en otra igual, lo volvería a hacer hoy mismo. No lo pensé, vi que dos personas estaban en apuros y que podría ayudarlas. Hoy mismo, lo haría de nuevo».

De hecho, anecdóticamente, a la mañana siguiente, por si Bosque no tuvo bastante con el rescate de película vivido la noche anterior, tuvo que rescatar también en la piscina que trabaja a un señor mayor que casi se ahoga. «Parece que me haya mirado un tuerto», bromeaba pasados los sustos y ya relajado para El Económico.

Los jóvenes, que pasaron 35 minutos luchando contra las  olas y la corriente, aseguraban a sus salvadores que llevaban más de dos horas. Habían perdido hasta la noción del tiempo. Sin embargo, podían haber perdido muchísimo más esa tarde. Podían haber muerto. Al volver el valenciano a recoger sus cosas al litoral porteño, se dio cuenta que también habían perdido sus pertenencias. Un rescate de película con, afortunadamente, final feliz.

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Modificado por última vez en Viernes, 29 Julio 2016 23:51

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