La asociación Amigas Supervivientes del Camp de Morvedre cumple su primer año de lucha contra la violencia de género sin observar grandes avances

Mayte Lafuente: «Queremos que la sociedad nos vea de una forma positiva, no con moratones y asesinadas»

Jueves, 27 Noviembre 2014 18:10

violenciawebMayte Lafuente, presidenta de la asociación Amigas Supervivientes, durante el acto de homenaje a las víctimas de violencia de género celebrado el pasado 21 de noviembre

En diciembre de 1997 la granadina, Ana Orantes, fue quemada viva por su ex marido tras haber denunciado públicamente en un programa de televisión andaluz los malos tratos que sufría desde hacía más de 40 años. Por primera vez, la víctima de malos tratos no era una mujer anónima. Orantes le puso rostro y le dio visibilidad al problema de la violencia de género, que por aquel entonces ya había acabado con la vida de muchas otras mujeres. Pero en secreto. También en el Camp de Morvedre hubo un antes y un después en materia de violencia machista.

El cambio se produjo hace aproximadamente un año cuando un grupo de vecinas, conscientes de la importancia de que las mujeres afectadas se sientan apoyadas y respaldadas, decidieron fundar una asociación para ayudarlas. Anteriormente, Sagunto ya contaba con un recurso del ayuntamiento como es el Área de la Dona pero estas activistas creyeron que, dada la dimensión del fenómeno, había que ir más allá y ofrecer un servicio más cercano a todas las mujeres que lo necesitaran.

Bajo esta premisa surgió la asociación Amigas Supervivientes. Mayte Lafuente, su presidenta, recuerda que decidieron «formar una asociación donde las mujeres, familiares y amigos/as pudieran contar con nosotras para hablar o quedar a cualquier hora sin estar pendientes de un horario. Es muy importante que en ese proceso no se encuentren solas. Por eso pensamos que era necesaria». Y realmente lo es.

La magnitud del problema es tal que a día de hoy, cuando la ley de Violencia de Género cumple 10 años de su aplicación, los diarios españoles siguen repletos de noticias sobre agresiones a las mujeres que, lamentablemente, en muchas ocasiones acaban en muerte. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) este problema ha adquirido proporciones epidémicas y se sitúa ya como una de las principales causas de muerte de mujeres de entre 15 y 44 años. Nos encontramos, por tanto, ante una lacra social, global y atemporal realmente preocupante.

Y es que además de los daños físicos, las mujeres maltratadas se enfrentan a importantes secuelas psicológicas que pueden condicionarlas durante su vida, incluso cuando ya han conseguido salir de la espiral de la violencia. Depresión, ansiedad, angustia, fobias o baja autoestima son las enfermedades mentales con las que muchas veces tienen que convivir estas mujeres. La parte buena es que de la violencia se puede salir y sus consecuencias se pueden superar.

Por ello, desde la asociación trabajan por conseguir el empoderamiento de la mujeres, su reinserción laboral y la necesidad de emprender una nueva vida, felices. En concreto, su principal labor es estar diariamente al lado de las mujeres. Lafuente explica que su actividad va desde hablar con las afectadas que lo necesiten, por teléfono o redes sociales, hasta acompañarlas personalmente a juzgados, médicos, abogados o a cualquier otro recurso. Asimismo, sostiene que también se reúnen con ellas «para tomar un café y charlar».

Se trata de dejar de ser víctima para comenzar a ser superviviente. Precisamente por este lema se rige esta primera asociación autonómica de violencia de género, puesta en marcha en Puerto de Sagunto. Mayte Lafuente asegura que el objetivo es demostrarles que se puede salir de esta violencia y de una manera positiva. Pero para ello, hay que denunciar y poseer el valor de hacerlo no siempre es tarea fácil.

Miedo a denunciar

Por la cabeza de una mujer maltratada que no se atreve a denunciar circulan muchos pensamientos. Según la presidenta de la asociación «muchas veces no denuncian por miedo al maltratador y por miedo a que la protección no surta efecto. También puede que sea porque está amenazada con que van a hacer daño a sus hijos o familia o porque depende económicamente de él y si denuncia no sabe cómo va a poder mantenerse ella y a sus hijos. Además, a la mayoría de ellas se les ha apartado del mercado laboral y es muy difícil encontrar un trabajo. En otros casos también es por la dependencia emocional que existe hacia el maltratador, ya que él le ha cortado todos los apoyos que ella puede tener y la ha aislado para que le sea más difícil salir de esa situación».

De este modo, cuando salen de la espiral ya son supervivientes, no víctimas. La portavoz recuerda que quieren que «la sociedad nos vea de una forma positiva, no con moratones, ojos hinchados y asesinadas, sino como mujeres valiosas con muchos valores, que utilizamos la experiencia que hemos vivido para salir adelante y volver a coger las riendas de nuestra vida. Queremos que se nos vea como parte de la solución al problema de la violencia de género. Nosotras no somos el problema». Quieren que con su ejemplo las mujeres que sufren esta violencia rompan el silencio y terminen con esa situación. En su día sí fueron víctimas pero una vez que han superado el problema dejan de serlo.

El conflicto se agrava cuando las maltratadas han llegado a denunciar en varias ocasiones y, sin embargo, la situación no se ha solucionado. Según Amigas Supervivientes, aunque cada caso es particular y lleva detrás unos condicionantes, esto se puede atribuir a que a veces no hay sentencias condenatorias porque la denuncia no está bien redactada y otras veces es porque no hay pruebas puesto que normalmente esta violencia se produce en la intimidad.

En este tema también influye mucho la formación y compromiso de los profesionales (abogados, jueces, policías, médicos...) que intervengan en cada caso. «Algo con lo que nos estamos encontrando últimamente es con la poca formación de algunos profesionales. En el tema jurídico, sobre todo, hace falta más compromiso y entender el proceso de las mujeres para poder tomar decisiones con todos los datos para no perjudicar a nadie en estos casos tan delicados», explica la integrante de esta organización.

Efectivamente son casos delicados. Según la entidad, a algunas mujeres les cuesta mostrarse como personas que han sufrido o sufren violencia machista porque esta sigue siendo un tema tabú para muchas. Se sienten culpables y avergonzadas. Y eso es lo primero que deben dejar atrás.

Durante su primer año de vida, las integrantes de Amigas Supervivientes han conseguido cambiar esta concepción y que muchas mujeres denuncien y den el primer paso para superar el problema. Se les hace entender que en ningún caso deben sentirse culpables del infierno en el que viven o han vivido. Tras la importante ayuda recibida, muchas de ellas deciden unirse a la asociación para, desde la experiencia, animar a dar el paso a quienes no se atreven.

De momento, no han contabilizado el número de mujeres a las que han ayudado. Lafuente afirma que «es difícil de registrar ya que a veces las mujeres nos llaman una vez y luego perdemos un poco el contacto, respetamos su proceso y lo importante es que ellas sepan que pueden llamar cuando lo necesiten aunque no haya una periodicidad regular». En la actualidad, la entidad está compuesta por aproximadamente 12 miembros, entre los cuales hay voluntarios y voluntarias que no han sufrido violencia de género pero la mayoría de ellas, por desgracia, sí.

Aparte de la lucha, desde Amigas Supervivientes también tienen tiempo para la reivindicación. Sostienen que aquí en Sagunto existen unos recursos muy buenos, los del Área de la Dona. Tal y como explica Lafuente, «las profesionales que trabajan allí tienen muy buena formación y están muy comprometidas con las mujeres. Ahora bien,  dentro de poco una de ellas se jubila y lo que pedimos es que en su lugar pongan a otra profesional que tenga una buena formación y un gran compromiso con las mujeres. Esa es, sin duda, una manera de luchar contra la violencia de género. Sabemos que estamos en época de crisis económica pero este puesto tiene que cubrirse y no dejarlo vacante porque la vida de muchas mujeres pueden depender de eso».

La concienciación también es una pieza fundamental ya que, por muchas medidas que se tomen, la violencia machista sigue muy presente en la comarca y en la comunidad. De hecho, en 2012, 4.172 mujeres han sido víctimas de violencia de género por parte de sus parejas o ex parejas en la Comunidad Valenciana mientras que en 2013 la cifra disminuyó hasta las 3.857. El descenso no es determinante porque la cantidad sería igual de escalofriante aunque fuera solamente una muerte. Además, en 2013 se tramitaron 17.555 procedimientos, lo que indica que cada día al menos 48 mujeres fueron agredidas, ya sea física o psicológicamente.

El maltrato presente entre los adolescentes

Respecto al aumento de casos de violencia de género en menores, desde Amigas Supervivientes explican alarmadas que «es como si volviéramos atrás. Muchas personas están normalizando conductas que son violentas sin identificarlas como tal». Las nuevas tecnologías se utilizan para ejercer violencia contra las mujeres. Muchas veces ellas creen que el control por parte de sus parejas es por amor o que los celos son una expresión del mismo. Por este motivo, «hay que hacer ver a los jóvenes que estas relaciones no son sanas. Y el educar en valores igualitarios va a contribuir a que esa violencia de género no se desarrolle más adelante».

El verdadero origen de la violencia machista

La cruda realidad es que las mujeres siguen siendo maltratadas por sus parejas o ex parejas por el simple hecho de ser mujer. En este sentido, al preguntar un porqué, los expertos apuntan que el verdadero origen de la violencia se encuentra en una estructura social ligada al ordenamiento patriarcal por el que todavía se rige una parte de la sociedad.
En palabras de la trabajadora social, Alicia Cortés, «en el patriarcado existe la creencia de que el hombre es superior a la mujer y por ello tiene más poder y privilegios. Esta idea se presenta acompañada de una serie de creencias que legitiman la desigualdad social entre hombres y mujeres. Por eso, algunos hombres se creen dueños de las mujeres y por eso las maltratan. La frase de la maté porque era mía, demuestra que esta forma de pensar se debe cambiar desde ya».

Puesto que se ha comprobado que no se puede erradicar el problema actuando solo en materia judicial, desde Amigas Supervivientes también dedican parte de su tiempo a realizar charlas y ponencias de sensibilización, detección y erradicación en institutos porque es muy importante concienciar a los jóvenes para que sepan detectar esta violencia a tiempo y no la permitan.

La experiencia nos enseña que toda prevención es poca. La violencia contra las mujeres está cada vez más institucionalizada y legislada, y en cambio, no se han observado grandes avances. Para Lafuente, el problema está en que las leyes deben acercarse más a la realidad. Ella apuesta por una legislación «más práctica» con la que verdaderamente se puedan observar avances y se vislumbre el camino para acabar con los estereotipos y prejuicios, que hacen que en la sociedad predomine la idea de que los hombres son dueños de la vida de las mujeres. El primer paso para combatir la violencia de género es, necesariamente, desmontar ese pensamiento.


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Modificado por última vez en Viernes, 05 Diciembre 2014 23:24

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