Un aimagen del solar en el que se constrirá un parking
Calle Sindicalista Miguel Hernández
«En este barrio es habitual ver coches en doble fila» declara uno de los vecinos de la zona que añade «y muchos no son gente de paso si no residentes que se ven obligados a dejar así el coche, marcharse, y volver más tarde a ver si se ha producido algún hueco». La situación se agrava los sábados cuando hay más afluencia de gente en los locales de ocio del barrio, y los vecinos no acaban de entender esta reducción de plazas ante un problema que, según los sectores más críticos, se agravará considerablemente cuando empiece la urbanización del SUP-2, cuya densidad de edificación fue autorizada por el Ayuntamiento granjeándose no pocas protestas de la asociación de vecinos del barrio.
El enfado de los vecinos se agrava aún más teniendo en cuenta que Ésta no es la primera reducción de plazas de aparcamiento que sufre el barrio, puesto que ya vio cómo en la remodelación del tramo de la Calle Periodista Azzati que pasa junto al barrio se eliminaban los puestos en batería que ofrecían las esquinas para sustituirlos por grandes extensiones circulares de acera, los llamados tetones, que muchos ven como inútiles para los peatones, de hecho es habitual ver furgonetas de reparto ocupándolos para sus paradas, puesto que el acceso es ahora fácil por las rampas de los pasos de cebra, y que han creado no pocos problemas al retener aguas junto a sus contenedores de materiales reciclables cada vez que llueve.
Llegados a este punto de la situación cabe preguntar quien puede salir beneficiado de esta merma de plazas, y los vecinos más indignados señalan todos en la misma dirección: la construcción de un nuevo parking en la esplanada que queda entre el IES María Moliner y la EPA Miguel Hernández, una pastilla de terreno que sirve de improvisando aparcamiento para decenas de coches de residentes del barrio y de la Plaza Noguera, otra zona con problemas de aparcamiento, y que desde hace más de un año espera la construcción de un nuevo aparcamiento subterráneo privado que, además, supondrá la construcción de una nueva plaza en la superficie de la parcela. La responsable de la construcción del parking llegó a habilitar una oficina de ventas cerca de la parcela que tuvo que cerrar ante el escaso número no ya de ventas, si no de gente que se acercaba a ella a preguntar por las condiciones y precios de los aparcamientos. Aunque lo cierto, aunque sea obvio que la reducción de plazas de aparcamiento estimula la compra-venta de garajes, es que por muchas intervenciones que se realicen sobre la zona no sólo no existen pruebas de ninguna maniobra en favor del citado parking, si no que tampoco hay indicios de que la empresa urbanizadora vaya a ponerse en pleno período de crisis a iniciar los trabajos a medio o corto plazo.
En todo caso, la realidad palpable para los vecinos es que de los hasta nueves coches que aparcaban en el tramo afectado de la calle Miguel Hernández, ahora sólo pueden aparcar tres, que se pueden quedar en dos si se aplica el mismo tratamiento que al resto de la calle a la esquina con la calle Huesca, y a las que hay que sumar las cinco plazas perdidas en la calle Alicante.
El Concejal se Defiende
El concejal de Movilidad Urbana, departamento responsable de la actuación llevada a cabo en la calle intenta mostrarse conciliador ante los enervados ánimos vecinales, aunque no puede evitar su descontento ante las acusaciones de estar favoreciendo la construcción del parking privado, algo que asegura es totalmente incierto «como si la eliminación de seis u ocho plazas vendidas sirvieran de algo a una empresa que intenta vender un parking de dos plantas» sostiene.
José Luis Martí, concejal por el Partido Popular, específica que la intervención realizada era la única posible para poder eliminar el temido escalón triple, «se ha reducido la altura y se ha cambiado por dos aceras, una inferior y una pasarela superior» afirma, y que el nuevo ancho de la calle no sólo es el que específica la ley, si no que ayudará a evitar que la gente corra demasiado por la calle. «Comprendo las molestias que causa la reducción de plazas, pero hay que pensar que todos somos peatones cuando dejamos el coche y esta es una medida que beneficia al peatón en general y a las personas con carritos de bebé o movilidad reducida» sostiene Martí que ha conseguido el apoyo del Presidente de la Asociación de Vecinos en este aspecto.
Martí insiste en que este tipo de actuaciones son las que marca la ley, y se aplicarán a más zonas del municipio, y ha señalado que el nuevo alto de las aceras, o el redondeo de las esquinas, supone acabar con los conductores incívicos que invaden la acera con sus vehículos, algo en entredicho puesto que recién acabada la primera fase de la intervención ya se habían producido varios casos, pero Martí no descarta la instalación de bolardos en la acera si es necesario. Además también se contemplará la instalación de una barandilla en la pasarela para afianzar la seguridad de los viandantes.
