La gran mayoría de los vecinos de una urbanización de Corinto se han puesto en pie de guerra para evitar que se eliminen unos elementos arquitectónicos que llevan en esta zona de la ciudad desde hace 35 años y que se han convertido en parte del paisaje y de las vidas de estos ciudadanos.
«Lo bonito de esta zona en verano no solo es la playa, es ver a grupos de niños y gente joven jugar juntos en la calle. La facilidad con la que se conoce a tus vecinos gracias a las zonas comunes de las urbanizaciones. Es una zona de contrastes, en invierno es pura calma. Cuando vives aquí todo el año debes ser consciente de ese contraste. En nuestra urbanización solo tenemos como zona común unos pilones en medio de una calle que hacen que no haya mucho tráfico. Ahí han jugado los niños los últimos 35 años, yo incluida. Ahora juegan mis hijos junto con los hijos de todos los amigos con los que yo jugaba ahí», explica una vecina.
Pero, según relatan, esta misma semana han acudido hasta este lugar algunos técnicos municipales con intención de llevarse estos pilones que son tan importantes para estos vecinos. «Los niños aquí se pasan el día preguntando cu´´ando se hace de noche para poder ir a los pilones. Es precioso, no paran de reír y de jugar a los típicos juegos de niños de calle, nada de tecnologías. Y a las doce todos a la cama. Es muy tarde para unos niños, lo sé, pero nos da la sensación de que esos ratos en los pilones los alimenta casi tanto como el sueño. Ahora tenemos dos vecinos a los que no parece gustarles la risa de los niños. Dos vecinos de 53 que somos. Y han venido operarios del ayuntamiento a quitarlos, sin preguntar, sin avisar, sin anestesia. La urbanización entera se ha revolucionado, se han puesto quejas al ayuntamiento, se les ha llamado y se ha conseguido pararlo hasta el día 21 que dicen que vuelven a llevarse los pilones que no han conseguido quitar», afirman.
Es por este motivo por el cual han decidido luchar para que el Ayuntamiento de Sagunto mantenga estos elementos en esta urbanización de Corinto. «Entendemos que si el ayuntamiento recibe tantas quejas de la misma persona debe de pensar que realmente molestan y que es justo quitarlos, pero ahora ya saben la realidad. Son las risas de unos diez niños de 2 a 10 años. Quitarlos solo metería trafico y ruido a la urbanización; están a la salida de la piscina, una zona de mucho paso, haría la zona más peligrosa. Llevan ahí 35 años sin dar problemas. Sencillamente, no vemos motivos. ¿Todo esto porque a dos personas no les gusta las risa de los niños?», se preguntan estos ciudadanos.